Gana Europa
El pacto alcanzado en Bruselas es beneficioso para Europa, la UE y esa construcción esencial que es la Unión Monetaria porque se trata de un proyecto esencialmente político
“El choque entre la visión a largo y la visión a corto plazo determinará” este Consejo Europeo, señalaba Der Spiegel poco antes de que empezara, y, en buena parte, así ha sido. De esta cumbre ha salido un gran paso adelante a unos meses vista, que debe permitir a España e Italia respirar —y por tanto salvar al euro, de momento—, con los decididos avances hacia una Unión Bancaria. Y el encargo —al que los jefes de Estado y de Gobierno dedicaron poco tiempo— al presidente del Consejo, Van Rompuy, de reelaborar para octubre, junto a los de la Comisión, el BCE y el Eurogrupo, y esta vez también de los Gobiernos y del Parlamento Europeo, su informe para avanzar hacia una “genuina Unión Económica y Monetaria”, en términos financieros, fiscales, de política económica y de legitimidad democrática. A partir de ahí, e incluso antes, se abrirá una dura negociación a 27, y sobre todo entre los 17 del euro.
Sin duda, las presiones de España e Italia han hecho mella sobre la canciller alemana
Sin duda, las presiones de España e Italia han hecho mella sobre la canciller alemana. Pero estaba claro que Angela Merkel llevaba meses negociando. Contra casi todo el resto de los 17, contra su opinión pública y contra su Parlamento, en el que ya existe una Gran Coalición de hecho, necesaria para sacar adelante el Pacto Fiscal, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y otros asuntos. Incluso contra Obama y China, como se vio en la cumbre del G-20. Si Rajoy y Monti se han salido con la suya también lo ha hecho Merkel. Ha logrado algo que buscaba: si va a haber intervención directa desde Europa en la recapitalización del sector financiero (español, de momento para el 9 de julio), también tiene que haber una supervisión europea de los bancos, posibilidad ya prevista para el BCE. Es decir, que tenía que haber una visión a larga para aceptar ceder a corto para que Alemania, al menos, sepa a qué atenerse. No digamos ya si se llegara a una garantía europea de los depósitos bancarios. Y el aviso permanece: no habrá ayudas fiscales, no digamos ya una mutualización de la deuda —difícil, por no decir imposible, antes de las elecciones alemanas— sin una supervisión europea de que los Estados cumplen sus compromisos y no se vuelven a desmandar (en lo que empezaron Francia y Alemania, cuyos bancos, por cierto, también tienen problemas aunque se hable poco de ellos).
Este no era, ni es, un juego de suma cero, sino de suma positiva en el que todos, o al menos muchos, podían ganar. Pero quien gana es Europa, la UE y esa construcción esencial que es la Unión Monetaria, pese a estar mal diseñada en sus inicios, porque se trata de un proyecto esencialmente político, pero que para sobrevivir ha de hacerlo sobre bases económicas y financieras sólidas.
Incluso se ha llegado a un primer paquete europeo de crecimiento, aunque demasiado separado de las discusiones sobre las perspectivas presupuestarias de la UE para 2014-2020, pero que puede ser un primer paso, de cierta importancia, para reconciliar austeridad y crecimiento.
Aunque aún quedan muchas incertidumbres que despejar para Europa y para España. Para empezar, que el BCE inyecte liquidez en el sistema español y con el fondo de rescate salga en defensa de la deuda en el mercado secundario. A medio y largo plazo, la principal incógnita española es por dónde vamos a crecer. Sin un horizonte más claro, no volverán los capitales.
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