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Prince vs Andy Warhol: la demanda que amenaza con reinventar cómo la ley entiende el arte pop

La diversidad de procedimientos del arte contemporáneo en el uso de materiales ajenos pone en entredicho ‘Prince’, trabajo del rey del ‘pop art’ creado a partir de una fotografía tomada por Lynn Goldsmith

Netflix ‘Los diarios de Andy Warhol’
Andy Warhol con el que fue su pareja, el ejecutivo Jon Gould. 'The Andy Warhol Diaries'.Andy Warhol Foundation
Ianko López

Afirma una conocida cita de Andy Warhol que el arte es todo aquello en lo que puedes salirte con la tuya. Pero ahora los tribunales de su país quieren enviarle un mensaje contundente al rey del pop art: todo indica que no va a seguir saliéndose con la suya después de muerto.

La Corte Suprema estadounidense decidirá próximamente si una de las obras de Warhol es o no un plagio. El 26 de marzo de 2021, el tribunal de apelaciones del segundo circuito de los Estados Unidos emitió una sentencia según la cual la serie Prince, conjunto de 16 retratos del músico Prince realizada por Warhol en 1984 a partir de una foto previa tomada por Lynn Goldsmith, vulneraba los derechos de autor de esta última. Según su propia declaración, la fotógrafa no había sido consciente de que su obra se había utilizado para generar las de Warhol hasta el año 2016. Al enterarse, informó de la supuesta infracción a la Fundación Andy Warhol, que a su vez interpuso una demanda para solicitar que se declarase que tal infracción no existía, amparándose en el uso legítimo de la imagen original. Una primera sentencia dio la razón a los herederos de Warhol. Pero el tribunal de apelación consideró que no hubo uso legítimo al no haberse realizado una transformación suficiente de la imagen de Goldsmith.

La abogada Blanca Cortés, socia del despacho Roca Junyent y especializada en propiedad intelectual, aclara: “El sistema americano se rige por ese fair use, que opera como una excepción a los derechos de autor en la que entra la interpretación del juez. Uno de estos usos justos se da si la apropiación responde a una finalidad artística sustancialmente nueva y diferente. El sistema europeo impone la necesaria autorización del autor, salvo un listado cerrado de excepciones como la parodia, la cita o el pastiche que resulta hoy insuficiente ante la diversidad de procedimientos del arte contemporáneo en el uso de materiales ajenos o anteriores. Así que un juez español podría haber llegado a la misma conclusión que el estadounidense”.

A la izquierda, la fotografía original de Lynn Goldsmith. A la derecha, la obra de Warhol por la que se le acusa de plagio.
A la izquierda, la fotografía original de Lynn Goldsmith. A la derecha, la obra de Warhol por la que se le acusa de plagio.

En vida, Warhol ya fue objeto de un litigio por otro caso similar. En 1966 la fotógrafa Patricia Caulfield le demandó por usar una fotografía suya como punto de partida en su serie Flowers. Warhol había recortado y girado la imagen original antes de colorearla, y de las obras resultantes extrajo un suculento beneficio económico gracias a su venta en la galería Leo Castelli. El caso se cerró con un acuerdo extrajudicial por el que Warhol no solo abonó los correspondientes derechos de autor, sino que entregó sendos cuadros de la serie a Caulfield y su abogado.

“Como abogada puedo entender la sentencia, pero como aficionada al arte contemporáneo me cuesta compartir sus conclusiones porque solo veo un warhol, no la obra original”, valora Blanca Cortés sobre el caso de los retratos de Prince. “Entre estas dos realidades se abre un vacío al que nos enfrentamos los profesionales obligados a compaginar los tecnicismos del derecho con el entendimiento de cómo funciona el arte contemporáneo”.

Cristina Garrido "roba" los cielos más representativos de la pintura clásica para indagar en los mecanismos de la creación de imágenes.
Cristina Garrido "roba" los cielos más representativos de la pintura clásica para indagar en los mecanismos de la creación de imágenes.

Andy Warhol es uno de los artistas que de manera más reconocible y sistemática han recurrido al apropiacionismo, una de las estrategias creativas más características del arte del último siglo. El apropiacionismo consiste en realizar una obra de arte a partir de otra preexistente. Se distingue del plagio porque el artista plagiario pretende hacerse pasar por el autor de la obra ajena, mientras que el apropiacionista ejecuta una acción más parecida a la cita o al homenaje, aunque a menudo la autoría original quede solo implícita. Se trata de una práctica inherente al posmodernismo, donde lo nuevo y lo antiguo se ubican en el mismo plano, a veces de manera indistinguible. Dentro del ámbito del cine, dos directores típicamente apropiacionistas son Quentin Tarantino y Pedro Almodóvar, cuyas referencias son tan literales que nadie podría interpretarlas como plagios.

En el arte, se abrió la veda al apropiacionismo a principios del siglo XX, cuando Picasso o Braque entendieron que una pintura no tenía por qué representar nada si podía presentarlo directamente, por ejemplo insertando en ella un objeto extraído del mundo cotidiano (en el caso más célebre, un fragmento de hule con un estampado de rejilla) a modo de collage. Artistas posteriores recurrieron con fines similares a las imágenes publicitarias, los productos del supermercado o incluso, en un momento dado, a otras obras de arte. Después de Warhol, ha sido el caso de Sherrie Levine (las obras de la serie After Walker Evans, por ejemplo, eran fotos disparadas sobre las páginas de un catálogo del conocido fotógrafo americano), Richard Prince o Cindy Sherman. En 2009, una exposición del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York titulada The Pictures Generation, 1974–1984 reunió a varios de estos artistas en lo que por momentos parecía una oda a la apropiación.

Retrato de Marilyn Monroe por Andy Warhol.
Retrato de Marilyn Monroe por Andy Warhol.Getty Images

De nuestro país pueden añadirse nombres como los de Equipo Crónica, Antoni Muntadas o Rogelio López Cuenca. También Cristina Garrido (Madrid, 36 años), que en la serie El color local es un invento extranjero reunía fragmentos de los cielos pintados por grandes artistas del pasado como Turner, Monet o Vermeer. “Hoy en día, casi todos los artistas en mayor o menor medida nos servimos de estrategias de apropiación”, afirma, citando precisamente los artistas de la Pictures Generation y en concreto a la norteamericana Louise Lawler, famosa por sus fotos de cuadros colgados en museos. Fuera del contexto de las artes visuales, añade: “El último trabajo con momentos apropiacionistas que me ha interesado ha sido Motomami, el disco de Rosalía, donde el tema CUUUUuuuuuute incluye la voz de la estrella de las redes sociales Soytiet”.

Nadie en el mundo del arte se rasgará las vestiduras ante cualquier ejercicio de apropiacionismo. Dado que su práctica está tan extendida y asumida en el sector, Blanca Cortés considera que el sistema de derechos de autor vigente debería flexibilizarse para garantizar un escenario creativo libre, pero también respetuoso con los intereses legítimos de los artistas: “La Ley de Propiedad Intelectual española y la normativa europea son muy limitadas cuando se enfrentan a la diversidad del arte contemporáneo. Plantear que el artista deba solicitar la autorización al autor salvo que concurran las excepciones que hemos comentado hace sobre el papel inviables las obras completas de artistas esenciales de los últimos cien años. Debería haber más excepciones”.

David Trullo se apropia de la cabecera de la revista 'Interview' para idear una falsa portada que convierte al español José Luis Manzano en un ídolo internacional.
David Trullo se apropia de la cabecera de la revista 'Interview' para idear una falsa portada que convierte al español José Luis Manzano en un ídolo internacional.

Otro caso interesante es el de David Trullo (Madrid, 52 años), artista que en su serie Gender Bender Covers reproducía portadas de conocidas revistas internacionales con nombres alusivos al género (desde Elle hasta Lui) para reflexionar sobre los roles sexuales, y en Fauxtographies realizaba fotomontajes a partir de imágenes de personajes conocidos: la falsa imagen de unos acaramelados Lorca y Dalí llegó a ser compartida en varios perfiles de redes sociales –e incluso en medios de comunicación- como si fuera auténtica. “Como hijos de Warhol que somos, el apropiacionismo es un recurso más”, reflexiona Trullo. “Yo me apropio hasta de cosas mías de los años noventa. Y el caso de la demanda a Warhol se produce, como siempre, porque alguien puede sacar dinero del asunto. Habría que preguntarse por qué no pasa con la propia Marilyn Monroe de Warhol, cuya foto salió del material promocional de un estudio de cine que cerró, y que a lo mejor ya no puede pedir cuentas”.

De demandas judiciales y complejos equilibrios entre plagio y apropiación algo sabe otro artista, Mateo Maté (Madrid, 58 años). En 2010 consideró que su instalación Viajo para conocer mi geografía —expuesta en el centro de creación contemporánea Matadero—, en la que un coche de juguete recorría diversos paisajes de la Comunidad de Madrid, fue plagiada en una campaña publicitaria por una conocida marca de automoción y su empresa de publicidad. Y los tribunales españoles estuvieron de acuerdo con esta interpretación: “Hay ya dos sentencias a mi favor, y la última es firme y no cabe recurso. En este caso lo que hicieron no fue quedarse con mi obra sino con el lenguaje, utilizando un concepto innovador. Quien plagia no ha necesitado hacer una investigación que el artista sí hace. El artista investiga para desarrollar un lenguaje propio. Y aquellas empresas no pudieron presentar ningún boceto ni nada similar como sí hice yo, porque no habían investigado nada”. Sobre este caso, la abogada Blanca Cortés completa: “Aquí el daño no era solo económico sino moral, al producirse un desgaste de un lenguaje que era propio del artista”.

Mateo Maté reproduce un icono de la escultura griega adaptándola a los valores de diversidad y multiculturalidad contemporáneos.
Mateo Maté reproduce un icono de la escultura griega adaptándola a los valores de diversidad y multiculturalidad contemporáneos.Paco Gómez; © Paco Gómez/NOPHOTO

Maté ha practicado en otros trabajos lo que puede definirse como un apropiacionismo arqueológico. En las esculturas de su serie Canon intervenía conocidas obras de la antigüedad grecolatina para reflexionar sobre los conceptos de original y reproducción y desvelar los saltos cualitativos que han experimentado nuestros sistemas de valores: por ejemplo, el Discóbolo de Mirón se convertía para Maté en un hombre negro, y su versión de la Venus Esquilina estaba embarazada. “En el fondo es una muestra de respeto hacia aquello de lo que te apropias, porque reconoces su fuerza simbólica”, explica. “Yo actúo como un tenista que aprovecha la energía cinética de esas obras, y de un golpe les doy otro contenido. En el caso de las obras de Canon, la idea era quitar ese componente moral de los originales y adaptarlas a otra sociedad en la queremos vivir. Con esos leves cambios amplío su rango de conceptos morales, éticos y estéticos”.

Hasta cierto punto, puede considerarse que la propia historia del arte se ha convertido en un almacén inagotable de recursos donde los nuevos artistas buscan y reutilizan los elementos que más les convienen en cada momento. “En este contexto, la función del artista pasa de ser de un fabricante a un selector que, como un dj, genera significados nuevos a partir de material encontrado”, resume Cristina Garrido. “Me interesa el reciclaje de estas imágenes como un acto de ecología visual en coherencia con la sociedad en la que vivo”. O, dicho de otra manera, como lo expone David Trullo: “Para qué voy a hacer nuevas fotos si ya existen otras y yo no las voy a hacer mejor. El mundo está lleno de fotos, igual que está lleno de niños. Pues se adoptan y ya está”.

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Ianko López
Es gestor, redactor y crítico especializado en cultura y artes visuales, y también ha trabajado en el ámbito de la consultoría. Colabora habitualmente en diversos medios de comunicación escribiendo sobre arte, diseño, arquitectura y cultura.

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