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Portugal rechaza la oferta de la brasileña Synergy para la compra de la aerolínea

El Gobierno está decidido a privatizar la compañía e impulsará un nuevo concurso internacional

Antonio Jiménez Barca
Logotipo de TAP en el aeropuerto de Lisboa.
Logotipo de TAP en el aeropuerto de Lisboa. Francisco Seco (AP)

El Gobierno portugués, después de varios días de rumores e incertidumbres, ha decidido rechazar la única oferta presentada para la privatización de la compañía de bandera del país, la aerolínea TAP. Tras el Consejo de Ministros, la secretaria de Estado del Tesoro, Maria Luís Alburquerque, anunció que a juicio del Gobierno, el conglomerado Synergy, propiedad del magnate boliviano-brasileño Germán Efromovich, “no garantizaba de manera inequívoca” los compromisos financieros. Es decir, Efromovich, presidente de varias compañías aéreas entre las que se cuenta la colombiana Avianca, no aseguraba fehacientemente las inversiones comprometidas: además de entregar 36 millones de euros al Gobierno, el empresario prometía inyectar en la compañía 175 millones en un primer plazo y, ocho meses después, otros 150. Además asumía la ingente deuda que arrastra la TAP y que supera los 1.200 millones de euros. Ahora todo esto es papel mojado. Algunos economistas consultados por las distintas televisiones portuguesas se extrañaban de que un magnate así “acudiera a un concurso de estas características sin el apoyo de un banco que le aportara el crédito suficiente”.

Efromovich, que en los últimos días había asegurado que se iba a volcar con la compañía portuguesa y se confesaba muy “optimista” con el resultado del concurso, se apresró ayer a dar “por muerto” el negocio de la TAP. Quien no lo da por acabado es el Gobierno que, decidido a privatizar la compañía, impulsará un nuevo concurso internacional. “Hoy cerramos este proceso, pero habrá otros. El Gobierno no renuncia a la privatización aunque el día que ponemos fin a un proceso no es la fecha ideal para hablar del siguiente”, explicó el secretario de Estado para los Transportes, Sergio Montero.

A juicio del Bloque de Izquierda y del Partido Comunista, la negativa del Gobierno a vender a Efromovich les da la razón en su rechazo a la privatización. “La TAP debe mantenerse con fondos nacionales porque es una empresa estratégica para el país, vital en sectores decisivos como el turismo”, aseguraba la diputada del Bloque de Izquierda Ana Drago.

El portavoz parlamentario del Partido Socialista (PS), Carlos Zorinho, por su parte, aseguraba que "esto pasa por organizar un concurso sin transparencia entre amigos”, en referencia a los contactos y relaciones —publicadas en estos días en la prensa portuguesa— entre Efromovich y el poderoso y polémico ministro de Asuntos Parlamentarios, Miguel Relvas.

Ahora quedan en pie algunas dudas: ¿Cómo hará TAP para recapitalizarse si, por ley comunitaria, el Gobierno no puede hacerlo? ¿Cuál será el futuro de la compañía de bandera portuguesa? Los representantes del Gobierno prefirieron ayer no aventurar respuestas, limitándose a asegurar que se “redefinirá la estrategia de privatización” sin concretar mucho qué quiere decir eso.

Sigue en pie, de cualquier modo, la venta de la concesión de la explotación de los diez aeropuertos portugueses, un negocio rentable que aportará a las magras arcas del Estado portugués más de 2.500 millones de euros. El próximo jueves, detrás del correspondiente Consejo de Ministros, el Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho decidirá cuál de los cuatro grupos internacionales postulantes se alza con la victoria del concurso.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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