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Los tres veinteañeros que reescriben la historia de Pérgamo, la librería más antigua de Madrid

Pablo Cerezo, María Treviño y Érika Ambrosio están a cargo de la librería que reabrió hace dos años gracias a un misterioso salvador. Comparten una pasión voraz por la literatura: quieren desterrar la idea de que los jóvenes no leen

De izquierda a derecha, María Treviño, Pablo Cerezo y Érika Ambrosio, los libreros de Pérgamo.
De izquierda a derecha, María Treviño, Pablo Cerezo y Érika Ambrosio, los libreros de Pérgamo.Francis Tsang
Julia Roiz

El infierno. Así se llamaba durante la posguerra a la trastienda de las librerías que tenían ejemplares censurados por el franquismo. Pérgamo, el negocio de libros más antiguo de Madrid, tenía cientos de ellos. Y su puerta estaba cerrada a cal y canto. Ahora ese infierno, que alberga obras de ensayo, no ficción y libros infantiles, no tiene ningún muro que impida su paso. Dentro se encuentran los libreros de este negocio: Pablo Cerezo (Sevilla, 25 años), Érika Ambrosio (Madrid, 25 años) y María Treviño (Coahuila, México, 26 años). Los tres son la antítesis de lo que se puede esperar de la librería más antigua de la capital. Forman parte del relevo generacional que lleva por bandera la vinculación de los jóvenes con la cultura.

Juntos, rodeados por el mobiliario que ha acompañado a la librería desde su apertura en 1946, repasan la historia de Pérgamo, situada en la calle General Oráa 24. Como la mayoría de los comercios del gremio, pasó de padres a hijos: de Raúl Serrano, su fundador, a Ana y Lourdes. Linaje familiar. En 2021, las hermanas se jubilaron y lo pusieron en alquiler. A punto estuvo de convertirse en una pizzería. Pero se obró un milagro. Un salvador, que prefiere llamarse JJ y permanecer en el anonimato, les prometió preservar la librería. Lo que se sabe de él es que es un mexicano con raíces gallegas que visitaba el establecimiento cuando era niño. Y quiso preservar ese vestigio de su infancia. Tras firmar con las hermanas Serrano, le propuso al escritor Jorge F. Hernández, también mexicano, que fuese el librero del proyecto mientras él estaba en la sombra.

“Jorge y yo nos conocimos en una conferencia sobre literatura latino­americana y meses después nos reencontramos en una terraza”, explica Cerezo. El escritor le planteó que formase parte del negocio. Así, en septiembre de 2022 Pérgamo reabrió sus puertas con apenas 200 libros. En mayo del año siguiente, María Treviño se unió a ellos semanas antes de que la librería más antigua de Madrid participase por primera vez en su historia en la Feria del Libro de la capital. Y en noviembre, para la campaña navideña, Érika Ambrosio comenzó a ser parte de la plantilla, sin saber que en enero de 2024 Hernández les dejaría para volver a México.

Pérgamo tenía, cuando los visitamos, 6.114 libros. “Es más honesto tener pocos títulos y manejarte bien con ellos que tener una cantidad ingente en la que al final te pierdes”, comenta Cerezo. Lo ejemplifica con la historia de la Biblioteca de Alejandría: “Tenía el riesgo de que se perdiese por dos motivos: o bien porque se incendiara, como pasó, o porque había tantas cosas que llegaba un momento en el que el usuario se pierde. Una librería tiene también eso”.

Una máquina de escribir de mediados del siglo XX junto a varias novedades literarias.
Una máquina de escribir de mediados del siglo XX junto a varias novedades literarias.Francis Tsang

Si algo une a los tres libreros es su pasión voraz por la literatura. “Queremos desmitificar la idea de que los jóvenes no leemos. De que no nos interesa ni la lectura ni la cultura”, explica Cerezo. Los datos le avalan: los jóvenes entre 14 y 24 años son los que más leen en su tiempo libre, según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España.

“El rescate de Pérgamo ha logrado que mucha gente joven se acerque, que la librería no sea un espacio hostil, aparentemente reservado solo para una élite cultural”, comenta Treviño. Y añade: “No hay que ser un erudito para ser librero. Hay que saber sobre corrientes literarias, pero el oficio se aprende trabajando”.

Ambrosio explica que el perfil de los clientes que acuden a diario a la librería pertenece a tres generaciones: niños, padres y abuelos. “Queremos que tanto la gente que encontró un hogar en Pérgamo durante la posguerra como sus descendientes lo sigan sintiendo su casa”, dice. Es el objetivo que persigue la librería: convertirse en un punto de encuentro. Así lo intentan cada semana con sus vermuts literarios, donde invitan a autores para que comenten sus obras, o a través de sus redes sociales, donde hablan de las últimas novedades literarias. Pero, sobre todo, lo hacen con su apuesta por las editoriales independientes, que, según apuntan, aportan pluralidad y frescura a la literatura.

Su próxima parada es la Feria del Libro de Madrid [que este año se celebra del 31 de mayo al 16 de junio]. Y su apuesta, autores jóvenes que firmarán en su caseta, la 188, como Marta Jiménez Serrano, Luna Miguel, Sara Torres, Anna Pacheco y Paula Ducay, y escritores más veteranos como Enric Juliana o Luis García Montero.

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