Los mensajes del Gobierno húngaro en contra de los refugiados
El Ejecutivo de Orbán alimenta el rechazo al inmigrante en su campaña por el no a las cuotas europeas de asilados en la consulta del domingo
La retórica no deja lugar a dudas. “¿Sabía que los atentados de París fueron cometidos por inmigrantes?” o “¿Sabe que desde el inicio de la crisis migratoria ha habido un fuerte incremento de asaltos sexuales a mujeres?”. Son algunos de los xenófobos mensajes de la campaña del Gobierno húngaro en favor del no en el referéndum de este domingo sobre la acogida de refugiados. Una cruzada que alimenta el miedo y el rechazo al inmigrante, en la que el Ejecutivo del nacionalista Víktor Orban, férreo opositor al sistema de reubicación acordado por la UE, ha gastado unos 32 millones de euros en un año.
La difusión de los mensajes contra la solidaridad europea y por el cierre de las fronteras se iniciaron el verano pasado, con las llegadas masivas de refugiados e inmigrantes al país, a través de la ruta de los Balcanes, y construcción de una valla fronteriza para impedir el paso desde Serbia. Pero los lemas se han ido haciendo más agresivos y torticeros –como la comparación con el terrorismo, cuando los ataques de la capital francesa o la belga fueron perpetrados, en su mayoría, por ciudadanos franceses, por ejemplo—según se acerca la polémica consulta. Desde hace semanas, la campaña del Ejecutivo martillea constantemente en la radio, la televisión y la prensa húngara.
Los carteles que piden el no en la consulta son muy visibles en las calles de ciudades como Budapest, en los autobuses públicos o en las vallas publicitarias de las principales carreteras. Esta semana, los más visibles llaman a no “arriesgar” el futuro de Hungría. Y es que, otra de las consignas del Ejecutivo ha sido: “¿Sabía que Bruselas quiere asentar en Hungría un número de inmigrantes equivalente a una ciudad?”. En realidad, el mecanismo de reasentamiento acordado por mayoría y que Budapest ha recurrido al Tribunal de Justicia Europeo marca que Hungría debe acoger a 1.294 asilados. De momento no ha reubicado a ninguno.
“El Gobierno altera los datos y trata de mostrar un panorama atemorizante y absolutamente desalentador para movilizar a los ciudadanos y que acudan a votar”, afirma Andrea Egry, estudiante de Historia del Arte de 23 años, en la plaza de Blaha Lujzater, en el centro de Budapest. Los sondeos marcan que la mayoría de los ocho millones de húngaros convocados a las urnas votarán por el no a las cuotas. Ahora se trata de ver si el referéndum supera el 50% de participación para ser considerado válido.
Junto a Egry, en un pequeño tenderete, un grupo de miembros del pequeño partido Együtt (Juntos) reparten folletos y hablan a la gente sobre la consulta del domingo. “Hungría debe defender los valores europeos de solidaridad. El primer ministro Orbán se aprovecha del desconocimiento y de una situación puntual de llegadas muy grande para respaldar su mensaje, pero en realidad los ciudadanos no tienen suficiente información, sólo propaganda”, afirma Krisztina Baranyi, representante de Együtt en el Gobierno local. Su partido pide la abstención en la consulta. La misma estrategia que ha puesto en marcha el debilitado socialista y la Coalición Democrática de partidos de izquierdas.
Istvan Hirch, funcionario de 45 años, no opina lo mismo. “Hungría no se puede convertir en el destino o el lugar de paso de todos los inmigrantes… este es un país pequeño, no hay trabajo ni medios para todos”, asegura el hombre, que camina empujando un carrito de la compra. “Yo no digo que no venga nadie, pero debe hacerse de forma muy regulada, con un sistema de mano de obra”, opina.
A la agresiva campaña del Gobierno responde el partido Perro de dos colas, una formación sin peso político pero que se está haciendo fuerte en la oposición visible a Orbán a través de mensajes satíricos. “¿Sabe que un húngaro medio ve a lo largo de su vida a más ovnis que migrantes?” es uno de ellos. Se lee en decenas de carteles sembrados en el centro de Budapest, con los que animan a depositar votos nulos para boicotear la consulta. No obstante, pese a su visibilidad, su presupuesto que no llega a los 100.000 euros –recaudados a través de crowfunding-- poco puede hacer contra la campaña oficial.
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