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“Pasé un mes con él y tuve una libertad que nadie ha tenido”: cuando Prince recaló en Barcelona en su época más convulsa

Cinco años después de la muerte de Prince recordamos con la retratista Terry Gydesen uno de sus episodios más desconocidos: una sesión de fotos de madrugada frente a la Sagrada Familia y en Montjuic a la vez que publicaba el disco más misterioso e inclasificable de su carrera

Prince
El músico Prince llega a un evento en Nueva York en 1993, en la época en la que estaba grabando el extraño álbum 'Come'.Al Pereira (Getty Images)

La muerte de Prince (Minnesota, 1958–2016) nos dejó sin uno de los artistas más prolíficos, poliédricos y fascinantes que ha conocido el mundo. La carrera de Prince es tan extensa –se calcula que habría podido escribir y grabar más de 1000 canciones durante su vida– que podemos encontrar en ella una alternancia inaudita en cualquier artista masivo: en su obra hay himnos generacionales que conoce todo el mundo y canciones escondidas entre sus 39 álbumes publicados. Por cada Purple Rain, Kiss o When Doves Cry hay decenas de obras menos conocidas por el gran público. Hoy nos detenemos en una de ellas, que además trajo a Prince hasta Barcelona en su época de mayor popularidad.

Terry Gydesen, la fotógrafa y autora de las mismas, recuerda para ICON desde su casa en Minneapolis que “Prince necesitaba un fotógrafo para cubrir su gira europea de 1992 y un amigo mío me dijo que les enviase mi portfolio. Prince vio mi trabajo y me lo envió de vuelta. En aquellos años, las fotos se tenían que enviar físicamente”. Durante varias semanas, aquellas instantáneas hicieron el viaje desde el estudio de Terry hasta Paisley Park [el estudio de grabación y sala de conciertos donde vivía Prince], varias veces, como si no acabaran de decidirse. Prince estaba en un momento crucial de su vida: tras el éxito de Diamonds and Pearls (1992), consiguió un contrato de 100 millones de dólares con Warner Bros. Un hito que superaba los de sus coetáneos Madonna o Michael Jackson, de unos 60 millones de dólares cada uno.

El nuevo contrato nombraba a Prince como vicepresidente de la discográfica, le concedía una oficina en la sede de Warner y le comprometía a publicar seis discos. El artista consiguió su titular y que los medios destacaran que era el contrato más cuantioso que se había firmado nunca en la industria de la música. No obstante, pronto llegaron los problemas.

Madonna durante una actuación en memoria de Prince en los Billboard Music Awards celebrados en Nevada en 2016.
Madonna durante una actuación en memoria de Prince en los Billboard Music Awards celebrados en Nevada en 2016.Kevin Winter (Getty Images)

En el nuevo contrato se especificaba que el artista no podía sacar más de un álbum al año y, a la larga, eso se hizo insoportable para él, que deseaba publicar cuando su inspiración se lo permitiese y sin ningún tipo de control sobre el material. Gary Stiffelman, abogado de Prince entre 1988 y 1994, lo resumió para la revista Billboard: “Quiso editar la música de una forma que no cuadraba con el contrato. Cuando él quisiera y como quisiera: fuese con un disco de tres canciones o con uno de 70”. Además, al haber cedido los masters de las canciones a Warner, Prince había perdido el control sobre sus creaciones, cosa que lo torturaba.

El símbolo impronunciable anteriormente conocido como...

Menos de un año después de la firma del contrato con Warner, aprovechando su 35 cumpleaños e intentando esquivar así sus obligaciones contractuales, Prince decidió cambiarse el nombre por el símbolo impronunciable O(+>. Come, el disco cuya portada lo muestra frente a la Sagrada Familia en Barcelona, llega en pleno conflicto. Cuando Prince se dio cuenta de que el cambio de nombre no iba a funcionar, solo le quedó una opción para ser libre: intentar sacar todo el material posible cuanto antes y así librarse de un compromiso que odiaba. Come es el primero de una serie de discos que se producen en un tiempo récord, en muchos casos aprovechando material grabado décadas antes.

El cantante Prince, en una imagen de promoción de 2006.
El cantante Prince, en una imagen de promoción de 2006.

Prince nunca tuvo mucho cariño al disco. Lo llegó a calificar como “material viejo”. En una entrevista con Rosa Montero para EL PAÍS SEMANAL en 1994, de Come se habla poco. Se menciona al inicio cuando cuenta que, dado que la portada del mismo mostraba a Prince frente a la Sagrada Familia de Gaudí, Barcelona le había concedido el título de Amigo de la ciudad y en agradecimiento, el músico había accedido a dar una entrevista a un medio español, la primera en muchos años. Sobre la génesis de aquellas imágenes quedan pocos rastros en internet pero, aquí en España, siempre han suscitado un interés especial.

“Una libertad que ningún fotógrafo jamás obtuvo”

“Un día me llamaron por fin”, prosigue Gydesen, “y me dijeron: ‘Nos gustaría hacer una sesión de prueba. ¿Puedes pasarte ahora mismo? Me sonó raro. Además, había escuchado historias de gente que había trabajado con Prince y que se había quedado sin cobrar. Así que les dije que no podía. Pensé que quizá mi oportunidad se había esfumado, pero unas tres semanas después volvieron a ponerse en contacto conmigo y acepté el trabajo. Viajé a Europa unos días después. Estuvimos negociando el contrato hasta un par de horas antes de despegar. Pasé un mes entero con él y tuve una libertad que ningún fotógrafo jamás obtuvo. Me lo presentaron la primera noche y cuando lo vi pensé: ‘Dios, ¡sí que es bajito!’. Todo fue muy correcto, pero realmente nunca hablamos demasiado. Ambos éramos muy tímidos”.

Prince frente a la Sagrada Familia en una de las imágenes tomadas en Barcelona para la promoción del álbum, 'Come'.
Prince frente a la Sagrada Familia en una de las imágenes tomadas en Barcelona para la promoción del álbum, 'Come'.Terry Gydesen (Cortesía de Terry Gydesen)

Terry también recuerda la sesión de fotos que tuvo lugar en Barcelona: “Me llamaron como a las 10 de la mañana para decirme: ‘Te avisaremos hoy para hacer unas fotos en la Sagrada Familia’. Esperé todo el día y finalmente me avisaron sobre las 4 de la madrugada. Fuimos juntos en la parte de atrás de su limusina, lo que era muy raro, y durante el viaje [Prince] me preguntó por las lentes que utilizaba. Llegamos a la Sagrada Familia y había una luz muy suave, comenzaba a amanecer y empezaban a verse un poco las torres, ligeramente iluminadas también por la luz de las farolas. Las condiciones eran complicadas para tomar una buena foto y que al mismo tiempo se apreciase el edificio”.

“Él iba adoptando diferentes posturas sin que yo le diera prácticamente ninguna indicación”, recuerda Terry. “Hice unas 30 fotos y Prince volvió a meterse en el coche, así que di por sentado que mi tiempo se había terminado. No había absolutamente nadie más en la calle a esas horas. Volvimos directamente al hotel. Yo tenía pánico de que no hubiera salido ninguna foto decente, pero por suerte algunas eran increíbles”.

Las imágenes de Gydesen ilustraron también un libro editado por el músico en 1994, Prince presents The Sacrifice of Victor. Su foto de portada, en la que también aparece Barcelona, esconde otra historia que merece la pena recordar: “Había un apagón en el hotel, así que Prince estaba aburrido y me llamaron para ir a tomar algunas fotos. En esa ocasión subimos a la montaña de Montjuic, pero no acabábamos de encontrar un buen sitio. De repente, mientras descendíamos, encontramos un buen lugar en una curva desde la que se veía una preciosa perspectiva de la ciudad. Nos bajamos y Prince empezó a posar como había hecho frente a la Sagrada Familia. Dio la casualidad de que al lado había una pareja haciendo un picnic. Estuvimos como un minuto haciendo las fotos y cuando nos íbamos los miré de reojo y tenían la boca abierta, estaban estupefactos por lo que acababa de pasar. ¡Ojalá pudiera encontrar a aquella pareja!”.

¿Quién era ella?

Más allá de la anécdota de esas fotos en la Sagrada Familia y Montjuic, otro detalle del disco deja material para el anecdotario entre sus seguidores. La última canción del disco es una curiosa pieza de solo 1:39 minutos llamada Orgasm (todo el sentido en un álbum titulado Come, verbo que tiene en inglés varios significados y no todos aptos para menores). Según cuenta la leyenda, quizá difundida por los publicistas de Prince o incluso por él mismo, el orgasmo de la grabación era real. Se especuló con que su protagonista, que aparecía en los créditos del álbum como she knows (”ella lo sabe”), podría ser una de las numerosas amantes y amigas que Prince había tenido durante los últimos años. En los foros de seguidores Prince se sigue hablando de los rumores que adjudicaban esos gemidos a Madonna (revistas como People dan por posible un brevísimo romance entre ambos a mediados de los ochenta), Kim Basinger, Carmen Electra o Apollonia.

La realidad, sin embargo, es mucho más prosaica: la mujer que gemía en la canción era una de sus antiguas parejas y colaboradoras, Vanity. Y aquellos grititos se habían producido en el lejano verano de 1983, durante la grabación de una canción que nunca vio la luz y que se llamaría Vibrator. No hay duda de que los gemidos que se escuchan al final de esta canción son los mismos. Respecto a la guitarra, era una grabación todavía más antigua: Prince reutilizó solos de la canción Private Joy del disco Controversy de 1981.

El tema final se creó en 1993, uniendo a las grabaciones antiguas la voz de Prince y los sonidos del mar. Por lo tanto y, si nos ceñimos a esta canción, no podemos dejar de darle la razón a Prince cuando declaraba a EL PAÍS que el disco era “material viejo”. No obstante, según gran parte de la crítica, tanto Orgasm como otras canciones del disco, en especial Solo o Loose!, son ejemplos muy interesantes de todos los caminos retorcidos y complejos, a veces casi propios de David Lynch, que podría haber tomado la música de Prince y que finalmente no tomó. Dado que, según sus más estrechos colaboradores, hay material inédito de Prince para muchos discos más, es posible que todavía nos espere un giro en esta historia.

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