Crema de pepino, yogur, melón y chía
Igual que cuando llega el frío sueño con poner cada día una olla al fuego con cualquier tipo de sopa o caldo que me solucione la cena o parte de ella, con los primeros calores siento una imperiosa necesidad de tener siempre una sopa fría en la nevera. Aunque reconozco el valor de una buena vichyssoise o una crema de calabacín o zanahoria frías, las que más me tiran son las que no pasan por el fuego. Esas que son como ensaladas que se pueden tomar con cuchara, a las que los vegetales veraniegos aportan toda la frescura y un buen aliño y algo de acompañamiento ese toque que hace que te apetezca tomarla hasta en el desayuno.
Además del clásico gazpacho y sus miles de variantes, la de pepino, yogur y menta es una de mis cremas favoritas. El único problema que le encontraba es que, dado el alto contenido en agua de su ingrediente principal a la que has ido a hacer dos pipísa la hora de habértela tomado ya vuelves a tener hambre. Para evitar eso, y además darle un punto de sabor diferente, me decidí a hacer mi primer experimento en salado con la chía, una semilla que tiene la divertidísima propiedad de gelatinizar en frío, hinchándose y cogiendo el sabor de lo que se ha usado para hidratarla (en este caso, melón, porque encontré unos tipo galia que olían de muerte a muy buen precio).
Si tenéis intolerancia al ajo, comoalguien que yo me sé, podéis usar aceite aromatizado en su lugar -aquí tenéis una receta para hacerlo en casa–, pero yo no renunciaría al sabor que aporta al conjunto. Si, al contrario, soistan ajeros como Saray os parece que necesita un poco más de caña, tened en cuenta que si vais a tomarlo de un día para otro el reposo puede multiplicar su potencia, así que mejor ser prudentes porque tampoco es plan de tener a los compañeros de trabajo/la familia/quien sea que tengamos cerca en apnea toda la tarde/noche. Además de eso, solo necesitas unos pepinos en condiciones, una batidora potente, un yogur que no sea aguachirri y superar cualquier posible reticencia respecto a la piel del pepino: al estar procesada, no se nota, hace que ésta cucurbitácea repita menos y además aporta fibra.
El zumaque aporta un toque cítrico importante en una crema que gana bastante si está alegre de ácido, pero podéis conseguir un efecto parecido jugando con la cantidad de vinagre –otro sabor que se potencia de un día para otro– o añadiendo un poco de ralladura de piel de limón o lima (la parte blanca no, que amarga). Y, aunque tal cual está muy buena, un poco de salmón ahumado, unas anchoas picadas o unos tacos de queso feta le darán un poco más de enjundia al conjunto.
Ingredientes
Para 4 personas
- 2 pepinos firmes y sin semillas (unos 500 g)
- 500 g de melón (del tipo que sea, pero dulce)
- 1 diente de ajo (sin germen)
- 2 yogures naturales cremosos, griego o de tarro de cristal
- 16 hojas de menta fresca
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 2 o 3 cucharadas de vinagre de Jerez
- 30 gramos de semillas de chía
- 8 cubitos de hielo o dos vasos de agua
- Una cucharada de zumaque (opcional)
- Sal
- Pimienta
Instrucciones
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