Thomas Pynchon: el gran misterio de las letras estadounidenses vuelve a Gordita Beach
La Biblioteca Huntington, al norte de Los Ángeles, adquiere el archivo del enigmático escritor estadounidense
En esta diminuta casa de uno de tantos pueblos de playa de California fue concebida una obra maestra de la literatura estadounidense. Es un dúplex blanco de una habitación ubicado en el número 217 de la calle 33 de Manhattan Beach, una vía cuesta abajo que desemboca en el Pacífico. La planta baja tiene un pequeño porche. Thomas Pynchon la ocupó a finales de los sesenta. El autor más enigmático de las letras estadounidenses se encerró durante varias semanas de un verano dentro de esas paredes para escribir El arco iris de gravedad (1973). Tanto tiempo después, Pynchon está de vuelta en California.
La Biblioteca Huntington, una institución privada californiana dedicada a la investigación que se completa con museo de arte y un jardín botánico, anunció recientemente la adquisición del archivo del escritor, que ahora tiene 85 años y nació en Long Island, Nueva York. La entidad no ha dado a conocer el precio que ha hecho posible que los papeles de uno de los escritores más esquivos de Estados Unidos recalen en su sede, establecida en una mansión de San Marino que fue propiedad de su fundador, Henry Huntington, un magnate ferroviario del siglo XIX, a unos 20 kilómetros al noreste del centro de Los Ángeles. El centro alberga decenas de miles de joyas que van desde una de las 12 ediciones de la Biblia de Gutenberg en papel animal hasta un rizo de Abraham Lincoln cortado por uno de sus embalsamadores.
El mundo literario de Pynchon mide 21 metros de largo. El archivo consta de 48 cajas que contienen los borradores de sus ocho novelas, correspondencia, anotaciones manuscritas y el abundante material de investigación que ha acumulado a lo largo de los años un autor conocido por ser prolijo en extremo. Quienes lo han conocido aseguran que Pynchon, del que se sabe que tiempo atrás trabajó para Boeing en California, solía leer la revista especializada Scientific American para evitar su mayor pesadilla, plagiar a otros escritores.
Karla Nielsen, la comisaria de colecciones literarias del Huntington, considera un acierto que los papeles del llamado por muchos “hombre invisible” acaben en este pequeño rincón de California. “Su obra está asociada con muchos lugares, pero el 50% de sus novelas se desarrollan aquí”, asegura la experta, quien fue la primera en escribir a Melanie Jackson, importante agente literaria y esposa de Pynchon, para sondear la posibilidad de comprar el archivo del escritor. La respuesta fue afirmativa y la negociación duró solo un par de años.
La familia del autor ha asegurado en un comunicado que supieron que el “archivo había encontrado su hogar” cuando conocieron la abundante documentación que la biblioteca tiene sobre la industria aeroespacial y las matemáticas, dos de las obsesiones del autor. Además, el lugar tiene una vasta colección de mapas en la que se encuentra la cartografía del astrónomo Charles Mason y el topógrafo Jeremiah Dixon, dos británicos de la Royal Society que delimitaron las tierras de Maryland, Pensilvania, Delaware y las dos Virginias a finales del siglo XVIII. Son, además, protagonistas de la novela de Pynchon Mason y Dixon.
Según Nielsen, California desempeña un papel protagonista en la obra del autor. “Es una forma de caracterizar su historia de Estados Unidos, donde California tiene un papel central en el siglo XX a raíz de una serie de temas que aborda: la búsqueda del oro, los bienes raíces o la industria armamentística, entre otros”, asegura Nielsen. La Biblioteca Huntington no tenía hasta este momento material primario sobre el autor, pero sí contaba con una extensa colección de documentación sobre él producido por investigadores.
Pynchon utilizó Manhattan Beach, al sur de Santa Mónica, como modelo para crear Gordita Beach, la ciudad donde se desarrolla Vicio propio, la novela de 2009 que Paul Thomas Anderson llevó a la pantalla en 2014 a pesar de su fama de ser inadaptable. Jim Hall, un vecino de la zona que conoció al autor, contó a Los Angeles Times en 1995 que Pynchon iba a todas partes con un pequeño cerdo de plástico. Las paredes del pequeño apartamento de la calle 33 estaban decoradas con imágenes de estos animales.
De aquellos años se dice que una de las mayores aficiones del escritor, además del café y la marihuana, era que alguna chica adolescente del barrio lo llevara en coche mientras Pynchon apreciaba la vista desde el asiento del copiloto, donde ensayaba sus teorías sobre la industria militar de Estados Unidos. Muchas de ellas tienen su eco en El arco iris de gravedad. Aquellos paseos tenían a veces un destino concreto: Tommy’s, un restaurante que sigue abierto en Los Ángeles y que continúa ofreciendo las hamburguesas con chili, las favoritas del autor.
Una de las poquísimas fotografías que supuestamente retrata al escritor es de aquella época. La imagen, tomada en 1965, muestra su brazo asomándose detrás de una puerta. Sus dedos muestran el signo de amor y paz, mientras una mujer se parte de risa en el porche con una piñata en forma de cerdo. La mujer es Phyllis Gebauer, una amiga de Pynchon que donó en 2011 a la Universidad de California una serie de primeras ediciones supuestamente firmadas.
El archivo comprado por el Huntington no incluye ninguna fotografía. Estos son objetos codiciados entre los múltiples seguidores del escritor, quien ha aparecido un par de ocasiones en Los Simpson como un dibujo con una bolsa de papel sobre la cabeza. En 1974, para evitar ser fotografiado, mandó a otra persona a recibir el National Book Award, uno de los premios más codiciados del país. Solo se conocen un puñado de imágenes, casi todas retratos del anuario de su instituto, el Oyster Bay, en 1953.
Los papeles adquiridos por la Huntington no despejarán el misterio que rodea la figura de Pynchon. “El archivo se mantiene con su presente, con el trabajo de las novelas publicadas y están a la vista de todos. No se enfoca en su vida privada”, asegura Nielsen. Los documentos recibidos tienen mucho trabajo previo de Jackson Pynchon, el hijo del escritor, que se encargó de ordenarlos. “Están muy bien descritos, de forma cronológica y por obra, pero quizá no de la forma como nosotros lo haríamos para una colección que va a ser consultada por académicos especializados”, indica la comisaria.
Nielsen asegura que el archivo estará listo para recibir a los numerosos especialistas en literatura que ya han comenzado a preguntar cuándo podrán echar el guante a los papeles de Pynchon, lo que se espera que se produzca a finales del próximo año. La experta pide paciencia para poner en orden todo el material. Los expertos bibliotecarios del centro tardaron tres años en procesar el archivo de Octavia Butler, considerada la primera escritora negra de ciencia ficción y quien recibió la beca de los genios MacArthur, que Pynchon también obtuvo en 1988.
La comisaria de la institución no ha especificado cuáles serán los papeles que, para decepción de los miles de aficionados a la mística pynchoniana, solo estarán disponibles para académicos expertos (la biblioteca tiene una concurrida sala de lectura con el ofrecimiento de 200 becas). Nielsen asegura, no obstante, que los especialistas tendrán acceso a una buena parte. “No puedo pensar en un solo archivo que no tenga restricciones”, añade.
Las cartas de Pynchon
El territorio prohibido marca la otra gran colección que se tiene de Pynchon al otro lado de Estados Unidos. La Biblioteca Morgan, ubicada en Nueva York, tiene en su poder desde 1998 unas 216 cartas que el autor escribió entre 1963 y 1983. La correspondencia deja rastro del intenso movimiento que el escritor tuvo durante aquel periodo: Ciudad de México, San Francisco, Houston, Trinidad (California), Londres y Nueva York.
La consulta de estos papeles está prohibida para los investigadores mientras Pynchon viva. El grueso de la comunicación está dirigida a Candida Donadio, quien fue su editora durante décadas. Donadio recibió 121 cartas donde Pynchon le informaba al menos una vez por semana sobre sus avances, discutía sobre derechos de autor, comentaba sobre los escritores que estaba leyendo o sobre la situación política. Las misivas también guardan claves sobre la publicación de La subasta del lote 49 y sobre la investigación previa de Mason y Dixon. En varias ocasiones, imploraba a Donadio para que se respetara su privacidad.
En los sesenta, en aquel apartamento de Manhattan Beach, Pynchon aseguró a un estudiante de poesía que una de sus metas en la vida vida era “mantener ocupados a los académicos durante varias generaciones”. El inicio del fin del misterio se encuentra dentro de 48 cajas en una mansión al norte de Gordita Beach.
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