El riesgo de acercarse a la ‘civilización’
Los indígenas aislados de la Amazonía brasileña se contagian de enfermedades para las que no tienen defensas
En el primer contacto, el 27 de junio, ellos eran siete hombres y mujeres que sujetaban flechas. También llevaban una escopeta y hablaban una lengua desconocida en aquella región amazónica, en el Estado del Acre, cerca de la frontera de Brasil con Perú. Vieron un barco de la Fundación Nacional del Indígena (Funai), se acercaron y gesticularon. Los trabajadores les observaron y se fueron. Según las directrices de la institución, deben aproximarse a pueblos aislados en la selva solo cuando están en riesgo los indígenas.
Dos días después, los mismos indígenas se presentaron en la aldea Simpatía, la última antes de la frontera, de la etnia ashaninka. Cantaron, imitaron a los monos y amenazaron a un hombre que sostenía una escopeta: “Si nos maltratan, les hechizaremos”, tal y como recoge un vídeo, traducido después. Movían el estómago, en una señal interpretada como un aviso de que tenían hambre, y recibieron de los ashaninka dos ristras de plátanos. Entraron en la aldea y robaron un pantalón corto y un hacha. Se fueron, pero volvieron al día siguiente: uno de ellos estornudaba y tosía.
La posible gripe encendió una señal de “alerta máxima” en el equipo de la Funai, que, hasta entonces, intentaba convencerlos de regresar a la selva. La Amazonía brasileña es el área con la mayor cantidad de indígenas aislados del mundo, según la ONG Survival International. Cuando deciden dejar su aislamiento, tardan tres generaciones en adquirir la inmunidad necesaria contra la gripe, la malaria, la hepatitis o el sarampión. Por eso, los encuentros suelen resultar desastrosos: una enfermedad no tratada puede acabar con del 50% al 90% de una comunidad, afirma la Funai. Los siete miembros del grupo contrajeron la gripe.
La Amazonía brasileña es el área con la mayor cantidad de indígenas aislados del mundo, según la ONG Survival Internationa
Según esa fundación, hay al menos 104 registros de grupos indígenas aislados en el país. La entidad ya ha localizado a 26 de ellos y los vigila a distancia. Entre estos, figura el pueblo del río Xinane, en el Acre, al que pertenecen esos siete indígenas. El suyo es el mayor encuentro con indígenas registrado por la Funai desde 1988. Fue la segunda vez que la iniciativa partió de los indígenas.
El hecho causa preocupación: es un indicio de que el área donde viven se halla en riesgo. “Nos relatan que están huyendo de un conflicto, vinculado a una presión sobre su territorio”, contó Leonardo Lênin Santos, coordinador de la Funai, en una audiencia convocada la semana pasada por la Comisión de Medioambiente del Senado para discutir la situación. “La dinámica de esos pueblos aislados está cambiando en función de esa presión territorial. Estamos lidiando con relatos de masacres”, resaltó. Se sospecha que huyeron del lado peruano de la frontera, donde está registrada la acción de madereros.
Este martes, en una rueda de prensa en Brasilia, la presidenta de la Funai, Maria Augusta Assati, aclaró que el Ministerio de Relaciones Exteriores pidió ayuda al Gobierno peruano para identificar las presiones e intentar combatirlas. “En este momento, no podemos afirmar que las presiones se produzcan en territorio peruano, ni cuáles son”, afirmó, y añadió que el lado brasileño del área está vigilado, de modo que es poco probable que las acciones hayan ocurrido allí.
Nos relatan que están huyendo de un conflicto, vinculado a una presión sobre su territorio” Leonardo Lênin Santos, coordinador de la Funai
Survival International, sin embargo, destaca que son muchos los casos de indígenas aislados muertos en territorio brasileño, especialmente en áreas no demarcadas —lo que no es el caso de esa región del Acre—. Hay algunas tribus aisladas que sobreviven con un número muy bajo de miembros, como el hombre del agujero, un indígena solitario que reside en la región de Tanaru, en el Estado de Rondônia, en el norte del país, y rechaza cualquier tipo de contacto. En 2009, según la Funai, este hombre fue perseguido por tiradores. Se cree que los otros miembros de su aldea pueden haber sido víctimas de una matanza. Para los antropólogos que estudian a esos grupos, muchos de ellos tuvieron, en el pasado, algún contacto traumático con las civilizaciones, y por eso decidieron distanciarse.
La ONG creó una petición en la web que reclama acciones por parte de los Gobiernos de Perú y del Brasil para ayudar los indígenas del Xinane. “Lo más importante es proteger sus tierras para que puedan vivir como quieran y tengan la libertad de decidir si quieren establecer contacto”, afirma Laura de Luis, la portavoz de la organización.
La Funai destaca que 24 indígenas ya dejaron la selva en busca de ayuda, y se trabaja con la posibilidad de que el grupo aumente a 60 en los próximos días. Se les realizaron análisis de sangre para ver sus anticuerpos y recibieron algunas vacunas. Les acompaña un equipo médico que tiene a su disposición helicópteros para salvar con rapidez la distancia hasta el centro de salud más cercano, a seis días en barco.
“Estamos lidiando con una situación de emergencia. O hacemos, en efecto, una intervención competente, o se repetirán los casos de contagios, donde la mortandad de los grupos indígenas ha sido muy alta”, advirtió el coordinador de la Funai en la audiencia en el Senado, convocada por el senador Jorge Viana, del PT. Tras los casos de contagio, Viana consiguió el apoyo del Gobierno para implantar un proyecto que aumentará los presupuestos para la protección de esos indígenas.
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