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‘Kizomba’, el baile que une a Angola

Esta música, nacida hace casi medio siglo, es una seña de identidad del país africano, donde es patrimonio inmaterial

Kizomba Angola
Una pareja baila al ritmo de 'kizomba' durante el Carnaval de las Culturas de Berlín en 2023Christoph Soeder (Dpa / Getty Im

Angola aún expone heridas de guerra. Por sus caminos yacen minas sin explosionar, edificios agujereados y casquillos oxidados a medio enterrar. El país lucha por dejar atrás esas secuelas bélicas, pero hay un elemento que enhebra cada capítulo de la historia reciente: desde la independencia de Portugal, el hilo musical de la nación se ha caracterizado por el auge de un estilo nuevo. Consiste en una mezcla de ritmos africanos y caribeños que derivó en la kizomba, un baile de suave cadencia, elegantes movimientos de pierna y una conexión extrema con la pareja.

Desde su nacimiento, hace casi medio siglo, este género ha unido ese pasado colonial con la tragedia del conflicto civil y la coyuntura actual. Ha recogido la realidad del país mediante letras sobre el campo de batalla, testimonios del día a día, romances o estribillos de dicha y jolgorio: a fin de cuentas, kizomba proviene de la lengua quimbundo y significa “fiesta” o “celebración”. También se ha ido bifurcando en nuevos terrenos artísticos, inoculando su compás en otras danzas tradicionales o en la música urbana. En abril fue declarada patrimonio inmaterial nacional en Angola.

“La kizomba es parte de nuestra vida, pero también de la de quienes han salido a Europa o Norteamérica. Es algo que va con cada angoleño, la escuchamos todos los días en la radio, la televisión, la calle, mientras cocinamos… Si has nacido aquí, es más que música o baile: es un elemento social, de identidad”, explica Rui Djassi Moracén, fundador de la University of Kizomba, una plataforma online donde se promueve la cultura del país.

No duda el experto en señalar como padre del género a Eduardo Paím. Nacido hace 60 años en la fronteriza República Democrática del Congo, se le considera el creador después de que, a principios de los años ochenta, diera una vuelta de tuerca a la semba, otro género autóctono, con sonidos antillanos como el souk. “Crecí escuchando una infinidad de estilos. Y fusionando estas influencias desembocó en lo que se llama kizomba”, detallaba el músico en una entrevista concedida en 2019 a Euronews. “Es poesía en pasos. Hasta se usa el término para escribir la coreografía en el suelo”, apuntaba, hablando de la “desnudez del alma” que supone.

“Surgió como un intercambio entre Angola y los colonos europeos. Con la independencia, en 1975, se formuló como un renacimiento cultural. Durante la guerra, hasta 2002, fue un signo de resistencia y esperanza. Ahora representa esa herencia y el orgullo del país”, sintetiza Eddy Vents, profesor y divulgador de kizomba procedente de Guinea-Bisáu y que en la actualidad reside en Estados Unidos. Vents remarca que esta melodía atiende a esa mezcolanza de géneros interoceánicos, pero se desarrolló gracias al salto a otras latitudes: “Fue en Portugal donde se expandió, reclutando a fanáticos de todo el planeta”.

Gracias a un camino de ida y vuelta, este género musical ha traspasado fronteras y ha llegado a América y a las capitales europeas. En Madrid, Jeissy Kevin Djaffy da clases y organiza festivales internacionales de este estilo. “Estuvo relacionada con la política, e incluso dicen que se usó como un método para enviar mensajes durante la guerra, pero ahora es pura diversión”, relata el promotor. “Hay que tener en cuenta que el baile es lo único que tenemos. Somos un continente pobre, pero alegre”, señala, coincidiendo en el dictamen de Eduardo Paím: “La kizomba es un hito, una referencia: es la forma en que Angola se impone en el mundo”.

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