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ESPECIAL ESTILO HOMBRE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cómo está arriesgando más la moda masculina: los casos de Eduardo Casanova o Lil Nas X

Del éxito de lo básico a la moda como juego de provocación

Milan Men's Fashion Week
Desfile de Fendi, en Milán.Pietro D'Aprano (Getty Images)

¿Arriesga más el hombre al vestir? Vaya a un concierto de la jovencísima vedette punk Samantha Hudson y encontrará una sala llena de jóvenes ataviados con total libertad, falta de prejuicios e incluso gusto por la provocación (tops cortados por encima del ombligo, camisas transparentes). Dé un paseo por las tiendas “de caballero” de su ciudad, o por su gran superficie favorita, y opinará que vestimos igual que hace 15 años: escaparate tras escaparate, la misma ropa con querencia british, similares básicos de estudiante estadounidense, un montón de plumíferos sin mangas y todo en inevitable corte slim. Abra Instagram y pensará que no quedan barreras por derribar: Harry Styles, Lil Nas X y otras aves del paraíso reinan en las alfombras rojas y en las redes sociales. Y, por fin, mire en su armario para darse cuenta de que lleva décadas comprando el mismo jersey azul.

El rapero Lil Nas X, en el iHeartRadio Jingle Ball el pasado diciembre.
El rapero Lil Nas X, en el iHeartRadio Jingle Ball el pasado diciembre.Kevin Kane (Getty Images)

¿Arriesga quien quiere o quien puede? No es noticia que los artistas del espec­táculo disfruten de más libertad para expresarse con la ropa, técnicamente es parte de su trabajo. O los jóvenes, sobre todo antes de entrar en el mercado laboral. O los muy ricos. Entre estos últimos, el estilo libre no siempre va en beneficio de la creatividad y la ruptura de estereotipos. ¿Por qué viste Jeff Bezos tan mal?, se preguntaba Robert Armstrong en el Financial Times el pasado febrero. El periodista analizaba el cambio del magnate de Amazon en los últimos años: de amable ratón de biblioteca con pantalón de pinzas a macho alfa rapado, musculoso y enfundado en unos vaqueros ceñidos y sombrero de cowboy. Aquí hay dos problemas, según Armstrong. El primero es esa instantánea patada a la elegancia que supone pasar de tímido a tío bueno. Y el segundo, más importante, que la forma denota un contenido: “Hay algo en el estilo torpe y ligeramente vulgar de Bezos que choca con el fundamental papel que desempeña en las vidas de tanta gente. La ropa importa, a veces de manera insospechada”.

Desfile de Louis Vuitton en la Semana de la Moda de Milán.
Desfile de Louis Vuitton en la Semana de la Moda de Milán. CHRISTOPHE ARCHAMBAULT (Afp)

La falta de contacto con la realidad común forma parte de la creación de moda; al fin y al cabo, se trata de productos exclusivos y de grandes diseñadores. A pesar de las consecuencias de una pandemia con final incierto, las últimas colecciones de hombre en París, el pasado enero, fueron una celebración de todo lo que el dinero puede comprar. Louis Vuitton propuso trajes con plataformas glam, gorras con orejitas y camisetas de baloncesto en piel. Dior, interpretaciones de la costura femenina clásica, con zapatos enjoyados incluidos. En Fendi hubo elegantes conjuntos de chaqueta y falda. Y los bolsos caracola de Loewe fueron otro ítem. Todo lo cual, según se mire, puede ser un sueño o una burbuja.

De modo que volvemos a la pregunta del millón. Aparte de los ricos, los jóvenes y los artistas, ¿arriesgan más los hombres al vestir? ¿Hay una versión masculina de Carrie Bradshaw y las chicas de Sexo en Nueva York, hombres que disfrutan con la moda y se expresan con ella en la vida diaria sin miedo a llamar la atención? Si existen, todavía deben de ser pocos: incluso en las tiendas más punteras de Madrid, sus dueños afirman que sobre todo triunfan los básicos. Categorías como la corbata y el traje de oficina están en caída libre. Las mayores revoluciones indumentarias de los últimos años son las zapatillas, el pantalón elástico y ese ubicuo recién llegado conocido como fachaleco, prenda cuya permanencia en el uniforme corporativo admiraba un artículo reciente de Bloomberg Businessweek. Los grandes avances en el armario masculino tienen menos que ver con la expresión de las inquietudes de uno que con la presente disolución de las ideas de trabajo y clase del siglo XX. Se multiplican las opciones, pero no parece crecer tanto la fantasía como la comodidad. Mango confirma esta tendencia con su colección Comfy, “que responde al cambio de estilo de vida de nuestros consumidores”, aseguran desde la marca. También destacan la “buena acogida” de “patrones oversize o pantalones de doble pinza”, que han terminado por incorporarse en su oferta.

Jeff Bezos, tras el viaje espacial que hizo en 2021.
Jeff Bezos, tras el viaje espacial que hizo en 2021.Joe Raedle (Getty Images)

Otra buena noticia es que ha crecido la viabilidad de las propuestas más creativas: el comercio online permite que las piezas menos comerciales de las tiendas casi siempre encuentren dueño, y también que se multipliquen las plataformas de venta, haciendo posible que cada vez más firmas nicho puedan llegar a sus clientes por diseminados que estén. A pesar de que nos cueste incorporar propuestas arriesgadas y de las reacciones virulentas del ámbito hater —como las que cosechó el look negro con lazos rosa que Edu Casanova llevó en los últimos Goya, firmado por Mans—, poco a poco nos escandalizamos menos y disfrutamos más. Alejandro Palomo lleva ya un par de años subido a unos tacones en prime time. Eso tiene que significar algo.

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