Yolanda Díaz: “No basta con gestionar, a este Gobierno le falta alma”
La vicepresidenta asegura la continuidad del Ejecutivo y explica su nuevo proyecto “ciudadano”: “Podemos nació de la impugnación, yo busco la construcción”
Y el proyecto de Yolanda Díaz echó a andar. Tras meses de espera, miles de personas arroparon el pasado viernes en Madrid a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo (Fene-A Coruña, 51 años) en el lanzamiento de Sumar, que ella presenta como una convocatoria abierta a toda la ciudadanía y no como una simple plataforma electoral. Horas antes del acto, sin ocultar cierto nerviosismo, Díaz reflexionaba sobre los objetivos de esta iniciativa, que busca revitalizar a la izquierda, y sobre el futuro del Gobierno de coalición después de días convulsos por las diferencias respecto al gasto militar.
Pregunta. ¿Por qué es necesario reconfigurar el espacio político de Unidas Podemos?
Respuesta. No se trata de recuperar espacios, sino de ensanchar la democracia, hacer nuestra sociedad vivible y convertir la política en algo útil. Se trata de arreglar los problemas que tiene la gente, que son muy sencillos: tener un trabajo y una vivienda dignos; poder pagar la factura de la luz; pagar impuestos de manera justa, cosa que no sucede en nuestro país; tener escuelas públicas y sanidad pública de calidad; poder disfrutar de la cultura...
P. ¿Qué es exactamente Sumar?
R. No es un proyecto electoral, es un movimiento ciudadano en el que el protagonismo va a recaer justamente en la ciudadanía. Vamos a levantar un proyecto de país. Yo quiero un país querido, una España mejor en la que quepamos todas, pensemos como pensemos. La concepción que hay de España por algunas voces es muy pequeña, muy triste. Y yo quiero una España como la de esta semana, la del Orgullo, diversa, en la que pensemos diferente, que tengamos futuro, que, en definitiva, seamos más felices.
P. Podemos nació también con asambleas en las calles, ¿qué aportaría esto diferente?
R. No es lo mismo, Podemos nunca se ha configurado como un movimiento ciudadano. Aquí decidirá el movimiento, en cuanto tome su rumbo y despliegue velas, si quiere ser algo más. De lo que va es de darle protagonismo a la ciudadanía, que está confusa, entristecida, que no ve futuro, que cree que la política no es útil, sino un problema. Tenemos que darle voz a quienes hacen nuestro país: los economistas, los profesionales de la sanidad pública, los trabajadores de la construcción, las cajeras de los supermercados, las limpiadoras... Nuestro país vive mirando al pasado y hay que dibujar uno nuevo.
P. Podemos también propugnaba superar las viejas estructuras políticas. Si hay que reinventarse, es porque algo ha fallado.
R. Podemos nace de la impugnación y yo parto de la construcción. Las fuerzas progresistas se han sentido cómodas en el no, en hacer oposición, en impugnar al contrario. Yo lanzo un movimiento ciudadano en el que voy a ser una pequeña pieza más de un engranaje colectivo en el que no solamente deconstruyo la impugnación, sino que quiero construir. Un país a favor, en el que dialoguemos, escuchemos, hablemos, hagamos síntesis, tendamos puentes, no los destruyamos. En el contexto en que surge Podemos era normal que se hiciese eco de la impugnación. Ahora es diferente.
P. Evita el término izquierda, como si fuera un lastre.
R. No es ningún lastre. Yo vengo de donde vengo, soy hija de trabajadores y me siento muy orgullosa. Pero los fetiches no me gustan. ¿Subir el salario mínimo, defender la sanidad pública o el uso social de los algoritmos es de izquierdas? ¿Qué es la izquierda?, ¿qué es la progresía?, ¿qué es la derecha en el mundo actual?
P. Reivindica la transversalidad.
R. Absolutamente. Me dirijo a la mayoría social, que somos todas. No quiero esquinas. Soy una mujer moderada en las formas y en los contenidos. Ese país a favor lo tenemos que hacer con muchas manos, muchas músicas, muchos corazones y muchas maneras diferentes de entendernos. Como en los momentos excepcionales de la historia, lo que está en juego es la democracia.
P. La transversalidad fue uno de los motivos de ruptura entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
R. No me voy a meter en las rupturas. Esto no va de dogmas, me identifico con el presidente [chileno, Gabriel] Boric cuando dice que tiene muchas dudas. Yo las tengo, soy humana, creo que las personas son así. Quien tiene todo clarísimo y dicta dogmas de fe, pues estupendo, pero seguramente se equivoca.
P. ¿Esa indefinición sobre si va a ser candidata no puede lastrar el proyecto político?
R. He dado un paso muy importante en mi vida y lo hago con todo el corazón, sabiendo muy bien el reto que tengo y desde la convicción de que es posible hacer mejor España. Remaré a favor como una más y colectivamente haremos lo que queramos ser. Y si queremos presentarnos a las elecciones, lo vamos a hacer juntas. No tengo miedos, porque cuando se camina con muchas gentes, los caminos son más sencillos. Lo importante ahora mismo es abrir un espacio al pensamiento, al país que queremos.
P. En una carta a EL PAÍS, un militante de los comunes pedía que se preocupasen más por los que toman cañas y no tanto por los de gintonics. ¿Corren el riesgo de caer en un cierto elitismo?
R. Creo que soy el ejemplo palmario de que me preocupo por las gentes que más lo necesitan. Si no, no estaría desgastándome durante nueve meses para subir el salario mínimo 15 euros.
P. ¿Podemos la ha ayudado o la ha entorpecido?
R. No tengo más que agradecimiento a Podemos y a todas las formaciones políticas, hasta las más pequeñitas, y cariño a todas sus militancias.
P. Y cuando llegue el momento de organizar su proyecto, ¿va a contar con Podemos?
R. Yo no soy nadie para hacer nada. Esto es un movimiento ciudadano que hará unas tareas de diseño de país hasta diciembre o enero, con más de 25 grupos que están trabajando ya. Si cuando culmine ese proceso, colectivamente entendemos que hay que convertir esto en un proyecto electoral, yo voy a seguir siendo un engranaje más. Haciendo listas, con mesas camillas, no me van a encontrar. Jamás me he peleado por una lista electoral. Se hará colectiva, democráticamente. Quien se quiera presentar que se presente y que la ciudadanía vote.
P. ¿Hace falta que Podemos y Más País se entiendan de nuevo?
R. Lo que hace falta es ensanchar la democracia y que se movilice la ciudadanía. Los partidos son una cosa muy pequeña. Si solo contara con los partidos, el resultado lo conozco de antemano. Es mucho más ambicioso.
P. Sin partidos es difícil hacer un proyecto electoral.
R. Los partidos son indispensables en democracia, porque son el canal que tenemos para presentarnos a las elecciones. Tienen que estar, pero no tienen que ser. Lo que necesitamos ahora mismo es movilizar a la ciudadanía y que tome las riendas de su país. ¿Por qué el CIS nos dice, mes tras mes, que hay una brecha ingente entre la ciudadanía y la política? Algo se está haciendo mal
P. Entonces no es imprescindible esa reconciliación.
R. Es que ya nos entendemos. Yo trabajo todos los días con todos los partidos. Soy la mujer que más habla con todos los partidos del mundo.
P. ¿Cómo son sus relaciones con el resto de ministros de UP?
R. Tengo, más allá de las simpatías personales, una magnífica relación con todo mi espacio y creo que con toda la política española.
P ¿Con Iglesias también?
R. También. No tengo más que cariño y agradecimiento para Pablo Iglesias, soy su amiga, lo que no quiere decir que pensemos igual. Ha cambiado la política de este país, ha hecho cosas inimaginables y lo respeto mucho. Ha dado un paso atrás y ya está.
P. ¿En qué no piensan igual?
R. Esto es antológico, desde hace mucho tiempo. Me acuerdo de viejas discusiones acerca de su concepto de patria. Yo soy galega y creo que es muy difícil construir ese concepto en un país diverso, complicado. O sobre la concepción que él tiene del poder. Tenemos posiciones, no de ahora, sino de atrás, muy diferentes. Yo vengo del diálogo, él de una concepción diferente.
P. A veces, con la guerra de Ucrania, por ejemplo, ha parecido que los ministros de UP iban cada uno por separado.
R. Sí, es totalmente verdad. Los ministros tienen partidos y tienen que tener espacios propios. La guerra ha colocado a todo el mundo en una posición muy compleja, en la que ninguna solución es sencilla. Yo no tengo nada claro qué es lo correcto. Tengo claro que hay una invasión absolutamente ilegítima y que el pueblo ucraniano ha decidido la legítima defensa. El resto de los paradigmas están en disputa. A mí me hubiera gustado discutir sobre el concepto estratégico de la OTAN en esta cumbre madrileña. ¿Concebir las migraciones como una amenaza híbrida es correcto en una sociedad democrática en el siglo XXI? ¿O la mirada hacia los derechos humanos no es clave? ¿Entender la emergencia climática de manera integral y no solo con un afán securitario es discutible? ¿Es discutible que Europa carezca de un modelo de seguridad autónomo? ¿Si gana Trump en 2024, con el paso que hemos dado, qué va a pasar? ¿En la disputa democracias versus autocracias, compartimos los valores de Erdogan [Recep Tayyip, presidente turco]? Merecería pausa y calma discutir todo esto.
P. ¿La discusión sobre el aumento del gasto militar puede romper el Gobierno?
R. Nada va a romper el Gobierno, porque no hay alternativa a la coalición progresista. Eso sí, tenemos una diferencia que también deberíamos abordar de manera pausada.
P. ¿Y cómo?
R. Con mucha imaginación, he negociado cosas peores, créame. El Presupuesto es una concepción global, lo que me preocupa es qué Presupuesto vamos a tener para ser capaces de compensar el impacto de la inflación en las mayorías sociales. Y esta es la discusión central, el presupuesto de Defensa es una pequeña parte. Hay que hablar de los ingresos públicos, y yo no comparto que no se haga una reforma fiscal, creo que es más necesaria que nunca, porque en este momento quien más tiene más debe aportar. La pregunta es, ¿quién va a pagar esta crisis? ¿Los de siempre o las grandes corporaciones que tienen beneficios absolutamente extraordinarios? Las grandes corporaciones que cotizan en Bolsa han tenido 64.021 millones de euros de beneficios. Son históricos, tienen que aportar más en este momento. La crisis no la pueden pagar los de siempre y de ella no podemos salir con austeridad. Este es el debate de fondo del Presupuesto, no el de Defensa.
P. ¿Hay riesgo entonces de que con este Gobierno la paguen los de siempre?
R. En absoluto. Trabajo a diario para que no sea así.
P. Pero usted no es la presidenta, ni el partido mayoritario.
R. Tenemos que negociar y lo estamos haciendo. Hemos prohibido el despido en un contexto de crisis con dos causas, hemos limitado la subida de los alquileres al 2%, dado un cheque para las rentas inferiores a 14.000 euros de 200 euros, subido el salario mínimo y lo volveremos a subir, vamos a hacer —y bien que nos ha costado desde UP— un impuesto que grave a las grandes eléctricas... Estamos en el Gobierno para hacer esto, para mejorar la vida de la gente.
P. Sobre el presupuesto militar, ¿va a tener una conversación con el presidente? ¿Usted se opone a cualquier aumento?
R. ¿Cree que es mi estilo oponerme así, el no por el no? No, vamos a tener un debate sosegado, sereno, pero que va a abordar el conjunto del Presupuesto.
P. ¿Qué medidas ha tomado el Gobierno con las que no esté de acuerdo?
R. Algunas sí, algunas sí... [se para un rato a pensar] No se puede estar de acuerdo en todo. Alguna medida en materia económica o alguna que no se toma. En un país que tiene un enorme riesgo de concentración oligopólica en dos sectores clave, el financiero y el energético, me hubiera gustado que actuásemos más.
P. El Gobierno estuvo al borde del precipicio con la discusión sobre las últimas medidas. Ustedes se levantaban de la mesa si no se aprobaba el cheque a las familias más necesitadas.
R. Yo nunca me levanto de una mesa. Mi cultura política me lo impide. Jamás.
P. Pero era una exigencia irrenunciable.
R. Es la parte contraria la que trabaja con líneas rojas. Yo sé que eso es lo que jamás se puede hacer en una negociación.
P. ¿Estuvo el Gobierno en peligro?
R. Nunca. Los peores momentos de peligro tuvieron que ver con una diferente interpretación de la reforma laboral. El precipicio quizás estuvo ahí, el Gobierno vivió momentos difíciles, pero afortunadamente lo superamos.
P. ¿Por qué la gente no valora las medidas del Gobierno?
R. Esto es un problema del Gobierno, no es de la gente. No lo estamos haciendo bien y no es un problema comunicativo.
P. ¿Y cuál es el problema?
R. Este Gobierno ha hecho cosas que jamás se habían hecho, pero no basta con gestionar. Digo siempre que a este Gobierno le falta alma. Y a veces nos faltan medidas felices. Si para sacar adelante el salario mínimo tardamos nueve meses, cuando llega, igual la medida no es feliz. Si para avanzar tardamos tanto…
P. ¿Usted no cree en esos poderes oscuros de los que hablan el presidente e Iglesias?
R Desde Espartaco hay poderes ocultos. Y, por cierto, son muy visibles. Yo, si quiere, le pongo nombres y apellidos. Estoy a diario entre los poderes...
P. Póngalos.
R. Los financieros, los energéticos... ¿Usted cree que le gusta a los poderes energéticos una ministra que está diciendo todos los días que quieren que paguen impuestos? Estoy segura de que no, pero desde Espartaco viene siendo así. Si la pregunta es, ¿están pujando fuerte? Pujan fuerte, sí.
P. ¿Qué reflexión le merecen los audios en que el comisario Villarejo y Dolores de Cospedal traman actuaciones contra Podemos?
R. El PP tiene que rendir cuentas de lo que le ha hecho a una formación política en democracia y lo que le ha hecho a sus dirigentes. La destrucción que ha sufrido Pablo Iglesias y su familia no es conocida jamás en nuestro país, ni me atrevo a decir que en el mundo. Por tanto, creo que el señor Feijóo tiene que depurar responsabilidades políticas por el bien de la democracia en nuestro país. No basta con decir, como nos ha dicho el señor Feijóo, “esto fue ya hace muchos años”. El señor Feijóo es el dirigente máximo del PP, que ha utilizado las instancias pagadas con recursos públicos de los españoles y las españolas para derribar a un adversario político. Y esto es gravísimo en democracia.
P. El PSOE pierde votos hacia el PP. ¿Teme que Sánchez reaccione con un giro a la derecha?
R. No voy a hacer conjeturas sobre las opiniones del presidente. Lo que tengo es opinión, clarísima. Tenemos que tener un Gobierno preparado en este contexto para arreglar los problemas de la ciudadanía, y me parece que en las otras posiciones —y no hablo de siglas, hablo de medidas— si el Gobierno de España vuelve a la austeridad, vuelve a frenar la economía y vuelve a no tomar medidas decididas en materia de ingresos públicos, en materia de avances sociales, creo, humildemente, que nos vamos a equivocar.
P. Pero no ha percibido ningún síntoma.
R. No soy nada de opinar por percepciones. No me gusta nada, soy bastante fría ahí. Me muevo por propuestas.
P. ¿Y si el Gobierno cayese en todo eso que está diciendo?
R. Es que no me voy a poner en futuribles, porque en democracia, cuando uno no tiene la mayoría absoluta, tiene que negociar.
P. ¿El presidente le ha explicado sus acuerdos con Marruecos?
R. No.
P. ¿Y usted no le ha pedido explicaciones?
R. He hablado con el ministro [de Exteriores, José Manuel] Albares. Esta conversación no la debe tener solo con nosotros, también con la oposición. Porque si nuestro país de manera mayoritaria opina que esa posición no es correcta, algo tenemos que hacer. La política de Estado también es discutible. ¿Yo no hago política de Estado? ¿La reforma laboral que cambia la vida de la gente no es política de Estado? ¿o solo lo es el Ministerio de Defensa? La democracia consiste en hablar con todo el mundo, y yo no comparto muchas cosas con el señor Feijóo, pero se merece que el presidente le explique qué está haciendo España.
P. ¿Le ha incomodado mucho la posición de los socialistas después de la tragedia de la valla?
R. Sí, me ha dolido mucho. Con los derechos humanos no se juega.
P. ¿Por qué cree que el Gobierno está haciendo esto?
R. No lo entiendo.
P. ¿Usted condena la actuación de la policía marroquí?
R. Yo lo que digo es que hay que respetar los derechos humanos. Y no solo lo digo yo, lo dicen los organismos internacionales.
P. ¿Hay que esperar un repunte del paro a la vuelta del verano?
R. No lo sé, pero lo estamos siguiendo con muchísima intensidad y, como siempre hacemos, con muchísima precaución.
P. Feijóo ha hablado de que viene una profundísima crisis económica.
R. Feijóo está representando lo mejor del PP, que es la destrucción del país. Que España caiga, que ya la levantaremos nosotros. Ese es Feijóo. En España aún no lo conocen bien. Yo sí lo conozco. Y la visión catastrofista que está dando, además de irresponsable, es irreal.
P. ¿Hay algo que le haya frustrado no poder hacer en su departamento?
R. Muchas cosas, he sufrido bastante. Lo voy a contar cuando deje de ser ministra. Me ha costado mucho sacar todo, desde la primera medida, que fue la derogación del despido por absentismo. He tenido que explicar tantas cosas... En la primera subida del salario mínimo, 50 euros, se me decía desde el Gobierno que destruía empleo. Nos ha costado todo mucho, a mi equipo y a mí.
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