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La dimisión de Santiago Carrillo

Carrillo dimite como secretario general del PCE y propone al dirigente asturiano Gerardo Iglesias como sucesor

Santiago Carrillo, el hombre que ha sido el secretario general del Partido Comunista de España (PCE) durante los últimos veinte años, ha dimitido de su cargo "con carácter irrevocable" y ha propuesto como sucesor a Gerardo Iglesias, secretario general de los comunistas asturianos, con la esperanza, según sus propias palabras, de que Iglesias consiga la unidad de los dos sectores del partido -los duros y los renovadores identificados con Nicolás Sartorius- que han provocado su propia caída. Unicamente la presidenta, Dolores Ibárruri, Pasionaria, que ha aguantado las casi veinticinco horas de debate del Comité Ejecutivo, levantó la voz en solitario para apoyar la permanencia de Carrillo como máximo dirigente de los comunistas españoles.

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Carrillo dijo que Gerardo Iglesias "está obstirtado" en rechazar la propuesta, "porque no puede vivir lejos de Asturias", pero confió en que hoy acepte hacerse cargo de la secretaría general y el comité central le dé su respaldo. En lo que se mostró Carrillo firmemente decidido es en "no concluir esta reunión del central sin resolver el problema de la sucesión". Si Iglesias no acepta, Carrillo dice tener "en la manga otros nombres guardados". La dimisión de Carrillo se produce al final de una serie de derrotas electorales del PCE en cuantos comicios se han celebrado desde 1979. Primero, Galicia, después, Andalucía, y por último, con el descalabro sin paliativos de las legislativas.Después del 28 de octubre, Carrillo convocó el pasado martes al comité ejecutivo para analizar la derrota y exponer que la tendencia a la bipolariz ación, el voto útil hacia el PSOE, y el voto del miedo ante los rumores de un nuevo golpe de Estado, han sido los factores esenciales de! la derrota. Las crisis internas, el veto de la OTAN a la presencia de ministros comunistas en los gobiernos occidentales, que, según él, lossocialistas han asumido, y las canipañas desde la Prensa y desde la derecha han hecho el resto. Como autocrítica, Carrillo citó el desligamiento entre el partido y las masas y la necesidad de "promover y remover" cambios en las profundidades del aparato, "de manera tranquila y sosegada y comenzando por la dirección", sin especificar más detalles.

Todo ello lo expuso Carrillo ante un comité ejecutivo elegido a su medida en el polémico X Congreso de julio de 1981, integrado por personas de probada fidelidad y que no dudaron en respaldarle cuando, en la crisis del mes de junio, Nicolás Sartorius y Marcelino Camacho le, plantaron cara pidiendo cambios y renovación. En aquella crisis Carrillo anunció que se marchaba, pero al final quién dimitió como vicesecretario general del partido fue Nicolás Sartonus. A partir de ese conflicto, el aparato, auspiciado en muchas ocasiones por Santiago Carrillo según muchas opiniones del partido, inició una labor de desprestigio hacia Sartorius que concluyó "neutralizándole" como su sucesor -en muchas agrupaciones se tilda a Sartorius de "socialdemócrata" y "revisionista"- y, en consecuencia, dejando a Carrillo sin un sustituto que contara con "imagen" y respaldo de la mayoría del partido.

Ahora, sin embargo, y después de haber perdido más de un millón de votos y ver reducido el drupo Parlamentario de 24 miembros a cuatro, Carrillo se ha encontrado con un comité ejecutivo profundamente dividido, fiel reflejo de la división del comité central y espejo, por tanto, do las fisuras del propio partido; un comité ejecutivo a cuyos miembros no convenció Carrillo con su análisis.

El propio Carrillo aseguró ayer en la conferencia de Prensa donde anunció oficialmente su dimisión, que ya puso su cargo a disposición del partido al finalizar la reunión del comité ejecutivo del pasado miércoles. Sin embargo, ninguna de las fuentes consultadas entonces por este periódico confirmó tal extremo. Sí afirmaron, en cambio, que quién puso su cargo a disposición del partido fue Simón Sánchez Montero, pero nadie más. El hasta ayer secretario general del PCE, en el encuentro que mantuvo esa misma noche con los informadores, dijo en tono contundente y malhumorado: "Nadie me ha pedido la dimisión y yo no tengo la más mínima intención de dimitir. No va a haber cambios porque no queremos que haya nuevas nuevas crisis". En la conferéncia de Prensa de la noche siguiente, Carrillo dió un quiebro a sus palabras: "Yo no he dicho que no vaya a haber cambios. Los habrá, pero sosegadamente". Cuarenta y ocho horás después, dimitía "con carácter irrevocable".

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Después, Carrillo ha intentado justificar todo este galimatías de declaraciones contradictorias alegando que él "las primicias" las guarda para el comité central. Al margen de ello, la larguísima reunión del comité ejecutivo de esta semana ha llevado su ritmo. En los primeros días, nadie le pidió formalmente que se marchara, pero tampoco le pidieron que no lo hiciera. Después de escuchar las intervenciones de todos los miembros del ejecutivo, Carrillo comprobó que los dos sectores del partido representados en ese órgano de dirección, los partidarios del cambio y la renovación sin tener que esperar varios meses como quería Carrillo, y los de la adhesión inquebrantable al secretario general y vinculados con "las viejas tradiciones comunistas", eran incapaces de llegar a un acuerdo.

Dos interpretaciones sobre la 'sucesión'

Así las cosas, aprisionado entre unos y otros, coaccionado por la petición de relevo de la ejecutiva del PSUC y las manifestaciones públicas de Nicolás Sartorius y Jordi Solé para que se convocara un congreso extraordinario, Carrilló optó por presentar la dimisión y proponer un sucesor que garantizara la continuidad, un hombre no excesivamente brillante, pero fiel y eficaz. En el PCE hay versiones contrapuestas en torno a la figura de Gerardo Iglesias. Por un lado, se asegura que el hombre adecuádo para aunar posiciones, dado que no despierta ni entusiasmos ni animadversiones, es eurocomunista, ha mantenido el mejor nivel de votos en su provincia, (Asturias), y, sin dejar de ser "obrerista", -en la crisis de los comunistas asturianos de 1978 fue denominado "martillo de intelectuales", ha integrado en las filas del PCA a un número considerable de profesionales y técnicos. Algo similar al caso asturiano querría ver Carrillo a escala nacional, según esta versión, es decir, aguantar un nuevo temporal en las elecciones municipales y a partir de ahí sanear y poner el partido a punto para las próximas elecciones legislativas.

En la ejecutiva, Iglesias ha sido aceptado practicamente por unanimidad, como por unanimidad ha sido rechazado, según Carrillo, el congreso extraordinario, único órgano capacitado para dar un vuelco a la dirección. A última hora de la tarde de ayer, este periódico pudo saber que se produjeron intervenciones solicitando la celebración del mencionado congreso y el nombramiento de Sartorius como secretario general. Entre otros, fue pedido por los secretarios de CC OO de Cataluña y Sevilla, López Bulla y Bosco, respectivamente, y por el abogado del grupo parlamentario, José Luis Núñez.

La otra versión de lo sucesido apunta a que Carrillo, a la desesperada, ha nombrado sucesor a un hombre gris para invalidar a Sartorius, un hombre que es "manejable" y absolutamente fiel, con la finalidad de, sin dejar de perder protagonismo, ya que Carrillo será el portavoz parlamentario de los cuatro diputados que son y continuará perteneciendo al comité ejecutivo y al comité central, esperar tiempos mejores para preparar su regreso, en unos meses, a la secretaria general. Ayer se le preguntó por esta posibilidad en la conferencia de Prensa, y la respuesta de Carrillo fue ambigua: "No se ha planteado que yo pueda volver o dejar de volver". La incógnita, pues, la despejará el tiempo.

Santiago Carrillo no parece dispuesto, sin embargo, a pertenecer al secretariado. En su encuentro con los informadores de ayer, dijo: "No quiero estar presente en este órgano porque no deseo ser nuevamente un motivo de conflicto para el partido". Añadió que él había "parado" la dimisión de todos los miembros del ejecutivo, y se mostró contrario al congreso extraordinario debido a que "se convertiría en una lucha despiadada por el poder, el lugar de abrir un ,debate constructivo". Este "debate constructivo" tiene que producirse, concluyó, en la Conferencia Nacional que se celebrará los próximos días 17, 18 y 19 de diciembre. Allí, según Carrillo, "se redefinirá la táctica política del partido" en base a un informe que él ha elaborado y sometido a la aprobación del comité central.

En este informe Carrillo hace serias críticas al PSOE, entre otras cosas, por otorgarle el reconocimiento de jefe de la oposición a Fraga al estilo británico, "cuando es evidente, dada la realidad de la España de hoy", dice el informe, "que las consecuencias de tal medida pueden ir mucho más allá, con el status de presidente del Gobierno en la sombra", pero afirma que, desde la implantación obrera y social del PCE, apoyarán la labor de gobierno del PSOE en lo que signifique de progreso.

Por lo que respecta a su estado de ánimo personal, Carrillo dijo que después de haber tomado la decisión de dimitir, se sentía "más tranquilo que nunca", y que la pasada noche durmió poco, pero "como un recién,nacido". "Tras veinte años dirigiendo el partido", finalizó, "no quiero seguir siendo un motivo de conflicto y tampoco creo que me sea posible abandonar ciertos hábitos adquiridos. Por eso prefiero ofrecer mi colaboración al partido desde posiciones más modestas en la jerarquía".

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