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Un funcionario del Gobierno argentino organiza una barbacoa en la ESMA

Organizaciones de derechos humanos discuten el uso del espacio para la memoria

Alejandro Rebossio

Una polémica entre organizaciones de defensoras de los derechos humanos de Argentina se ha desatado por un asado. El pasado sábado un alto funcionario del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner e hijos de desaparecidos en la última dictadura militar (1976-1983) montaron una barbacoa en un área del Espacio para la Memoria, que funciona donde estaba la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), que fue uno de los principales centros clandestinos de detención y tortura del régimen. No es la primera vez que hay un asado allí. En diciembre pasado había organizado otro el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, a quien algunos militantes contra la dictadura le pidieron entonces la renuncia.

En la antigua ESMA funcionan diversos espacios. Está el sector donde estuvieron secuestradas y donde fueron torturadas unas 5.000 personas, y que se mantiene intacto como espacio para visitas guiadas. Pero la ESMA también contiene otros edificios donde funcionan diversos centros culturales y políticos, a cargo de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo o el colectivo Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS), pero también canales estatales de televisión o la redacción de una prestigiosa revista de jóvenes de barrios de chabolas, La Garganta Poderosa.

Después de la polémica barbacoa del ministro en diciembre, este lunes la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos publicó un comunicado denunciando el asado que en el sector de HIJOS habían protagonizado miembros de esa agrupación y el subsecretario de Promoción de Derechos Humanos del Gobierno de Fernández, Carlos Pisoni. La asociación explicó que unas 30 personas, algunas de ellas víctimas de la represión del régimen, estaban haciendo una visita guiada a la ex ESMA cuando se encontraron con la barbacoa y comenzó una discusión con los comensales. "Les planteamos que no tenían conciencia y que en ese lugar quemaban los cuerpos de los compañeros”, dijo Enrique Fukman, secuestrado por la dictadura. “Nos respondieron en forma burlona. Su actitud era despectiva”, añadió Fukman, que también se quejó de que además estaba ensayando una murga con bombos y platillos. “En la ESMA no pueden existir murgas o hacerse asados. Tiene que ser un espacio de interpelación sobre lo sucedido en la dictadura. Ni siquiera tuvieron reparo en pedir disculpas, ni siquiera pudieron entender que esto nos podía lastimar”, opinó Fukman.

"En Auschwitz pasaron 70 años y no se hacen estas cosas”, se quejó al conocer la noticia Nora Cortiñas, una integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que es un colectivo separado de la asociación de madres de desaparecidos que conduce Hebe de Bonafini. “¿Qué les pasa a los jóvenes que tienen la oportunidad de reivindicar a sus padres desaparecidos? A mí me tiene indignada esta situación", opinó Cortiñas.

En cambio, el concejal kirchnerista Juan Cabandié, que fue uno de los bebés robados de padres secuestrados en la ESMA y que nació en el centro clandestino, defendió los asados y las murgas en ese espacio: "Me da una alegría tremenda que sea así. Siempre que se mantengan los edificios más emblemáticos, donde pasaron nuestros padres, donde nacimos muchos chicos. Eso nunca se lo va a tocar y se lo va preservar como está. La ESMA debe ser un ámbito de resignificación. Hay que darle vida. Por eso celebramos que se esté inaugurando un pabellón nuevo destinado a no perder la memoria sobre lo acontecido en (la guerra de) las Malvinas (1982) o nos alegramos que funcione Paka-Paka (canal estatal infantil) o Canal Encuentro (educativo)".

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