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Andoni Ortuzar: “Feijóo es un regreso al PP de Aznar, de hace 20 años”

El presidente del PNV pide a Sánchez a cambio de apoyar su investidura una nueva propuesta de modelo territorial “para 10, 20 años”

Andoni Ortuzar
Andoni Ortuzar, presidente del PNV, el sábado en su despacho de Bilbao.Javier Hernández

Pongamos que la investidura es un plato de lentejas con chorizo. Bildu le da gratis ese plato a Pedro Sánchez; el PNV quiere quedarse al menos “con una parte del chorizo, con lo que los vascos llamamos los sacramentos”, dice Andoni Ortuzar al final de esta conversación, con la grabadora apagada. Ortuzar (Abando, 1962), presidente del Euzkadi Buru Batzar, la ejecutiva del PNV, recibe a EL PAÍS en Sabin Etxea, la sede de su partido en Bilbao. De ese edificio han salido decisiones trascendentales para la política española: los pactos con Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez. Ortuzar apuesta por una nueva alianza con Sánchez y le exige para ello un nuevo modelo territorial “para los próximos 10, 20 años”. No quiere saber nada de Alberto Núñez Feijóo, que le parece “un regreso al PP de Aznar”: dicen en Bilbao que sus alianzas con Vox son tal vez el mayor error político del centroderecha español desde la guerra de Irak. El PNV ha tenido siempre una enorme habilidad para oler por dónde va la gobernabilidad; esta vez parece apostar a la investidura con Sánchez, “pero lo más seguro es que quién sabe”.

Pregunta. El PP sale del 23-J con 136 diputados, ahora 137, y el PNV recibe una llamada de Feijóo. ¿Por qué la negativa del PNV fue tan rápida y tajante, por qué sonó como un portazo?

Respuesta. Para no engordar falsas expectativas. No queremos tener nada que ver con Vox, y Feijóo necesita a la ultraderecha salvo en el caso improbable de que el PSOE le dé una salida. La campaña del PP, dirigida a comerle espacio a Vox, pone en peligro avances que no queremos arriesgar. Feijóo representa un regreso al PP de Aznar, de hace 20 años.

P. El PNV pactó con Aznar.

R. Y salimos trasquilados. Aznar consiguió después una mayoría absoluta e hizo del antinacionalismo un eje de su política. Con Rajoy la relación fue intensa, pero puntual: Presupuestos y alguna ley. Ahora haría falta algo más, tendríamos que estar votando a bloque con PP y Vox todos los miércoles. Con Vox es imposible. Los acuerdos del PP con Vox son un error grave. Eso y el viaje al pasado de su campaña hacen imposible un acuerdo PP-PNV.

P. ¿No pudo influir en su negativa el apoyo de Bildu a Sánchez?

R. No. Sí tuvo influencia el resultado del 23-J en el País Vasco: el voto útil fue a los socialistas, para frenar a Vox y al PP. La sociedad vasca no hubiera entendido que el PNV tonteara con el PP.

P. ¿Cuál es el precio del apoyo del PNV a Sánchez?

R. Es Sánchez quien tiene que decirnos para qué nos quiere. Fuimos el primer partido que le apoyó hace cuatro años, con un acuerdo bien armado y con más sombras que luces en su cumplimiento. Que nos diga qué quiere hacer. Que hable claro. Necesita a los nacionalistas: eso exige un acuerdo sobre el modelo territorial. No digo que acepte el 100% de nuestras peticiones, pero tiene que abrir ese melón. Preferimos transparencia desde el inicio a un viacrucis continuo, porque habrá choques. Por eso debe pactar el marco con el nacionalismo catalán, PNV, Bildu, Coalición Canaria y Sumar. La legislatura pasada desdibujó todos los contornos a su antojo, usó todas las técnicas legislativas a su favor: eso no puede volver a suceder.

Sánchez necesita a los nacionalistas: eso exige un acuerdo sobre el modelo territorial.

P. El PNV también fue a la suya. No aprobó la reforma laboral, que ha funcionado. Ni la ley de vivienda. Se abstuvo en el gravamen a banca y energía.

R. Nuestro acuerdo decía que antes de someter a votación en el Congreso cualquier norma que afectara al autogobierno vasco tenía que hablar con nosotros. Nunca lo hizo. En la reforma laboral, solo le pedimos la prelación de los convenios vascos sobre los estatales. Sánchez eligió a la CEOE.

Andoni Ortuzar
Ortuzar en su despacho, en Bilbao.Javier Hernández

P. ¿Se arrepiente de ese voto?

R. No.

P. ¿Y ahora no ve riesgo en pedir demasiado? ¿Descarta la gran coalición o nuevas elecciones?

R. La gran coalición no se va a producir. Tendrían que desaparecer los dos protagonistas del actual duelo al sol. La España de hoy no está preparada para eso.

P. ¿Y repetición electoral?

R. Sánchez juega con ella: los más afectados serían los partidos periféricos. Pero ojo, a ver si es Feijóo quien se sale de la tabla.

P. ¿Traería eso más tensión a Cataluña y Euskadi, como predijo en su día Santiago Abascal?

R. Uno de los ejes de la campaña del PP, con un Feijóo que viene de una comunidad histórica y bilingüe, es ese ir contra lo vasco y lo catalán como imán de votos. Pero incluso en un momento de gran polarización como el 23-J los únicos que sobrevivimos somos los nacionalismos.

P. El nacionalismo catalán cede 700.000 votos; el PNV, 110.000.

R. Pero somos claves. De Feijóo esperamos poco, usó al nacionalismo con malas artes. Pero esperamos una propuesta del PSOE sobre el modelo de Estado. Si esta división entre dos bloques viene para quedarse, vamos a buscar una cláusula de comodidad.

P. ¿Cláusula de comodidad?

R. Si los bloques se mantienen —derecha y ultraderecha por un lado, izquierda y nacionalismos por otro— hay que abrir el modelo territorial. A cambio, el nacionalismo debe corresponsabilizarse. Hablo de un pacto Madrid-periferia para poner en su sitio a Vox; el PP tiene que sacudirse a Vox para volver a tener opciones.

P. ¿Es factible con el nivel actual de polarización?

R. Debería. Harían falta reformas como la del Constitucional, que es un tribunal de parte. No puede ser que saquemos un estatuto, lo negociemos en Madrid y el PP presente un recurso y se lo cargue. Hace falta una mirada de largo plazo: entiendo la dificultad del momento, pero necesitamos ambición para resolver los problemas territoriales en 10, 20 años.

P. ¿Qué PP espera a partir de aquí? ¿Más moderado o radical?

R. Feijóo es víctima de ese concepto inaprensible que es Madrid. Llega a Madrid como virrey de provincias y le hacen saber muy pronto, desde su propio espacio, lo duro que va a ser. Esperaba más de él. Se ha encontrado una política muy envilecida, un acalorado acción-reacción que lo ha deglutido. Dependiendo de la investidura veremos un PP aún más extremista o un partido que se queda donde está ahora, en un lugar que se parece al extremismo.

P. ¿Recibió presión del mundo económico para apoyar a Feijóo?

R. No. Nada de eso. Ninguna.

P. ¿Ve posible que Puigdemont apoye a Sánchez?

R. Haría falta buscar una solución política a su situación. Si es el juez Llarena, no hay solución.

P. ¿Sugiere que la política entre en el plano judicial?

R. No digo que haya que burlar el sistema judicial español: pido que cada uno esté en su sitio. Hay una parte del sistema judicial que juega a aprendiz de brujo político. Si la política no puede entrar en la justicia, la justicia no debería condicionar la política.

Hay una parte del sistema judicial que juega a aprendiz de brujo político. Si la política no puede entrar en la justicia, la justicia no debería condicionar la política.

P. ¿Va a tratar de influir en la negociación con Waterloo?

R. Yo veo a Junts con madurez política suficiente.

P. Lo primero que han pedido es la amnistía y la autodeterminación. ¿Volver a la casilla de salida del procés, con todo lo que ha pasado, es un signo de madurez?

R. Venimos de haber metido en la cárcel o haber obligado a exiliarse a buena parte de la clase política catalana. Sánchez apoyó el 155. Ahora necesita sus votos.

P. Su política también alivió la tensión en Cataluña.

R. Así es. Ahora hay que dejar que Junts haga su camino. El problema es que la derecha mediática va a echar ese fardo encima de Sánchez y eso lo hará difícil. Hay que pedirle a Junts responsabilidad, pero es más difícil con esa lupa encima, puede quemarse.

P. En definitiva, ¿es optimista de cara a la investidura?

R. Soy realista: hay que trabajársela.

P. ¿Ha ganado protagonismo EH Bildu en detrimento del PNV?

R. La querencia de Sánchez por el pacto más barato ha blanqueado a Bildu, le ha permitido aparentar lo que aún no es sin dar los pasos que debe dar. Eso y la torpeza del PP usando a Bildu como ariete le han dado mucho.

P. ¿Le sorprendió ese apoyo gratis a Sánchez?

R. Una parte de su electorado no entenderá ese gratis total. Bildu ha primado el interés por un Gobierno de izquierda, no ha primado la visión vasca de la jugada.

P. ¿La estrategia de Sánchez de esperar y ver es acertada?

R. Sánchez tiende a usar más la táctica que la estrategia, pero hay que reconocer que le suele salir bien. Esta vez debería tener cuidado con llevarnos a ese abismo del “soy yo o el caos: yo o elecciones”. La tierra, para el que se la trabaja, y La Moncloa, también: él está en Lanzarote; yo estoy aquí en Bilbao, trabajando.

P. ¿Qué relación tiene con Sánchez? ¿Por qué parece que hay un poso de desconfianza?

R. En lo personal, buena; en lo político hay cierta decepción.

En lo personal, tengo buena relación con Sánchez; en lo político hay cierta decepción.

P. Les dijo a los empresarios que el Gobierno de coalición ha sido un desastre, que solo lo apoyaba porque la alternativa era peor. Pero gestionó razonablemente bien la pandemia, los fondos europeos. La economía ha aguantado con una situación política asfixiante.

R. Sigo creyendo que ha sido un desastre, y que deberíamos tener reglas de gobernanza claras: los asuntos medulares tienen que llegar más discutidos al Congreso, los socios no pueden llevar posturas antagónicas, como sucedió con el sí es sí. Eso no puede repetirse en el nuevo Gobierno.

P. Da por hecho entonces que habrá Gobierno.

R. Es lo lógico. No me cabe en la cabeza que haya gente apostando a la repetición electoral.

P. No ve opciones para Feijóo.

R. Honestamente, no. De ahí nuestra negativa. Sánchez tiene que trabajarse el acuerdo, pero el PP tiene que entender que Vox le contamina si quiere volver a La Moncloa. Rajoy vio venir ese riesgo: lo que más le preocupaba era Vox. Pero Feijóo pacta con ellos, y eso intoxica a su partido.

P. ¿Cómo llega el PNV a las próximas autonómicas?

R. No voy a poner paños calientes: salimos tocados de este ciclo electoral. Por primera vez nos ha pasado factura la gestión. Euskadi es la autonomía con la mayor renta per cápita, con la tasa de paro más baja y, en cambio, tenemos el 54% de las huelgas.

P. También es una sociedad con un problema demográfico, y un modelo que da síntomas de agotamiento. El nacionalismo ocupa dos tercios del parlamento autonómico pero solo un 13% apoya la independencia.

R. Yo creo que somos más. Pero el debate sobre la independencia no está en primera línea.

P. Después de Ibarretxe y el fin de ETA, es como si los vascos huyeran del aventurerismo que se ha visto en Cataluña.

R. Aquí no circula esa idea del Madrid nos roba y nos oprime. Europa y la globalización nos han mandado mensajes de sobra.

P. ¿Ve un pacto Bildu-PSE que deje fuera de juego al PNV?

R. Bildu es un peligro. Empieza a ser un actor aquí, pero eso también tiene su parte compleja. Ahora hay que gestionar, y en ese camino pueden perder apoyos: pueden ponerse una chaqueta de Armani, pero son el mismo partido marxista-leninista de siempre.

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