“La mayoría de los refugiados están en ciudades, no en campamentos”
El antiguo responsable de Exteriores británico afronta con esta ONG estadounidense el desafío de auxiliar al mayor número posible de desplazados
Desde que se han incrementado las crisis humanitarias, por las diferentes guerras y conflictos en el mundo, el Comité Internacional para Refugiados (International Rescue Committee, IRC, en sus siglas en inglés), tiene el desafío de lograr atender al mayor número de desplazados, cifra que se ha triplicado con 60 millones de personas, el mayor incremento desde la Segunda Guerra Mundial.
Y es David Miliband, el otrora líder laborista y ministro de Asuntos Exteriores inglés, el encargado de que IRC, fundada por Albert Einstein en 1933 para rescatar a judíos de Europa y recolocarlos en Estados Unidos, sea una institución efectiva. Una labor que realiza con mucha empatía ya que su propio padre, Ralph Miliband, huyó de los nazis en Bélgica para encontrar refugio en Inglaterra.
Por ello, cuando Miliband se vio forzado a dejar la política inglesa en 2010, derrotado por su hermano Ed, cerró su casa en Londres y junto a su familia aterrizó en Nueva York para de ahí coordinar una labor humanitaria en 30 países. Su trabajo consiste en dar servicios sanitarios, de educación, trabajando con niños y mujeres, así también da formación a personas que busquen un sustento económico. Con tal motivo es que IRC está presente en 200 ciudades de zonas de conflictos, y en sus países vecinos.
Pues los campos de refugiados no son los únicos sitios de acogida; el mayor número de personas se concentran en las ciudades, con el 60%, explica Miliband. Solo en Estambul, por ejemplo, hay más refugiados sirios que en toda Europa. Y Turquía en su totalidad, acoge a más de 2 millones.
P. ¿Últimamente su trabajo está más enfocado con los refugiados sirios?
R. Representan un 20-25% de nuestro trabajo internacional, pues nuestra labor con los refugiados también está en Birmania y Afganistán. La zona de Siria es importante, pero no la única. Lo que nos hace únicos es que trabajamos en zonas de guerras y en países vecinos, en lugares de tránsito como Grecia, y ninguna otra organización trabaja en la fuente del conflicto y luego los establece en Estados Unidos.
P. ¿Qué pasa con las personas que ya han llegado a Europa? ¿Trabajáis con ellos?
R. No hacemos asentamientos en Europa. Europa es un continente desarrollado que no necesita otra ONG, ya hay muchas. Trabajamos en Grecia, sí, porque nadie más organizaba los registros, la coordinación de buses, la ayuda sanitaria, la administración de los campos. Este verano enviamos un equipo a Grecia, nunca pensé que lo íbamos a hacer pero…
P. ¿Tenéis un plan para los campos de refugiados en Grecia, Turquía, Jordania?
R. En Jordania, sí. Pero, recuerda, la mayor parte de los refugiados están en ciudades, no en campos de refugiados. Trabajamos en las zonas de guerras y en los sitios vecinos, donde está el 85% de estas personas. La crisis de Grecia nos hizo mandar un equipo, pero no trabajamos en el corazón de Europa [el propio Miliband visitó Lesbos el pasado mes de septiembre]. En todo caso estaríamos muy contentos de tener trabajadores españoles y donantes españoles.
P. ¿Cómo ve el futuro de la ayuda humanitaria?
R. De momento veo un gran desajuste entre las necesidades y las provisiones. No solo porque haya más gente, sino por las desfavorables circunstancias con ISIS (Estado Islámico) y Boko Haram en África, entre otros. Las zonas urbanas no han sido el lugar donde las organizaciones humanitarias tradicionalmente han estado preparadas para trabajar. Hay buenas oportunidades. Creo que hay muchas buenas ideas sobre cómo potenciar a la gente en zonas urbanas, no solo en los campos de refugiados. Y estos desafíos hay que llevarlos a cabo, por ello necesitamos más donantes, más recursos, pues el 43% del mundo extremadamente pobre vive en estas zonas de conflicto.
Hay un problema masivo de gente llegando, sin resolver, en zonas de conflictos como en Congo y Afganistán. Hay otro conflicto, otra vez, en Irak. Así que hay una gran oportunidad para la comunidad internacional, para buscar la paz. Sin embargo, mientras sigan las guerras, es difícil que las organizaciones humanitarias puedan mantener su ayuda.
P. ¿Ve luces al final del túnel?
R. Veo luces. Ayudamos a 17 millones personas el año pasado, estamos muy orgullosos, y queremos hacerlo mejor, con mejores recursos, programas más efectivos. Necesitamos más programas específicos para mujeres y niños, y otros para grupos de necesidades especiales. Pero no puedo pretender ver el final de la guerra pronto. Por eso, tenemos que desafiar a los políticos y así también pedirles dinero.
P. Si la guerra no termina, esto seguirá y… ¿podrá ir a peor?
R. Es verdad. Es por ello que desde la comunidad humanitaria debemos hacerlo mejor, aprovechando cada centavo, pero son los políticos los que deben parar la guerra. Y ese es el dilema. Creo que debemos hacerlo mejor en el sector humanitario, pues es más fácil extender la ayuda humanitaria. Mujeres y niñas siguen caminando varios kilómetros para conseguir comida, son asuntos que se pueden solucionar. La gente pierde la fe cuando se falla en asuntos simples.
P. ¿No cree que las organizaciones internacionales, en vez de dar el pescado, deberían enseñar a pescar?
R. Ese es un buen argumento para dejar trabajar a los desplazados, por ello ayudamos para que encuentren su propio sustento, ya que muchos trabajan en el mercado negro. Hay reglas que dicen que no pueden trabajar, pero ellos lo hacen ilegalmente, lo cual es ridículo. Las naciones que albergan a los refugiados están en su derecho en pedir ayuda. No solo necesitan ayuda social, sino económica. Nuestro principal impulso a los Estados frágiles es que tengan un apoyo económico. Jordania ya tenía muchas necesidades, incluso antes de que recibiera a más de 700.000 refugiados, y el Banco Mundial debería estar trabajando allí, pero argumentan de que no es un Estado pobre. Y eso debería cambiar.
P. Finalmente y cambiando de tema: ¿Volverá a la política inglesa?
R. No, de momento estoy muy bien aquí.
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