La vida plena de un piso partido en dos
La consultora Helena Agustí Sanahuja vive en un piso del Eixample barcelonés, el cual, como es habitual en la zona, es el resultado de la partición de la vivienda original en dos. Un espacio apacible a pesar de su bulliciosa ubicación, actualizado desde el respeto
Las manzanas del Eixample de Barcelona pueden llegar a tener tanto encanto por fuera como por dentro. A veces incluso más, porque, con lo concurridas que están sus calles, la calma de algunos de sus interiores supone un valioso respiro. Estos pisos se proyectaron en torno a amplios patios de manzana, con distribuciones pensadas para que la luz y la ventilación natural hicieran su magia en la salud de sus inquilinos. Muchas de estas áreas interiores cuentan con zonas ajardinadas y están pobladas de galerías; un paisaje a veces señorial y, otras, desigual o decadente, en función de lo conservadas que estén las fincas.
El piso en el que vive la consultora Helena Agustí Sanahuja (Barcelona, 29 años) surgió de la partición de uno mayor, que en origen daba tanto a la calle como a una de estas áreas interiores arboladas. De hecho, comparte entrada con su vecino: ambos acceden por la misma puerta a un amplio recibidor que hace de distribuidor, con una ventana a un patio de luces que mantiene las vidrieras modernistas. Desde aquí, cada uno tiene la puerta a su vivienda. Estas particiones de los antiguos pisos del Eixample sin duda merman la ventilación cruzada prevista originalmente. También un poco la luz, en las zonas que ahora han pasado a ser verdaderamente interiores, tras la mutilación de su concepto original. Pero uno de los dos pisos al menos gana en confort acústico. El de Agustí Sanahuja.
La nueva distribución que adquirió su piso se orientó casi en su totalidad a la galería. De menor a mayor profundidad, en una primera capa se ubicó la cocina, con ventana al mismo patio de luces al que da la ventana del distribuidor. En una segunda capa se encuentran el salón, que se beneficia extraordinariamente de la luz que entra por el corredor, flanqueado por los dos dormitorios, con una posición más resguardada e íntima. En una tercera capa está la galería, con dos baños completos en sus extremos: uno para cada habitación o, en este caso, para cada miembro de la pareja: Helena vive con el escritor Víctor Segura.
Helena ha heredado este diseño de su antiguo inquilino, el interiorista Toni Espuch, propietario de las tiendas Azul Tierra. “Antes vivía en un pasaje que hay aquí al lado. Un día, de casualidad, esto me pasa a veces”, resalta como si fuera una especie de serendipia recurrente, “estaba tomando algo en un bar del pasaje cuando Toni me comentó que se mudaba a un piso más grande, en la misma finca donde tiene su tienda. En cuanto lo vi, sentí que era un sitio en el que podría vivir de manera permanente, donde mi gata, además, seguramente estaría mejor”.
Este es el quinto piso en el que la empresaria vive de alquiler, siempre en el Eixample, donde también tiene en otra finca modernista la oficina de su agencia, Partida Continua (hasta hace poco, Weincontro). Esta experiencia, más su aprecio por el legado arquitectónico y artesano de esta zona, la ha llevado a ser selectiva con los propietarios, cuando lo habitual es lo contrario. “En otros pisos en los que había vivido anteriormente, toda la finca era de un solo propietario. Cuando esto pasa, a veces no tienen interés en cuidar de su patrimonio, solo les importa el rendimiento; muchas cosas están en mal estado o se han hecho malas reformas. Esto me da una pena increíble porque, teniendo algo tan bonito, en lo que hace muchos años alguien le puso cariño en pensar cada cosa, con un montón de artesanos implicados…, y de repente vas y te encuentras con un gotelé. Esta experiencia me ha permitido aprender mucho sobre propietarios, yo diría que soy una inquilina profesional”, ríe.
La reforma hecha por Toni Espuch en este apartamento se proyectó desde la búsqueda de un equilibrio entre la herencia y la evolución hacia un diseño más contemporáneo. La actualización es evidente, sobre todo en espacios como la cocina, con el centro de trabajo exento, ubicado en una gran isla de color negro. Pero no solo su equipamiento es visiblemente más contemporáneo, también lo es su posición dentro de la vivienda, pues se encuentra justo en el acceso y tiene un concepto medio abierto. El respeto por la herencia se aprecia más en los detalles: el mantenimiento de las molduras y los tiradores, el diseño de las puertas o la inclusión de piezas antiguas de mobiliario.
“Mi anhelo era encontrar un piso en el que la caja estuviera bien”, recalca Agustí Sanahuja. “Me quedé con algunas piezas que eran de Toni, como las vitrinas antiguas de la cocina o el sofá, que conectaban muy bien con el espacio. A partir de ahí, fui encajando mis cosas. Muchas son vintage; soy una gran compradora tanto de ropa como de piezas de segunda mano. Prácticamente nada es nuevo, casi todo es heredado o pertenecía a alguien”.
Su interés por la estética, el patrimonio y las historias tras las cosas tiene mucho que ver con su trabajo. Partida Continua es una hibridación dentro del branding que abarca estrategia de marketing, diseño y comunicación. “Analizamos marcas y les definimos una estrategia para alcanzar un posicionamiento sólido a largo plazo. No pensamos en finales de partida, sino en nuevos caminos, de ahí el nombre de la agencia. Si las marcas se preguntaran por qué existen, en lugar de girar en torno a qué hago y cómo lo hago, conectarían mucho mejor con sus audiencias”, precisa. “Una vez has llegado hasta la definición de esa esencia, entonces es cuando le puedes crear un universo visual, un lenguaje gráfico y un plan de acción en la comunicación”.
Helena Agustí Sanahuja llegó al mundo de la comunicación y del diseño por casualidad. Se formó en negocios internacionales, pero, en mitad de sus estudios, unas prácticas la llevaron a incorporarse al departamento de exportación en la firma de papeles pintados y tejidos Coordonné. “Nada más llegar a la empresa, el primer fin de semana me mandaron a París a la feria Maison & Objet, que después he ido un montón de veces. Este fue el aterrizaje…”, recuerda. “Empecé a trabajar tan joven que durante muchos años me daba vergüenza y mentía sobre mi edad porque, si no, no me hacían ni caso”.
En esta empresa trabajó seis años, durante los cuales selló su trayectoria y estilo de vida con el mundo del diseño de un modo simbiótico. “Fue una experiencia que me cambió todo. Vengo de una familia de juristas. Nunca se me pasó por la cabeza que podía terminar dedicándome a algo tan creativo como lo que hago ahora”. En paralelo a Partida Continua, en estos momentos está impulsando la creación de una plataforma multidisciplinar, Culture House, con un programa cultural en un espacio propio, situado en otro de los pisos de la misma finca modernista en la que tiene la agencia.
“No me gusta nada ese discurso que hay últimamente en Barcelona de que aquí nunca pasa nada. Así que, en un momento dado, pensé: si tienen que pasar cosas, que sea empezando por mí misma. Me gustaría que la Culture House se convirtiera en un lugar de encuentro transversal y multidisciplinar, que no se limite al diseño”. El “arte del encuentro” (en sus propias palabras) es una de sus situaciones fetiche. Una actitud, habilidad espontánea o instinto que, además de llevarla por caminos inesperados, ha propiciado que termine viviendo en este privilegiado lugar secreto del Eixample.
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