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La legislatura de verdad empieza ahora

La coalición llega a 2021 con frentes abiertos tan complejos, que amenazan su estabilidad. Bruselas aprieta con las pensiones. El desgaste que señala el CIS inquieta y las elecciones catalanas reajustarán el tablero

Desde la izquierda, el presidente Pedro Sánchez y los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias, durante un pleno del Congreso.
Desde la izquierda, el presidente Pedro Sánchez y los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias, durante un pleno del Congreso.Kko Huesca (EFE)
Carlos E. Cué

El primer Gobierno de coalición desde la década de los treinta del siglo XX no tiene ni siquiera un año, pero ya empieza a mostrar unas heridas importantes después de una durísima e inesperada batalla contra el coronavirus y la crisis económica y social que ha traído con él. El Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos acaba el año con múltiples frentes internos abiertos y con la sensación, muy extendida entre los ministros, de que ahora empieza una fase completamente diferente, casi una especie de legislatura de verdad después de un año de emergencia absoluta en el que no ha habido tiempo para mucho más que hacer frente a la crisis y defenderse de los intentos de la oposición por derribar al Gobierno.

Ahora, con los Presupuestos aprobados, el presidente parece haber decidido lanzar mensajes muy claros de que es el sector socialista el que dirige la política económica. Mientras, Unidas Podemos intenta marcar líneas rojas en reformas clave como la de las pensiones, un asunto muy sensible en Bruselas. 2021 será pues el primer año real de la coalición, donde se someterá a la prueba de resistencia aún más dura que la de la pandemia: la de sobrevivir a la crisis económica y a las decisiones complejas siempre marcadas por la presión de Bruselas.

Mientras en el ambiente político se instala la idea de que el PSOE ya no necesita tanto a Unidas Podemos y por tanto podría incluso forzar la máquina y llegar al límite de una ruptura para gobernar en solitario, dentro del Ejecutivo esta opción no la contempla nadie seriamente, aunque no se ocultan las dificultades que está atravesando la coalición precisamente después de lograr la supuesta estabilidad que le dan los Presupuestos.

La tensión se da por segura y muy fuerte al menos hasta las elecciones catalanas del 14 de febrero, que reconfigurarán el tablero. Tanto es así que dentro del Ejecutivo se ha instalado la idea de que, políticamente, 2021 en realidad empieza el 15 de febrero. Será entonces cuando los comicios catalanes despejen el horizonte para todos los grandes protagonistas, tanto en la mayoría como en la oposición, ya que cada uno de ellos tiene su batalla interna en una cita que abrirá un largo periodo sin elecciones previstas. Estos son algunos de los asuntos clave con los que arrancará 2021.

La agenda económica, motivo de tensión interna. El cierre del año llega con decisiones fundamentales que han abierto una brecha en la coalición que corre el riesgo claro de seguir agrandándose en el arranque de 2021. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que ha logrado todo el respaldo público y privado del presidente en los últimos días, ha pactado con Bruselas una serie de elementos vitales a reformar que quiere llevar adelante pese a que no están en el pacto de Gobierno PSOE-Unidas Podemos. En especial, el de las pensiones, con la propuesta de pasar de 25 a 35 los años laborales sobre los que se calcula la pensión. Eso rebajaría el gasto alrededor de un 6%, según los cálculos del Ejecutivo.

Unidas Podemos y los sindicatos rechazan de plano esta reforma, pero Calviño y José Luis Escrivá, el ministro de Seguridad Social, están decididos a seguir adelante. Argumentan que hay que ofrecer en Europa un horizonte de sostenibilidad que compense el aumento del gasto en pensiones producido por la subida del 0,9% de este año y, sobre todo, porque se ha eliminado ya definitivamente el factor de sostenibilidad que instauró el presidente Mariano Rajoy y que él mismo incumplió después.

Además de las pensiones está la reforma laboral. Calviño tampoco quiere permitir ahora que se cambien los aspectos más lesivos, como se había pactado con Unidas Podemos. En estas semanas llegará esa batalla porque también hay que enviar a la UE los planes sobre el mercado laboral. La pelea más inmediata, la del salario mínimo, ya parece resuelta a favor de Calviño, que defiende la congelación. Este martes podría cerrarse la decisión en un Consejo de Ministros presidido por Pedro Sánchez, que ya ha acabado su cuarentena, y que comparecerá después para hacer balance del año.

Unidas Podemos ya está trasladando la idea de que este tipo de cuestiones son líneas rojas y no podrán contar con sus votos para una reforma de pensiones como esa, con lo cual no podría salir adelante. Pero mucho antes de llegar al Congreso, el plan de reformas tendrá que aprobarse en el Consejo de Ministros para enviarlo a Bruselas, y ahí llegará la batalla más dura, probablemente en febrero.

Hay división de opiniones también en el análisis de los datos. En ambos sectores del Gobierno hay preocupación por el desgaste que marcó el último barómetro político del CIS y otras encuestas. Pero mientras en Unidas Podemos creen que se debe a que el PSOE está empezando a girar en su política económica con reformas impopulares como la de las pensiones, los socialistas interpretan que el problema, además del natural desgaste de un año durísimo de pandemia, viene por esas divisiones que empiezan a verse claras. “Este es un Gobierno de coalición muy descompensado, porque el socio pequeño manda muy poco y necesita sobreactuar para que parezca lo contrario. Deberían reivindicar los logros. Estamos subiendo las pensiones, hemos subido un 30% el salario mínimo en dos años, y va a parecer que vamos para atrás”, señalan en la parte socialista.

Unidas Podemos presiona al PSOE para que no dé un giro al centro en la política económica y alertan de esas encuestas que empiezan a reflejar el desgaste. Incluso dentro del PSOE hay muchas dudas con reformas polémicas que pueden alejarle de su electorado como la de las pensiones, pero Calviño y Escrivá tienen de momento el apoyo de Sánchez porque la gran prioridad ahora es lograr encauzar la economía con el apoyo y la orientación de Europa.

Cómo gastar 27.000 millones de euros en cambiar la economía. Es el gran reto del Gobierno para todo el año. La maquinaria ya se ha puesto en marcha con un decreto que cambia todos los procedimientos administrativos para agilizar trámites. El equipo económico de Sánchez, con Calviño, María Jesús Montero, ministra de Hacienda, y Manuel de la Rocha, jefe de la oficina económica de La Moncloa, será clave, pero el peso fuerte cae en los distintos ministerios.

Dirigentes autonómicos y empresariales transmiten muchas dudas sobre el operativo. Sánchez se juega su credibilidad en el desafío de lograr que se gaste bien, con proyectos realmente modernizadores, este gran fondo europeo. No se habla mucho en el debate político, pero es el asunto que más tiempo ocupa a los ministerios. Unidas Podemos tiene una participación estratégica a través de sus ministerios y de Nacho Álvarez, el hombre clave de Pablo Iglesias para cuestiones económicas, pero el peso más fuerte lo lleva la parte socialista. Es, con la vacunación, el proyecto estrella del Ejecutivo para salir del destrozo económico provocado por el virus.

Las leyes después de los Presupuestos. En teoría, el Parlamento se para en enero. La realidad es que no sucederá. Aprobados los Presupuestos, el Gobierno tiene un horizonte legislativo intenso, aunque la coalición se ha dado mucha prisa para aprobar dos hitos fundamentales de su agenda: las leyes de eutanasia y educación. La primera ley que empieza la tramitación ahora es la de cambio climático. En el mismo mes se abordarán otras como la de cadena alimentaria o la protección a la infancia. Y también está la comisión de investigación sobre la Operación Kitchen, que marcará un fuerte enfrentamiento con el PP.

Otras grandes reformas son la del Poder Judicial —de momento en su versión suave, que impedirá al Consejo seguir nombrando jueces mientras no se renueve su mandato, caducado desde hace dos años— es la que más enfrenta a PSOE y PP. Después del rechazo de Bruselas al intento de reducir la mayoría necesaria para renovarlo, Sánchez ha decidido intentar hasta el final el pacto con el PP. Pero este asunto no está resuelto y volverá con fuerza tras las catalanas.

Las elecciones catalanas cambian el tablero. El 14 de febrero todos los partidos se examinan. No solo el independentismo, que dilucida su gran batalla final por la hegemonía, e incluso la coalición —supone una gran prueba tanto para el PSC pero sobre todo para Unidas Podemos, que se la juega con los comunes después de los fiascos en Galicia y el País Vasco— sino también la derecha. La batalla entre el PP, Vox y Ciudadanos marcará la oposición de los próximos meses y el éxito o fracaso de la estrategia de Pablo Casado de lanzarse al ataque contra Vox tras la moción de censura de Santiago Abascal.

La crisis del rey emérito. Más allá de que este asunto seguirá dividiendo al Gobierno, como se ha visto en las reacciones al mensaje del Rey en Navidad, lo que más preocupa al Ejecutivo, o al menos a la parte socialista, que defiende la Monarquía, es que el escándalo que tendrá este año avances judiciales siga deteriorando la imagen de la institución. Será el año clave también para saber hasta dónde llega la peor crisis de la Monarquía desde la recuperación de la democracia.

Después de un 2020 terrible, llega un 2021 decisivo, en el que las fuerzas se reequilibran y empieza la legislatura de verdad. Nadie sabe cuánto durará, pero sí que no será fácil.

Indultos y reforma de la sedición, decisiones importantes

Uno de los pilares de la etapa de la legislatura que comienza en 2021, una vez aprobados los Presupuestos, es el intento de La Moncloa y el PSOE por reencauzar el conflicto político en Cataluña, que está aún muy lejos de encontrar una solución. La pandemia y la inhabilitación de Quim Torra han dejado este asunto en un segundo plano, hasta el punto de que no se ha producido ninguna nueva reunión de la mesa de diálogo. El PSOE y ERC no han roto los contactos, y de hecho se han producido encuentros telemáticos de los seis negociadores —tres por cada grupo, incluido Salvador Illa— que cerraron la investidura y preparan el terreno para lo que vendrá después de las elecciones catalanas. Los interlocutores de ERC insisten en cada cita en que hay que resolver el problema de los presos. Su líder, Oriol Junqueras, sigue en la cárcel. El Gobierno tiene dos vías abiertas para solucionar este delicado asunto. Una, la más lenta pero también muy segura, es la modificación del Código Penal para suavizar el delito de sedición, que tiene en España penas mucho más altas que en el entorno europeo. Esta vía está preparada a la espera de que Pedro Sánchez ordene reactivarla. Y la otra es la del indulto, mucho más rápida. Ya no llegará antes de las catalanas, como quería ERC, pero no se descarta después. En cualquiera de los dos casos, el Gobierno tendrá que asumir el coste de una fuerte crítica de la oposición. Pero parece dispuesto a asumirla para buscar una solución al conflicto catalán.

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