Estados Unidos despliega buques de guerra ante la península de Corea
Trump hace una demostración de fuerza ante las pruebas nucleares y de misiles de Pyongyang
El ataque estadounidense en Siria se ha visto acompañado de una escalada de tensión con Corea del Norte, que el sábado había calificado la acción militar americana de “imperdonable”. En el nuevo envite en la península coreana, Estados Unidos ha subido la presión y Corea del Norte no cede. Washington ha enviado hacia allá el grupo naval de ataque liderado por el portaaviones Carl Vinson, que inicialmente se dirigía hacia Australia, como advertencia a Pyongyang y sus amenazas. La orden de cambiar el rumbo ha llegado antes de una semana, la del 15 de abril, en la que Corea del Norte suele hacer demostraciones de fuerza.
“Es prudente hacerlo”, ha asegurado el teniente general H.R. McMaster, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca desde finales de febrero. “Se trata de un régimen deshonroso que es ahora un régimen con capacidad nuclear, y los presidentes Xi y Trump están de acuerdo con que es inaceptable, que lo que debe pasar es la desnuclearización de la península coreana”, ha dicho en referencia al encuentro entre los dos mandatarios que ha tenido lugar este fin de semana.
El Carl Vinson, que ha partido de Singapur, ya estuvo en aguas de la península hace un mes para participar en maniobras militares anuales con Corea del Sur. Con capacidad y propulsión nuclear, es uno de los mayores de la flota estadounidense y desplaza a cerca de 6.000 militares y 90 aviones y helicópteros. “La amenaza número uno en la región sigue siendo Corea del Norte, debido a su programa de pruebas de misiles, irresponsable, desestabilizador y temerario, y a su búsqueda de armas nucleares”, ha indicado a AFP el portavoz militar Dave Benham.
Washington ha dado muestras en los últimos días de que se impacienta con Corea del Norte y la nueva presidencia quiere que China sea más contundente o actuará por su cuenta. Es un mensaje que Donald Trump transmitió personalmente al presidente Xi Jinping durante su vista esta semana a Estados Unidos.
"El presidente Trump indicó a Xi que sería bien recibida cualquier idea que pudieran tener o de otras acciones que podríamos adoptar y que estaríamos felices de trabajar con ellos, pero entendemos que esto crea problemas singulares para ellos y retos, y que estaríamos, que estamos dispuestos a trazar nuestro propio camino si es algo que China es incapaz de hacer", dijo el viernes Rex Tillerson, el secretario de Estado. Ambos países acordaron aumentar su cooperación para convencer a Corea del Norte de que desista de sus intenciones militares. Pero no dieron a conocer pasos concretos, ni está claro si se quedarán en meras palabras.
Ahora, la nueva señal estadounidense llega en forma de portaaviones, cuando Corea del Norte prepara una “semana grande”. El próximo día 15 se conmemorará el 105 aniversario del nacimiento del fundador del régimen, Kim Il-sung, una jornada que ese país denomina el Día del Sol. En esta ocasión prepara un gran desfile militar, que podría repetir 10 días más tarde, el 25, cuando conmemorará el aniversario de la fundación del Ejército Popular Coreano.
Este año, el aniversario se conmemora en medio de una creciente tensión. Estados Unidos ha situado entre sus grandes prioridades el conseguir el fin del programa de armamento de ese país, ante la determinación de Pyongyang de desarrollar un misil balístico de largo alcance que pueda alcanzar territorio estadounidense. La Casa Blanca ha reconocido que podría conseguirlo antes de que el presidente Donald Trump complete su actual mandato. Kim Jong-un ha amenazado con efectuar la primera prueba de ese cohete este mismo año.
El envío del grupo naval estadounidense tiene lugar justo dos días después del ataque estadounidense en Siria, lo que supone un giro importante en la política que hasta ahora había defendido la nueva Administración de Trump, y abre el interrogante sobre si esa va a ser la tónica en otros conflictos. Además, el bombardeo a posiciones del régimen de Bachar al Asad también se ha interpretado como una amenaza indirecta contra Corea del Norte. El mes pasado, Tillerson había anunciado en Asia que la política tradicional estadounidense de “paciencia estratégica” hacia Pyongyang había terminado y que todas las opciones estaban sobre la mesa.
Trump abordó este sábado el programa nuclear norcoreano con el presidente en funciones de Corea del Sur, Huang Kyo-ahn, a quien indicó que en la reunión con Xi mantuvo “conversaciones a fondo sobre la gravedad de ese programa y cómo responder a ello”, según han publicado los medios surcoreanos. El presidente estadounidense también ha conversado este domingo, durante 45 minutos, con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, sobre Siria y Corea del Norte.
El régimen norcoreano, que lleva a cabo con frecuencia pruebas de misiles de distinto alcance, ya cuenta con bombas nucleares y las ha probado en cinco ocasiones, dos de ellas el año pasado. Los analistas no descartan que planee un sexto ensayo próximamente: el mes pasado, los satélites detectaron movimientos sospechosos en la zona donde tuvieron lugar los anteriores. Aunque parece improbable que el endurecimiento de las posiciones estadounidenses vayan a persuadir al régimen norcoreano, que ya vive convencido de que Washington planea atacarle en algún momento. Más bien, al menos de puertas para afuera, la actitud de Pyongyang es exactamente la contraria.
Tras el ataque a Siria, ha declarado, en un comunicado de su Ministerio de Exteriores recogido por la agencia estatal KCNA, que ese tipo de incursiones “demuestra que nuestra decisión de fortalecer nuestro poder militar fue la correcta, una y un millón de veces”. “Es absolutamente peligroso hacerse ninguna ilusión sobre el imperialismo; sólo nuestro propio poderío militar nos protegerá de una agresión imperialista”, declaraba el Ministerio. “Seguiremos reforzando nuestra capacidad militar para nuestra defensa de varias maneras, para hacer frente a los crecientes actos de agresión estadounidenses”.
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