El otro proceso de paz
En Colombia es necesario plantear un proceso paralelo al de La Habana, de este lado para ver si logramos una reconciliación
“Se agotó el tiempo, se agotó la paciencia”, le dijo el presidente Juan Manuel Santos esta semana a las FARC, que anunciaron un importante pero insuficiente cese el fuego unilateral, por un mes, y a partir del 20 de julio. Le faltó decir al presidente colombiano que el tiempo se agotó también para los violentos de palabras y trinos que no han sido capaces de generar un ambiente al menos de tolerancia de este lado.
No estoy hablando de unanimismo, que tanto daño hace a la democracia. Estoy hablando de respeto, de unos mínimos de tolerancia por el otro y, principalmente, de justicia. Quienes están llamados a representarla y aplicarla no pueden seguir mandando el mensaje de que no somos capaces de defender nuestra democracia de magistrados corruptos, chuzadores, políticos con antecedentes o prontuarios que resucitan en cada campaña porque han tenido en la impunidad su mejor aliado.
Parecería necesario plantear un proceso de paz paralelo al de La Habana, de este lado para ver si logramos una reconciliación pues lo que hemos visto esta semana indica que se están profundizando las diferencias. El procurador general de la Nación Alejandro Ordoñez acusa al Gobierno y a las FARC de tener un acuerdo, un complot, para sacarlo de su cargo. Ordoñez incluso usa hoy los mismos argumentos del alcalde Gustavo Petro, cuando él mismo lo destituyó en marzo de 2014. En ese momento, el ex guerrillero del M-19 y otrora senador dijo que había un acuerdo de la oligarquía, los medios y el procurador para impedir su gestión como alcalde de Bogotá.
Entre gobierno y oposición tampoco parece viable un acercamiento, pero sí se les podría pedir algo de prudencia. No dan ejemplo de respeto quienes usan las redes para insultar. Y menos si se trata de la ministra de educación que ha demostrado su eficiencia y compromiso. Gina Parody no puede llamar paramilitar al ahora senador de la oposición, el expresidente Alvaro Uribe, y mucho menos puede aceptarse que desde el Centro Democrático, el senador José Obdulio Gaviria le responda diciéndole criminal, lagarta, rica y gay. Homofobia y odio le salió por los poros al primo de Pablo Escobar, el escudero de Uribe. (Lo que es un hecho y no un insulto).
Entre gobierno y oposición no parece viable un acercamiento, pero sí se les podría pedir algo de prudencia
La ministra que debe ocuparse de garantizar una sociedad incluyente, enseñar sobre el uso del lenguaje no puede interpretar la estrategia de defensa de los hechos de Gobierno como un ataque a la oposición. Quienes se vieron afectados por sus señalamientos bien les convendría reflexionar sobre cómo la impunidad, nuevamente la impunidad, termina por volverse contra ellos mismos. No vaya y le pase lo mismo al magistrado Jorge Pretelt investigado por soborno. Quien lo denunció está preso y él en cambio sigue en su despacho administrando justicia, por ahora.
Si todos y cada uno de los funcionarios se ocuparan de cumplir a cabalidad sus funciones nos ahorraríamos tantos enfrentamientos, como el que también despertó la amenaza del fiscal Eduardo Montealegre de judicializar a los medios y personas que propagan en las redes fotos o videos que registran hechos terroristas. El jefe del ente investigador piensa como las FARC, Piedad Cordoba y Gustavo Petro, que los medios de comunicación engañamos a la opinión y somos los enemigos de la paz por cumplir nuestro papel de informar.
Los partidos políticos también están llamados a demostrar que son capaces de no repetir el espectáculo de enfrentamientos por los avales para sus candidatos a las elecciones regionales de octubre próximo. Cuando la lógica indica que solo debe pensarse en escoger al mejor, el proceder político los lleva a elegir al que más votos tenga sin importar la cola que arrastran, como los lagartos.
Los ciudadanos también deben jugar un papel definitivo en generar un ambiente de conciliación de este lado. No más modelos exponiendo sus pechos para irrespetar al policía que le pide cumplir las normas y amenazarlo con el vergonzoso: usted no sabe quién soy yo. Aquí solo sirve decir soy un colombiano, un ciudadano, que cumple la ley y exige hacerla cumplir.
Solo así recuperaremos algo de derecho y dignidad para construir un país capaz de recibir a los guerrilleros en el escenario de que el proceso de negociación llegue a feliz término, para lo cual, como dice Ricardo Silva, alguien que hable el lenguaje de las FARC, les tiene que decir: ya no más por favor. Por ahora que el Papa que recorre Suramérica rece por nosotros.
Diana Calderón es directora de Informativos y Hora 20 de Caracol Radio Colombia. @dianacalderonf
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