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Gabriel Moreno, ilustrador: “Firmar el cartel de una película de Paul Thomas Anderson merecía ignorar mis principios”

El cordobés trabajó en publicidad hasta ganarse la independencia artística como pintor e ilustrador. Decidió no aceptar encargos en los que no se le diera total libertad… hasta que le llamaron desde Hollywood para crear el afiche de ‘Una batalla tras otra’

Esta historia empieza con un correo electrónico el pasado mes de junio: “Hola, Gabriel. Somos una agencia de publicidad de Los Ángeles. Estamos trabajando en la última película de Paul Thomas Anderson y nos gustaría trabajar contigo. Nos encanta tu obra”. Y dos archivos adjuntos: la ilustración que realizó para la portada de Los Angeles Times en 2009, cuando Gustavo Dudamel fue nombrado director de la Filarmónica de California, y una fotografía de su serie Pizza Queen en la que aparece una joven tatuada y tumbada entre porciones de pizza de salami y aceitunas negras, latas de cerveza vacías, un blíster de pastillas y una pistola.

Hace casi una década que Gabriel Moreno (Baena, Córdoba, 52 años) decidió dejar de aceptar encargos publicitarios tras firmar campañas internacionales con Nike, Rolex, Coca-Cola o Victoria’s Secret para centrarse en su carrera artística. Solo traicionó esa decisión en dos ocasiones: después de recibir el correo con el que arranca este texto y, previamente, en 2017, cuando la productora Warner Bros le propuso diseñar el cartel de El hombre de las mil caras, película dirigida por Alberto Rodríguez sobre el espía Fernando Paesa y por el que levantaría un Premio Feroz en la categoría a mejor cartel. “Mi única condición para aceptar encargos de publicidad es que tenga libertad creativa”, afirma.

Esta máxima la ha llevado hasta el extremo excepto con este último encargo. “La verdad, dije sí a todo porque firmar el cartel artístico de una película de 100 millones de euros dirigida por Paul Thomas Anderson merecía ignorar mis principios”, reconoce. El filme, titulado Una batalla tras otra, se estrena el 26 de septiembre y está protagonizada por Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Benicio del Toro, Regina Hall y Chase Infiniti. Es un thriller adaptado de la novela Vineland, de Thomas Pynchon, inspirada en los movimientos contraculturales de la década de los años sesenta en Estados Unidos.

Gabriel intentó leer el libro pero lo dejó a la mitad. “No sé si fue la traducción, pero tuve la sensación de que estaba mal escrito. Hay libros que pueden no gustarte pero están bien escritos. Me pasa con Paul Auster, he terminado novelas suyas y he pensado: no me he entretenido pero tengo la sensación de que a mi alma le ha venido bien. O el Quijote, no puedo decir que me lo haya pasado bien leyendo el Quijote, pero te da otra perspectiva de las cosas. Pero no pude con Vineland, la verdad”. Warner Bros le organizó un pase privado en sus oficinas de Madrid y tuvo clarísimo el cartel que hubiese hecho: una sesión de fotografías en Los Ángeles con Leonardo DiCaprio y Chase Infiniti. Él, en primer plano; ella, abrazada a él, y, a su alrededor, elementos icónicos de la película con el trazo y los potentes recursos artísticos de su singular obra gráfica. Pero ni hubo sesión fotográfica en EE UU ni rastro de Leonardo DiCaprio. El encargo solo hablaba de Chase Infiniti, joven actriz que interpreta el papel de hija de DiCaprio en la película y Gabriel entendió por qué habían adjuntado su obra de la joven con la pistola y una pizza de salami. Querían eso.

Es consciente de que su forma de representar la figura femenina es su singularidad artística. Fan del Renacimiento y la estética barroca, Gabriel dibuja cuadros enormes que combinan iconografía tradicional con elementos contemporáneos. Su obra se expone en ferias y galerías de París, Mónaco, Venecia, Londres, Nueva York o Hong Kong. El resultado de sus cuadros son mujeres increíbles que incluyen, como mínimo, tres de estos atributos: belleza, fuerza, poder, independencia y libertad.

Está cansado de las etiquetas aunque las entiende. Pero, sobre todo, está cansado de no ser capaz de explicar su obra. “He llegado a decir que para mí la mujer es un lienzo en blanco y no sé qué más y ahora todo eso me parece sexista además de una gilipollez. A ver si soy capaz de explicarlo: he estado enamoradísimo de personajes de ficción. Por ejemplo, de la Emperatriz Infantil de La historia interminable, o de Malena del libro Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes. Pero no me he enamorado de las actrices, sino de los personajes. Y entonces los buscaba en la vida real, porque creía que tenían que existir en esta dimensión. Lo que intento con las obras es traer esos personajes a la vida real y ser capaz de provocar lo que a mí me provocaban. Ese pellizco en el estómago que te genera algo que te atrapa”, apunta desde su casa estudio en Madrid, donde vive con su esposa y sus cuatro hijos.

El mayor ha empezado a estudiar Administración y Dirección de Empresas y no parece que ninguno de los tres restantes tampoco tenga interés en seguir la carrera de su padre. ¿Le molesta? “En absoluto. Me encanta. A mí me ha ido bien, pero en esta profesión no solo importa el talento, influyen demasiadas variables, y una de ellas es la suerte”.

Sin sesión en Los Ángeles y con escaso material fotográfico de Chase Infiniti, Gabriel buceó en tiendas online, localizó las prendas más icónicas del vestuario de la actriz en el filme, también la bata de cuadros escoceses que luce DiCaprio. Envió de Madrid a Córdoba una pistola vintage para evitar dar explicaciones en ningún arco de seguridad. En su casa de Baena, donde pasa con su familia el verano, realizó una sesión fotográfica y empezó la composición del cuadro. Una pieza 100% a lápiz con la iconografía y el cromatismo de la película y la única licencia artística de las flores. Sus flores. La pieza artística, que convive con el cartel fotográfico oficial de la película, se ha exhibido en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en pantallas retroiluminadas de Los Ángeles y en las redes sociales de Warner Bros.

—¿Qué opina de la inteligencia artificial?

—El arte es exclusividad. Esta industria no se sustenta si no hay un concepto de exclusividad, y eso es incompatible con la IA. Facilitará y agilizará procesos y, por mi parte, exprimiré al máximo ese potencial, pero no me preocupa en absoluto.

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