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No a la perfección: la rebelión de los pasteles feos

Tras años intentando conseguir tartas perfectas y bellísimas, la tendencia de los ‘ugly cakes’ desafía la estética cuidada y apuesta por las decoraciones cursis y grotescas. Cuanto más horteras, mejor

Ugly cakes
Lo importante es que no queden del todo bonitosClaudia Polo

Al juntarse la cultura del meme, el horterismo dosmilero, la viralidad en internet y kilos y kilos de azúcar, aparece una creación que roza los límites del mal gusto y se parece mucho a la tarta de cumpleaños de Harry Potter, pero acaba funcionando bien. Después de mucho tiempo intentando preparar tartas perfectas, con flores de escarcha y pisos decorados con ondas de crema -y haciendo en realidad bizcochos secos con el frosting cortado sacados de tu peor pesadilla- ya era hora de aceptar la mediocridad y hacer que algo feúcho esté de moda.

Lo impecable es enemigo de lo posible, o eso dicen. La vuelta al estilo de los 2.000 lo evidencia, con sus fotos en digital cuanto más pixeladas mejor, y el meme como institución reinando Internet. Hasta la comic sans se ha vuelto a poner de moda. En este contexto, una parte de la pastelería se ha revelado contra el estilismo extremo y ha lanzado al mundo -y sobre todo a Instagram- tartas terribles, cursis y grotescas, en las que el mal gusto se exagera aposta.

Una estética diferente

Las ugly cakes han llegado para quedarse, y ojalá lo hagan. La norma general cuando se prepara una tarta es que el resultado no esté muy cerca de parecerse a la de la foto, o eso nos pasa a la mayoría de los mortales que intentamos recetas de repostería. ¿No es estupendo llevar a un evento una tarta que ha quedado bastante regulera y decir que es la última moda? Son en resumen, tartas que, hechas a propósito, parecen elaboradas por una persona que no ha cascado un huevo en su vida y de repente se pone a preparar una receta muy complicada. Son chapuceras y dan un poco de grima, pero acabas encontrándoles el encanto.

Este fenómeno lleva ya entre nosotros un par de años, por lo que a lo largo del tiempo el concepto ha ido deformándose y han aparecido variantes, cada cuál más divertida que la anterior. En resumen son tartas imperfectas, locas y extremas, pero vamos a desglosar las distintas evoluciones que podemos encontrarnos.

Antes de adentrarnos en materia, creo que es esencial repasar las inspiraciones de las que beben las tendencias actuales: no podemos olvidarnos de las tartas de yema o trufa con una foto comestible cubierta de gelatina brillante. O de las que conformaban un vestido alrededor de una muñeca Barbie y todavía pueden verse en algunos escaparates de pastelerías con origen ochentero.

El catálogo de revistas de cocina de esa época -con sus frutas escarchadas, formas de animales y demás decoraciones viejunas- puede darnos muchas ideas si queremos preparar ugly cakes en casa. Todas las modas vuelven, si lo han hecho hasta los pantalones de tiro bajo, cómo no iban a hacerlo las tartas. En realidad, los desastres reposteros de cualquier casa valen de ejemplo para prepararlas.

No todos los ugly cakes tienen pretensiones visuales (no podemos decir estéticas): Ugly Cakery es un obrador de Arkansas en el que Cindy Koprivnikar prepara las recetas de su abuela desde hace más de 40 años, y siempre ha mantenido el estilo casero en su repostería, y un aspecto bastante tradicional. “¡No soy decoradora de tartas!” afirma. “Nuestro lema es: ‘No es bonito, es sabroso’. Sugerimos en broma ‘comer en la oscuridad’: en un mercado saturado de purpurina comestible, glaseado frou-frou o productos horneados que parecen esculturas de fondant, estamos convencidos de que el sabor siempre vencerá a la presentación”. La reivindicación del pastel casero de toda la vida también pasa por el filtro ugly.

Hay más versiones

La fusión entre las meme cakes y las ugly cakes ha dado lugar a un formato de tarta en la que, sobre una base de frosting extendido lo más toscamente posible, se escribe algún mensaje gracioso o chiste con mala letra (cosa no muy complicada de hacer con una manga pastelera llena de chocolate o crema). Los churritos decorativos y algo de confeti de colores son aditivos más que aceptados. La comida ha entrado también en el mundo de la moda, y la repostería lo ha hecho de lleno. En estos contextos las tartas se llevan al extremo de lo estético.

“Creo que la comida en general está viviendo un periodo de híper moda”, afirma Antonella Tignanelli, food designer y cocinera. “Un pastel ya no es más un pastel. Cuanto más compleja, atractiva y desafiante sea la imagen que produce ese pastel, más likes”. No podemos negar que la dimensión de lo comestible ya es también digital.

Otras tartas que han tomado internet -especialmente TikTok- son las ilusion cakes. Tartas hiperrealistas que imitan objetos de la casa, comidas o incluso partes del cuerpo. Aunque su elaboración y producción es la antítesis de las tartas feas -ya que los resultados son casi perfectos-, los extremos se tocan, y estas tartas que te hacen dudar de la realidad tienen mucho de terrible. ¿Hemos dejado a un lado el sabor y la calidad repostera, en pos de la viralidad? El hashtag #cakeorfake -tarta o falsificación- tiene más de 30 billones de reproducciones en la plataforma, con vídeos que te retan a adivinar si lo que ves es una tarta o un objeto real. ¿No es esto un mal sueño?

Las ugly cakes también han sobrepasado los límites de lo feo, volviendo a lo bello a través del horror vacui, la superposición de colores y texturas, los brillos y las flores. Algunos dirán que parecen sacadas de una clase de plástica de segundo de infantil, pero otros seguro que otros pueden llegar a ver la perfección en la imperfección. Se trata de verdaderas obras de arte realizadas por pasteleras con mucho sentido de la performance y la dirección de arte. Rust Cakes es una artista de Berlín especializada en tartas veganas que son verdaderas piezas de museo: su extravagancia atrae, y no tienes muy claro si lo que te apetece es hincarle el diente o colocarla en una galería de arte contemporáneo.

Otra cuenta que puede ser el colmo de cualquier estilista de comida es cakes4sport, tartas elaboradas por una ceramista y pastelera que, entre lo kitsch y lo rococó, conforma obras escultóricas de azúcar glas y colorante metalizado. “Considero mis tartas como una extensión de mi expresión artística”, nos cuenta Alli Gelles, la creadora de lo ella misma percibe como esculturas comestibles. “La ciudad o el caos del día a día me inspiran mucho a la hora de crear, aunque siempre es importante pensar en que los ingredientes combinen bien”.

Prepararlas en casa

Para una vez que podemos aprovecharnos de una moda para quitar complicación en la cocina, hagámoslo (pero sin olvidar la técnica y el buen hacer). La tarea es fácil y divertida, eso si, que nadie se piense que por ser feas esto es vía libre para medir y pesar como de la gana, porque si no además de feas, la tarta quedará incomible. Para empezar a prepararlas, lo mejor es hacerse con una receta de bizcocho básico para rellenar. En El Comidista se pueden encontrar recetas sencillas, como esta de limón o esta de chocolate. Lo mejor es utilizar un molde redondo y dejar enfriar el bizcocho completamente una vez se haya sacado del horno. Mientras tanto se pueden preparar las coberturas que se van a utilizar para decorar. En este vídeo se puede ver cómo preparar una crema de mascarpone muy sencilla para decorar cualquier tarta.

Una vez el bizcocho está frío puede partirse por la mitad y rellenarse. Aquí es donde empieza la parte divertida. Pueden rellenarse un par de mangas pasteleras con distintas boquillas, comprar o preparar algunas decoraciones (con chocolate o caramelo, por ejemplo). La tarta puede cubrirse con cobertura, pero tampoco pasa nada si no queda perfecta –de hecho, de eso va la cosa–, con las mangas “manga ancha” total, un churro por aquí, otro por allá… cuanto más caótico y loco, mejor. La actividad debe recordar a cuando de pequeños hacíamos castillos de churretones en la playa. Como hemos dicho, cuanto más elementos kitsch y horteras, mejor. Así que si se tiene confeti o purpurina comestible, flores comestibles o decoraciones de azúcar, a ponerlas por encima. Ver la cara de la gente cuando la sirvas será el primer triunfo; que al partirla para comerla nadie diga aquello de “es que es tan bonita que da pena”, el segundo (lo rica que estará, será el tercero y definitivo).

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