Cómo sacar de la UVI a la izquierda de la izquierda
Ideas y temores de ocho veteranos, antiguos líderes y cargos salientes ante la división que desangra a Sumar y Podemos
El contexto. Crisis en la “izquierda alternativa”, o “izquierda a la izquierda del PSOE”, dos etiquetas para ese espacio histórico que ocuparon primero el PCE e IU, que después Podemos llevó a más del 20% y cuyos restos se reparten hoy Sumar y el partido de Ione Belarra, con menos de un 8% conjunto y sumidos en una espiral de disputas. A esta división y retroceso se añade el embrollo de Sumar, donde cunde la incertidumbre tras la renuncia de Yolanda Díaz.
La idea. Pedir diagnóstico y propuestas a un puñado de mujeres y hombres con trayectoria en ese espacio, pero ahora alejados de la primera línea. La ventaja de preguntar a quien se ha batido el cobre es que ha visto miserias y grandezas. El riesgo es que, al armar su análisis, alguna herida supure.
El resultado. Mucha inquietud, incluso temor a una descomposición. También se impone el deseo de enterrar con urgencia las disputas entre Sumar y Podemos, aunque hay divergencias sobre quién es más culpable de las hostilidades. La impresión mayoritaria es que el reencuentro será difícil, al menos a corto plazo.
Juan Carlos Monedero: Podemos, “nave nodriza”. La renuncia de Díaz demuestra que Sumar es “una carcasa sin futuro”, ya que sus dos tesis quedaron refutadas el 9-J. Habla Monedero (Madrid, 61 años), cofundador de Podemos, partido del que en 2023 pasó a ser “militante de a pie”. La primera tesis fallida es que Podemos “estaba muerto”. La segunda, que había que “mimetizarse” con el PSOE. En cuanto al partido de Belarra, admite que el 3,28% es un resultado “pobre”, pero le permite “ponerse a caminar”. Monedero propone que Podemos celebre una asamblea para la “clarificación ideológica” y recupere la idea de un “proceso constituyente” para una “república social y federal” que dé al partido la fuerza para ser “nave nodriza” de un “frente amplio”.
Ve posible la unidad de Sumar y Podemos. “En Bildu hay formaciones que estaban radicalmente enfrentadas cuando algunos resolvían los problemas con tiros en la nuca. ¿Cómo no vamos a ser capaces nosotros de sobreponernos?”, razona. Posible, pero difícil, porque las “humillaciones” a Podemos han provocado en su militancia una “ira inenarrable” contra Sumar. Cita un obstáculo para el reencuentro: Íñigo Errejón, portavoz parlamentario de Sumar, ya que “traicionó el mandato democrático de Podemos”. Ampliando el foco, cree que todos los que salieron de la “primera hornada” de las organizaciones deberían apartarse y, en el caso de Podemos, dejar “más espacio” a la dirección de Ione Belarra. ¿Se refiere a la influencia que mantiene Pablo Iglesias? “Preferiría no dar nombres”, responde.
Alberto Garzón: Lo primero, “desinflamar”. El 9-J es un “fracaso” de Sumar y de Podemos, que con tan poco voto sacarían “uno o dos diputados cada uno” en unas generales, concluye Garzón (Logroño, 38 años), excoordinador de IU, que ve un “riesgo” de “italianización”, es decir, de volatilización del espacio izquierdista. La gravedad del diagnóstico contrasta con su receta: “Calma”. El exministro, que ahora estudia un doctorado en economía biofísica, mantiene cerrados los comentarios en sus redes sociales por la cantidad de insultos que recibe. “Y vienen de la izquierda”, subraya. Eso le da una pista de lo difícil que será calmar las aguas. “Es fácil conducir a la gente con antorchas al monte. Bajarla, no tanto”, advierte. Así que el plan a corto plazo es analizar “a fondo” los resultados, dejar pasar el tiempo para que “los enfadados se relajen” y evitar “la gresca”.
¿Y después? Encarar la tarea pendiente de “construir un espacio de gobernanza y deliberación” de las distintas fuerzas que no esté “al albur de la organización mayoritaria ni de personalismos”. Ni Unidas Podemos ni Sumar lo fueron, afirma. “Nunca hemos tenido reglas comunes. Como ministro, yo rendía cuentas a IU; Pablo Iglesias, a Podemos”, expone. Una vez creado ese espacio, tocará explorar la posibilidad de “unidad”. Sin obsesionarse, pero sin renunciar. “Mucha gente espera una reconciliación. ¿Por qué no aspirar a medio plazo a un acto compartido por Yolanda, Pablo Iglesias e Irene Montero?”, pone como ejemplo. Pero es pronto, insiste. Antes de nada, “desinflamar”. “No se puede operar una zona inflamada”, afirma.
Manuela Carmena: “Regeneracionismo”. Confiesa Carmena (Madrid, 80 años) su “aburrimiento” ante las disputas de la izquierda, cuyo retroceso considera un resultado “lógico” de su falta de respuesta a la demanda de “progreso, buenos servicios públicos e igualdad”. A juicio de la exalcaldesa de Madrid, la idea que resume el propósito de la política es “cuidar la democracia”. Y le parece una idea cuya defensa no puede venir de los partidos ―centrados en “sus cosillas”, sobre todo las “carreras políticas”―, sino de un “movimiento regeneracionista” en la sociedad.
Por eso le gustó la idea inicial de “escucha” de Díaz, a la que escribió varios correos en el arranque de Sumar. No todos se los contestó, cuenta sin rencor. “Me preocupaba que pensara que si la apoyaba, la perjudicaría”, explica. Aquel propósito de colaborar con Díaz no se tradujo en nada. Y luego se disipó el interés, al ver cómo Sumar se convertía en “otra versión de IU”. “No hay futuro para una federación de mini partidos”, concluye.
Gloria Elizo: “Coalición horizontal”. Exdirigente y exdiputada de Podemos, a la jurista Elizo (Madrid, 57 años) no le extrañan los malos resultados de Sumar, carente de “reclamo de movilización” más allá de “formar parte del Gobierno”. Tampoco los de su antiguo partido, cuya “tumba” fue concluir que “la disputa mediática desde el victimismo”, con Iglesias marcando la “línea editorial”, era la forma de hacer política. Lo que sí le hace saltar las alarmas es comprobar que, con los partidos enredados en “disputas” y en “quién ocupa los puestos”, se quedan “huérfanos” no solo los “descreídos”, sino también votantes “con convicciones firmes”. Ahí ve la auténtica medida del fracaso.
Para recuperar terreno propone más “organización”, una palabra que aparece en casi todas las entrevistas, aunque no siempre significa lo mismo. Para Elizo. exvicepresidenta del Congreso, se traduce en una “coalición horizontal” que respete a los partidos, cosa que “ni Podemos ni Sumar han hecho”, y que integre las experiencias más interesantes a nivel autonómico, entre las que cita a Más Madrid y a Reunir Canarias. ¿Ve posible un reencuentro Sumar-Podemos? “Creo que no”, responde la coautora de Villarejo, el emérito de las cloacas. A estas alturas acumulan rencillas “difíciles” de superar y, en el caso de Podemos, el partido se asemeja a una “pyme” más centrada en garantizar el “sueldo a fin de mes” que en unirse a un proyecto “estable y duradero”.
María Eugenia Rodríguez Palop: Francia de reojo. “Estamos más cerca de Italia que de Francia”, lamenta Palop (Llerena, Badajoz, 54 años). Es decir, mientras acecha el “riesgo de balcanización” del menguante espacio de la izquierda, no se vislumbra “ni en fase embrionaria” un proyecto de unidad de las fuerzas progresistas. Eso sí, cree que “la fuerza de los hechos” facilitará la “cooperación” entre Sumar y Podemos, porque la fragmentación “condena” a todos “a los juegos del hambre”, añade. El entendimiento puede tardar, analiza, pero cree que acabará llegando. Un buen comienzo sería “una tregua”.
A punto de agotar sus cinco años como europarlamentaria, Palop cree que Sumar, a cuya ejecutiva aún pertenece mientras ultima su reincorporación como profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III, se ha visto castigado por el carrusel electoral y por un “exceso de velocidad” en su articulación, realizada con “escasa comprensión de las culturas políticas en juego”. También lamenta la “falta de de compromiso” de algunos integrantes, entre los que cita a Compromís.
Joan Coscubiela: Un plato de Ferran Adrià. La “izquierda no socialista” insiste en “el mismo error” desde el palo electoral de 1982: “Construir algo nuevo sin renunciar a las organizaciones anteriores”. Es el diagnóstico de Coscubiela (Barcelona, 69 años), exdiputado en el Congreso con ICV y en el Parlament con Cataluña Sí que es Pot, partidario de renunciar a la fórmula organizativa de “matrioska” o “muñeca rusa”, común a IU y a Sumar, que si ahora vuelve a intentarse “tampoco funcionará”, menos aún si persisten las tensiones en todo el espacio.
El director de la Escuela de Trabajo de CC OO propone la creación de una “nueva organización federal, no confederal”, porque el espacio confederal ya está ocupado por los soberanistas. Ese borrón y cuenta nueva no implica que los actuales partidos desaparezcan, sino que se combinen “de manera distinta, como en una deconstrucción de Ferran Adrià”. ¿Y en ese ingenio gastronómico entra Podemos? “Ahora es complicado. Han convertido el fracaso de Sumar en su éxito. Más adelante es posible”.
Jaime Pastor: Alejarse del PSOE. Con más de medio siglo de militancia en la izquierda radical, Pastor (Valencia, 77 años) compara la actual crisis de ese espacio con la abierta en 1982. Entonces, recuerda, la “campaña anti-OTAN” sirvió de “revulsivo”. En cambio, hoy la izquierda está “a la defensiva” tras el “fracaso” del ciclo abierto con el 15-M. Conclusión: “Ahora no se puede reconstruir la izquierda con expectativa de ganar a corto plazo”.
Militante de Anticapitalistas, que fue parte de Podemos, antiguo profesor de Políticas en la UNED, Pastor cree que el “error” de Podemos fue cambiar la “idea de ganar” por la de “gobernar con el PSOE”. Sumar lo empeoró y su “subalternidad” es mayor aún, señala. “Hay que recuperar la autonomía frente al PSOE”, en línea con la IU de Julio Anguita, sostiene. ¿Unidad de las fuerzas de izquierdas? No le obsesiona, ni cree que sea ahí donde haya que poner el énfasis. Sí ve importante empezar ya la “unidad de acción”, que abarque a los movimientos vecinales, ecologistas, feministas, sindicales... Y defiende no limitar los puentes a Sumar y Podemos, sino tenderlos también a ERC, CUP, BNG, Bildu o Adelante Andalucía. Con ese trabajo hecho, ya se verá qué fórmula es mejor cuando lleguen las elecciones.
Julia Hidalgo: Más “apretar” y menos internet. “El domingo viví una de las peores noches de mi vida”, cuenta Hidalgo (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 73 años), militante del PCE desde 1970. Integrante de la primera dirección federal de IU ―“la única mujer”, recalca―, se revuelve contra el “ombliguismo” en su familia política, injustificable ante el auge ultra en Europa y cuando en Francia hay “herederos de De Gaulle, que luchó contra el fascismo, rindiéndose ante Le Pen”. “Como veterana, me siento corresponsable. Quizás no hemos sabido transmitir la importancia de ser firmes ante el fascismo”, apunta Hidalgo, que sufrió torturas a manos de Billy El Niño.
La exdirigente urge a una reacción no solo a IU sino a toda la izquierda, porque la historia será cruel ―dice― con los que ahora se dediquen a “lo individual”. “Tenemos que apretar desde la izquierda: con Palestina, con la vivienda, con los pisos turísticos, que son un escándalo. Ahí nos vamos a encontrar y a reconocer”, confía. Reitera la idea de “salir”, en sentido literal. Porque receta a la izquierda más calle y contacto personal, menos reuniones temáticas y redes sociales. “Desde la pandemia ha sido terrible, nos han perjudicado mucho”, afirma Hidalgo.
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