El patrimonio ‘ocupado’ de Perú
El Gobierno de Lima alerta sobre el daño que sufren emblemas arqueológicos del país
En lo que va del año, solo en la región de Lima, el Ministerio de Cultura de Perú ha registrado 85 emergencias en sitios arqueológicos considerados patrimonio, pero en el país son 52 los lugares que afrontan mayor riesgo o ya han sufrido invasiones desde el año pasado. La directora general de Defensa del Patrimonio Cultural, Blanca Alva, explica que sus colegas en Latinoamérica “nunca afrontan tal cantidad de casos” como en Perú.
Las invasiones de terrenos del Estado en el país andino solían ocurrir cerca de Navidad y Año Nuevo, cuando la policía está más atareada, pero ahora se dan en cualquier momento del año y afectan a sitios que guardan la historia. La madrugada del 19 de mayo, más de 1.000 personas ocuparon Tablada de Lurín, un área que comprende un complejo de sitios prehispánicos al sur de Lima, y que es visitado por los escolares, pues se trata del único cementerio prehispánico intacto excavado e investigado desde fines de los años 50.
La policía y el gas lacrimógeno no fueron suficiente durante varias horas para desalojar a las personas que respondían con pedradas, quienes habían llegado allí porque el nuevo alcalde distrital les ofreció lotes de vivienda en la zona. Al día siguiente, otro grupo de 2.000 invadió un área de 32 hectáreas en el Morro Solar de Lima, un espacio que no solo contiene huacas (construcciones prehispánicas de adobe) sino que fue el lugar donde se apostaron trincheras y baterías en la guerra del Pacífico con Chile, entre 1880 y 1881, y por ello es considerado patrimonio cultural de la nación.
Seis días después, fueron desalojados, pero volvieron el último fin de semana a la zona arqueológica de Marcavilca, en el Morro. El pasado martes, el Ministerio de Cultura informó que está identificando a los líderes de los asentamientos humanos colindantes para que apoyen “campañas de sensibilización sobre la protección del Morro Solar”, tal como están haciendo en Tablada de Lurín.
“Esta tendencia de creer que se pueden asentar en un sitio arqueológico o destruir patrimonio histórico con impunidad y para beneficio de unos cuantos, me parece que solo existe en Perú”, comenta Alva, quien precisa que de las 85 emergencias en Lima, 23 se debieron a invasiones: ocho de ellas registradas en mayo, el mes con más incidentes en 2015.
Según la funcionaria, las otras amenazas a los sitios arqueológicos son “obras no autorizadas, vandalismo, grafitis, quema de basura que ennegrece las paredes de los sitios arqueológicos, ampliación ganadera o agrícola y minería ilegal”.
Comercio ilegal
El Ministerio de Cultura ha redactado un listado de 52 sitios que sufrieron invasiones desde el año pasado y que tienen el mayor riesgo a nivel nacional, de los que Alva Guerrero estima que los más importantes son las Líneas de Nazca (Ica), Ucupe (Lambayeque), y, en Lima, Cerro Colorado, Aspero, Bandurria, Huacones, Garagay, Canto Grande, Morro Solar y Puruchuco. En la zona arqueológica de Ucupe, los ocupantes habían ya marcado con tiza, piedras y palos los futuros lotes.
“Los invasores dicen que no tienen dónde vivir y que si son tierras del Estado pueden establecerse”, relata la directora de Defensa del Patrimonio.
Sin embargo, uno de los casos más llamativos de destrucción de patrimonio no ha podido ser sancionado: en 2013 una inmobiliaria arrasó con una pirámide en el centro ceremonial Paraíso, de 4.000 años de antigüedad, al norte de Lima, pero la empresa apeló la imposición de una multa de unos 900.000 dólares.
“La destrucción era el primer paso para allanar el terreno para la edificación de condominios. El Ministerio de Cultura ha puesto vigilancia 24 horas, se efectuó denuncia penal que el Ministerio Público archivó. Los poseedores privados del terreno impugnaron el proyecto de inversión para la investigación del sitio, pese a que la ley dice que todo sitio arqueológico descubierto o por descubrir es propiedad del Estado independientemente de que se encuentre en terreno privado”, refiere Alva.
La historiadora peruana Carmen Arellano comenta que hay factores históricos, territoriales, psicológicos y político-culturales detrás de la agresión de los peruanos al patrimonio. “El comercio legal e ilegal ha llevado a que las personas del campo pierdan el respeto a sus antepasados y ya no defiendan su pasado como antes. A esto se suma la migración por la reforma agraria, terrorismo y crisis económica, que ha hecho que los originarios que defendían sus ruinas hayan dejado paso a los nuevos que no tienen ese respeto por sus antepasados”, señala la exdirectora del Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia de Perú, y también excuradora del Museo Smithsonian en Estados Unidos.
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