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Conversaciones de Paz

Las FARC se comprometen a romper cualquier nexo con el narcotráfico

El gobierno de Colombia y la guerrilla llegan a un acuerdo para combatir a los cárteles Es el tercer pacto de una agenda de seis puntos que rige los diálogos de paz

Imagen de la conferencia de prensa de este viernes en La Habana
Imagen de la conferencia de prensa de este viernes en La Habana Ramón Espinosa (AP)

Las FARC se han comprometido a cortar cualquier nexo con el narcotráfico. Este es el anuncio más importante de una larga declaración leída la tarde de este viernes en La Habana por los garantes de las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla. Es el tercer pacto al que llegan de una agenda de seis puntos que se trabajó durante cinco meses y que pretende solucionar el problema de las drogas ilícitas y los cárteles, que en las últimas décadas han afectado y enlutado al país.

El comunicado conjunto sostiene que en un escenario de posconflicto la guerrilla pondría “fin a cualquier relación, que en función de la rebelión, se hubiese presentado con este fenómeno”.

El jefe de la delegación del Gobierno colombiano, Humberto de La Calle, explicó que lo logrado busca una solución definitiva al problema del narcotráfico. “Es a la vez una estrategia económica, social, política y jurídica, lo que quiere decir que involucra todos aquellos aspectos incluidos en el fenómeno del cultivo de drogas ilícitas y el narcotráfico para su solución. Esta es la palabra clave de este acuerdo: solución. Estamos hablando de futuro”, agregó el jefe negociador en un pronunciamiento desde Cuba, donde se llevan a cabo las diálogos desde noviembre de 2012.

A las pocas horas de haberse hecho público el acuerdo, el presidente Juan Manuel Santos celebró la noticia asegurando que de lograrse la firma de la paz con las FARC, la meta acordada es que Colombia sea un país libre de cultivos ilícitos. “¿Se imaginan una Colombia sin coca?”, preguntó el presidente, a lo que respondió: “Eso es lo que está al alcance de nuestras manos si implementamos estos acuerdos”, dijo.

El mandatario aprovechó para insistir en que el anuncio de este acuerdo es lo más lejos que se ha llegado en cualquier intento de negociación con esta guerrilla. “Si Colombia ha logrado tanto en medio de la guerra, imaginen qué podríamos hacer si la terminamos. Hoy tenemos más motivos para decir que la paz sí es posible”, dijo emocionado.

Por su parte, los negociadores reconocieron en su comunicado conjunto que el cultivo, la producción y la comercialización de estupefacientes han alimentado y financiado el conflicto armado que ya completa medio siglo. De La Calle aseguró que sin la guerra de por medio será más fácil poner en marcha programas “que transformen los territorios y resuelvan los problemas de los campesinos y de la coca de una vez para siempre”, así como concentrar esfuerzos en atacar las estructuras del crimen organizado, que es lo que quedaría si las FARC dejan las armas.

En últimas, se trata de un programa “ambicioso” de sustitución voluntaria y desarrollo alternativo que transformaría el campo colombiano, explicó De La Calle. “La aspiración es que todos los cultivadores y las comunidades en esos territorios (sembrados con coca) celebren acuerdos de sustitución con el programa”, agregó y reconoció que todas las zonas afectadas por cultivos ilícitos coinciden con regiones donde es necesario “revitalizar la economía campesina”.

Otro aspecto valioso de este acuerdo es que la guerrilla formará parte de un programa de desminado en las zonas cocaleras, ya que para que la sustitución sea efectiva habrá que limpiar cientos de hectáreas en todo en el país que han sido sembradas con minas antipersonal. Las FARC se comprometieron, además, a suministrar información sobre la ubicación de estas minas y otras municiones sin explotar.

El programa de sustitución incluye el compromiso de que las comunidades campesinas no sembrarán de nuevo coca. Si esto no se cumple el gobierno erradicará de forma manual, pero de no llegarse a acuerdos con las comunidades para la erradicación, cabría la posibilidad de que se realicen aspersiones aéreas, un tema que ha generado desde siempre el rechazo generalizado en las comunidades afectadas y en gran parte de la opinión pública.

Este punto lo aclaró De La Calle porque no queda claro en el comunicado. “El Gobierno se reservará la posibilidad de recurrir a la aspersión. Es una posibilidad que está abierta para casos extremos”, dijo y añadió que por el contrario, las FARC mantienen su oposición a la fumigación en todo el territorio nacional.

Con relación al consumo de drogas, las partes acordaron crear dos programas de alto nivel, uno de prevención y otro de atención a los consumidores de estupefacientes. Y en cuanto al narcotráfico, se anticipó que una vez se firme el acuerdo final se intensificará la lucha contra el crimen organizado y sus redes de apoyo, por lo que se pondrá en marcha una política criminal y otra de lucha contra la corrupción. “Siempre considerando el tratamiento diferenciado que se debe dar a los campesinos y pobladores rurales vinculados a la explotación de los cultivos de uso ilícito”, dice el comunicado.

Así mismo, los negociadores acordaron que se convocará a un grupo de expertos para realizar un mapeo que permita desarticular “la cadena de valor del narcotráfico”, identificar los bienes y finanzas de los narcos y la creación de un nuevo sistema de lucha contra las finanzas ilícitas, entre otros asuntos. “Aquí se buscará una cultura contra el lavado que alerte a las comunidades que favorecen esta actividad de manera consciente o inconsciente”, explicó el delegado del Gobierno.

Con este acuerdo, ya son tres los pactos alcanzados por el gobierno colombiano y las FARC. Los otros dos puntos que ya han sido acordados son el del problema agrario en Colombia, que se hizo público a finales de mayo de 2013, y el de la participación en política de la guerrilla una vez se desmovilice, que se conoció a finales de noviembre de ese mismo año. Estos acuerdos, que son parciales, solo se conocerán en su totalidad una vez se firme el acuerdo final, bajo la premisa de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.

Este anuncio, sumado al del cese al fuego por una semana decretado por las dos guerrillas colombianas, las FARC y el ELN, le dan un nuevo impulso a este proceso de paz en momentos cruciales para el Gobierno de Santos, que se está jugando su reelección. La primera vuelta es el 25 de mayo y la bandera principal de la campaña del mandatario es la salida negociada del conflicto armado. Es ahora, más que nunca, que Santos necesita un nuevo aire en las encuestas que podría ser aportado por los acuerdos de La Habana. 

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