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“El nuevo acuerdo de paz no será un acuerdo de maquillaje”

Yesid Reyes, negociador del Gobierno colombiano con las FARC, dice que el nuevo pacto tendrá cambios sustanciales

Juan Morenilla
Yesid Reyes, en la embajada colombiana en Madrid.
Yesid Reyes, en la embajada colombiana en Madrid.ÁLVARO GARCÍA

Yesid Reyes (Bogotá, 1960) lleva por dentro las cicatrices de la violencia. Este abogado colombiano, que fue Ministro de Justicia con Juan Manuel Santos hasta abril pasado, y ahora es negociador del Gobierno con las FARC, vio morir a su padre, presidente de la Corte Suprema, en la toma del Palacio de Justicia en 1985. Hoy está sentado en la mesa de La Habana para llevar la paz definitiva a su país con un nuevo acuerdo, después del triunfo del no en el plebiscito del 2 de octubre.

Pregunta. ¿En qué momento están las nuevas negociaciones?

Respuesta. Las conversaciones están muy avanzadas. Hubo un trabajo previo en Colombia que fueron reuniones con los partidarios del no. Se recopilaron 300 propuestas, se organizaron en 57 ejes temáticos y hemos discutido esas reformas en La Habana. Ha habido muchos avances en la mayoría de los temas. Eso no quiere decir que no haya momentos duros. Pero el ambiente es bueno. Estamos relativamente cerca de un nuevo acuerdo.

P. ¿Cuál fue la primera reacción de las FARC al recibir esas propuestas?

R. Su ánimo era muy abierto. Hay un consenso entre la delegación de la guerrilla y la del Gobierno para tratar cualquier reforma que no suponga afectar la estructura del acuerdo. Tiene unos pilares fundamentales que costó mucho edificar y si se quisieran tocar la negociación volvería tres, cuatro o cinco años atrás. Es lo que el presidente Santos ha calificado como propuestas inviables. Pero salvo temas que afectaran esa estructura, la guerrilla se ha mostrado abierta a modificaciones en todos los temas. Sin limitaciones. Todos los temas se han tocado.

El pacto tiene cambios sustanciales. Está muy cerca

P. ¿Las modificaciones del no afectan a esos pilares básicos?

R. Hay algunas propuestas que sí tienen que ver con los pilares, que son las que resultan mucho más difíciles de negociar. Eso no quiere que las propuestas que se aceptan no sean propuestas de fondo. El nuevo acuerdo no será un acuerdo de maquillaje. Tiene cambios sustanciales y temas nuevos. Va a ser un buen acuerdo y se va a conseguir en muy poco tiempo. Haber perdido el plebiscito permite introducir modificaciones que hacen que el acuerdo sea muy robusto, más completo y con menos dudas para los partidarios del no.

P. ¿Qué porcentaje de este nuevo acuerdo va a tener de propuestas del no?

R. No se han cerrado temas todavía. Las probabilidades de avanzar en las propuestas del no son muy grandes. La gran mayoría son viables y han tenido una buena acogida. Van a ser incorporadas en el nuevo acuerdo.

P. ¿Las propuestas específicas de Uribe han sido más difíciles de negociar?

R. Hay de todo. Hay temas que han generado mucha controversia como si la totalidad de los acuerdos van a ser llevados a la Constitución o no. Ese tema le preocupa muchísimo al presidente Uribe. Ha habido muchos avances en La Habana para garantizar que a la Constitución vayan exclusivamente los temas que deben tener ese rango y sacar algunos otros que no tiene sentido llevar. Otro tema en el que hay propuestas consolidadas del no es la reparación de las víctimas. En el acuerdo anterior había una manifestación general de la guerrilla en el sentido de que se ocuparía de la reparación material de las víctimas. Los partidarios del no piden una precisión mucho más clara del compromiso de las FARC. Ese es un tema de fondo. Tiene buena acogida.

La refrendación puede pasar por los cabildos municipales o por el Congreso

P. ¿Y las penas de cárcel?

R. Va a haber cambios ahí. Este diseño de justicia transicional está montado sobre una flexibilización y graduación de las penas, orientada a privilegiar la aceptación de responsabilidades por parte de los involucrados en el conflicto frente a los que niegan su responsabilidad. Mientras que los que acepten van a recibir una sanción que tiene un componente retributivo, es decir, van a tener que dedicar la mayor parte del tiempo de la sanción en reparar a las víctimas, los que se nieguen van a tener penas de hasta 20 años de permanencia en prisión. Los primeros van a tener también una cierta restricción de libertad, como dice el acuerdo original. En estas conversaciones se ha visto que hay una apertura para concretarse lo que debe entenderse como restricción efectiva de la libertad. La guerrilla se abre a eso, sin que eso signifique romper un acuerdo fundamental, el de no ir a la cárcel como consecuencia de la suscripción de los acuerdos.

P. ¿Cómo se refrendará el nuevo acuerdo?

R. La Corte Constitucional fue muy clara. Si el plebiscito se perdía, la única obligación del presidente Santos era no implementar los acuerdos, pero no le impedía buscar un nuevo pacto. Una vez renegociado el acuerdo, el presidente tiene discrecionalidad absoluta para decidir si no somete a refrendación popular el acuerdo, que es una opción viable y legal, o someterlo. En este nuevo caso, la discrecionalidad también es muy amplia. Puede recurrir a cualquier mecanismo que considere apropiado. Se ha barajado una amplia gama, desde la repetición del plebiscito en las mismas condiciones, a recurrir a los cabildos abiertos en los municipios, o un acto de refrendación en el Congreso. El presidente lo decidirá teniendo en cuenta los consensos entre los diferentes partidos políticos. Creo que Uribe quedará satisfecho con lo que llama un gran pacto nacional.

P. Santos remarcó que el acuerdo debían aprobarlo los colombianos. ¿No cree que cualquier otro mecanismo que no sea el plebiscito puede interpretarse como un temor a una nueva derrota?

R. No. El presidente entiende que la refrendación es políticamente muy importante para consolidar los acuerdos y garantizar su cumplimiento con otros futuros gobiernos. Siempre se buscará un mecanismo que suponga una representación de la voluntad popular.

P. ¿El mecanismo que mejor representa la voluntad no es el plebiscito?

R. Bueno, la figura de los cabildos abiertos se ha usado poco pero supone la representación de los colombianos, solo que reunidos a través de consejos municipales.

P. ¿En qué se falló para que triunfara el no?

Sorprende favorablemente la actitud abierta de Uribe

R. Hubo de todo un poco. La interpretación de algunos puntos del acuerdo fue muy hábilmente utilizada por los partidarios del no para lanzar mensajes negativos que impactaron en la población. Eso hizo triunfar el no con temores infundados, como que las personas iban a perder las pensiones, o que la votación suponía de manera inminente que un miembro de las FARC llegara a la presidencia.

P. ¿Las FARC deben abrirse más a la sociedad?

R. Sí. Si en el futuro quieren tener alguna participación en política, deben explicar sus planes.

P. ¿Qué le ha sorprendido más del Centro Democrático?

R. Ha hecho un buen trabajo de disección de los acuerdos. Fueron muy metódicos, con propuestas respecto a casi todos los temas. Sorprendió favorablemente la actitud abierta del presidente Uribe y todo el Centro Democrático. Fueron reuniones muy cordiales en las que hubo larguísimas discusiones.

P. ¿No se podían haber hecho antes?

R. Hubo algunas reuniones en materia de justicia. Puede que no con la intensidad de ahora.

P. ¿La implementación de los acuerdos queda marcada por la carrera presidencial de 2018?

R. Todo este proceso ha estado permeado por intereses de cara a la presidencia de 2018. Habrá mucha discusión en el Congreso, que tiene un amplia margen de maniobra para emitir las leyes. La implementación no debería ser tan compleja porque hay unas directrices generales.

P. ¿Cómo puede afectar la victoria de Trump?

R. No creo que afecte al proceso de paz ni que haya un cambio dramático. Las relaciones con EEUU han sido sólidas.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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