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Veinte años sin Equipo Crónica

Hace ahora veinte años fallecía en Valencia el pintor, grabador y dibujante Rafael Solbes. Lo hacía en la víspera de que Xavier Tusell, como director general de Bellas Artes de la UCD, inaugurara la primera retrospectiva de este grupo de artistas en Madrid. Era la época en la que el primer gobierno salido de las urnas de este país, tras la transición democrática, recuperaba a los grandes artistas olvidados, perseguidos o exiliados durante el franquismo: Joan Miró, Josep Renau, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Manuel Miralles, etc.

El vernissage de esa retrospectiva del Equipo Crónica, anunciada en las salas habilitadas de la Biblioteca Nacional, iba a truncarse por la muerte súbita de Solbes, el 11 de noviembre de 1981.

La desaparición del pintor Rafael Solbes planteó no solamente serias incógnitas al futuro del Equipo Crónica sino al futuro mismo de Manuel Valdés (Valencia, 1941), un artista de origen informalista, que había renunciado durante 17 años a un discurso personal para expresarse a través de un grupo que, en cierto modo, modificó la manera de hacer individual del arte de aquellos tiempos.

La fórmula de una obra hecha al unísono tenía sus precedentes en las vanguardias españolas -recordemos los fotomontajes de Eduardo Chicharro y Gregorio Prieto-, sólo que en el caso del Equipo Crónica se planteó tras unas reuniones del profesor Tomás Llorens con los pintores Rafael Solbes y Manuel Valdés, a inicios de los sesenta, poco antes de constituirse la Estampa Popular de Valencia (1964).

Estamos hablando de la época en que el pintor José Ortega iba por España, de ciudad en ciudad, tratando de unir a los artistas en torno a una forma de expresión plástica basada en el grabado, el realismo y la vocación política de cambio del país y a través de exposiciones colectivas fuera de la institución oficial y museística.

La creación del Equipo Crónica -Solbes, Toledo y Valdés, inicialmente- coincide con el movimiento de Crónica de la Realidad que argumentaba el crítico Aguilera Cerni; con los presupuestos estéticos -mitad pop, mitad políticos- de Estampa Popular de Valencia (1964-67) y con la corriente europea de la figuración crítica que desde París promovían artistas como Eduardo Arroyo (español) Gilles Aillaud (francés) y Antonio Recalcati (italiano), los autores, por cierto, del primer manifiesto artístico contra Marcel Duchamp.

En el desarrollo del Equipo Crónica hay distintas facetas que lo hacen bastante singular e importante en la evolución de la escena artística de Valencia del último medio siglo. Supone una apuesta por el trabajo de grupo ante la subjetividad como medula de toda trayectoria artística desde Miguel Ángel a Picasso. Supone una obra que toma como referencia la historia del arte para hacer arte. Supone una propuesta que a partir de la pintura asume en la realización de la obra no sólo todas las técnicas de expresión artística -la fotografía, los móviles, la gráfica, la instalación etc- sino el trabajo colectivo con la participación en la producción de la obra de ayudantes ajenos al equipo propiamente dicho. Pero hay otros perfiles que, a nuestro entender, corresponden particularmente a Rafael Solbes y que, al cabo de los años, habría que rememorar, ahora que Manuel Valdés representa tan distintos valores.

Rafael Solbes, auténtico guionista de las series artísticas del Equipo Crónica -recordemos Guernica (1969); Policía y Cultura (1971); Serie Negra (1972); El Cartel (1973); El paredón (1976), etc-, fue militante del eurocomunismo; participó en el discurso nacionalista progresista de los setenta y propició el diálogo entre los artistas y el movimiento obrero y estudiantil antifranquista de la época. ¿Habrá que recordar aquí las obras a serigrafía realizadas por Rafael Solbes y Manuel Valdés, desde el Equipo Crónica, dedicadas a Fidel Castro, Ho Chi Minh, el tribunal de Burgos, Chile y la causa popular Palestina que, hoy por hoy, harían palidecer a George Bush y su política antiterrorista?

Claro, dirán algunos intérpretes de la escena artística actual, eran otros tiempos. ¿Seguro? ¿No vuelve a estar de actualidad aquel famoso cuadro del Equipo Crónica titulado Las estructuras cambian, las esencias permanecen (1968)? En fin, estén atentos al próximo catálogo razonado del Equipo Crónica que prepara Michele Dalmace y que va a publicar el Instituto Valenciano de Arte Moderno, no vaya a ser que el discurso del Solbes y Valdés, de aquellos tiempos, vuelva a cobrar actualidad.

Hablar del discurso del Equipo Crónica es hablar de una obra que basada en las pinturas de los museos, la iconografía popular, la fotografía de la prensa periódica, interpretaba la realidad, desde la creatividad plástica y el impacto visual de las imágenes, con aquella estética brechtiana, tan del gusto de Tomás Llorens -el crítico de arte radical de los setenta- de la distanciación de la distanciación.

Ahora, al rememorar la corta, intensa y ejemplar obra de Rafael Solbes y volver a ver las pinturas, las esculturas y los papeles de Valdés y la excepcional acogida en el mercado del arte, el Partido Popular y la ciudad de Rita Barberá, no sé si queda algo del legado cívico, político e ideológico de la experiencia del Equipo Crónica que no sea obra hecha entre 1964 y 1981.

Veinticinco años después de haber entrado por vez primera en el taller-estudio del Equipo Crónica en Valencia, tengo la impresión de que el ejemplo de Rafael Solbes como artista comprometido con su tiempo, en la teoría y la práctica, está, a inicios del tercer milenio, aunque silenciado, muy vigente.

Manuel García es crítico de arte.

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