“Son días de mucha inestabilidad, no sabés quién sos, ni tu historia”
Decenas de argentinos han vivido la experiencia traumática de descubrir su verdadero origen
La experiencia que Guido, criado como Ignacio, afronta a partir de ahora ya la han vivido antes decenas de nietos. En la lista de recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo —hijos de desaparecidos robados por la última dictadura militar de Argentina (1976-1983) y entregados en general a personas vinculadas a ella (apropiadores)— figuran treintañeros e incluso algunos cuarentones. Varios de ellos se han dedicado a la política, muchos otros han mantenido un perfil bajo. Algunos recuperaron su identidad siendo aún niños, y de un día para el otro dejaron de vivir con sus padres adoptivos y quedaron a cargo de sus abuelos; otros lo supieron de adultos, inclusive con hijos propios, a los que debieron explicarles que toda la familia cambiaba de apellido. En ciertos casos, se resistieron a conocer la verdad y un juez debió ordenar registros en sus casas para recoger muestras. Varios de ellos, con el tiempo, aceptaron su realidad y lo agradecieron públicamente.
Algunos rechazaron conocer la verdad y el juez ordenó recoger muestras
Hay quienes se acercaron por iniciativa propia a Abuelas de Plaza de Mayo porque dudaban de su origen. Hasta el futbolista Lionel Messi participa en una campaña de anuncios televisivos en la que se invita a los jóvenes con dudas a hacerse el análisis de ADN. Se presume que unos 500 bebés fueron robados. Algunos de los 114 casos resueltos son de fetos que no llegaron a nacer: sus madres fueron asesinadas en pleno embarazo.
La noticia del hallazgo del nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, ha provocado la reacción de varios de los jóvenes recuperados que se dedican a la política. “Siempre supimos que llegaría el día en el que los nietos buscaríamos a las abuelas y no ellas a nosotros. Fue lo que hice yo, lo que hizo Guido [Montoya Carlotto]”, dijo el miércoles el diputado Juan Cabandié, uno de los que se ha enrolado en el kirchnerismo, la fuerza política que impulsó desde 2003 la reanudación de los juicios contra los criminales del régimen.
“En mi caso tenía dudas porque no tenía buena relación con mis padres, había sospechas, cosas que no coincidían, no sólo físicas”, contó Cabandié, que declaró contra su falso progenitor en el juicio en 2012 por el robo de bebés en la dictadura. “Mi apropiador era policía, pero a veces las familias no están ligadas a la dictadura, como el caso del nieto de Estela. A mí me habían puesto Mariano Falco y entiendo que uno después tiene la posibilidad de decidir cómo anotarse. Yo quise que mi nombre sea solo Juan, otros nietos conservan los dos nombres —el original y el impuesto por los padres adoptivos—. Esos días —cuando se descubre la identidad— se viven con mucha inestabilidad, no sabés quién sos, cómo es tu historia, tus orígenes. Cuando sospeché —de los orígenes—, miré a mi alrededor y vi que estaba rodeado de mentiras. Siempre me habían dicho que era su hijo biológico”, relató Cabandié a la emisora C5N.
Messi participa en una campaña para animar a hacerse análisis
Otra joven recuperada y que ahora se dedica a la política es Macarena Gelman, nieta del poeta Juan Gelman y candidata a diputada en Uruguay por el gobernante Frente Amplio en las elecciones presidenciales del 26 de octubre. Su madre adoptiva fue quien se lo contó a los 23 años y la acompañó en la búsqueda de sus orígenes.
Otro caso es el de Victoria Donda, que fue kirchnerista y ahora es diputada por el opositor Frente Amplio Unen. “Es muy difícil procesar dónde naciste, cómo quedaste huérfano, reconstruir de adulto toda una familia biológica que nunca conociste. Una fecha de cumpleaños diferente, un nombre distinto”, contó el miércoles en el canal TN. Donda, que nació en el centro clandestino de detención de la Escuela Mecánica de la Armada, también se acercó en su momento a Abuelas.
Algunos jóvenes recuperados rompen todo vínculo con sus apropiadores. Otros lo mantienen, como es el caso de Donda, que sigue visitando en la cárcel al militar que la robó de pequeña. Ella ha confesado que lo quiere, y lo ha perdonado, pero considera justo y bueno para él que esté en prisión pagando por lo que hizo.
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