La fama del lápiz y papel
Diez creadores conocidos confiesan su amor por la escritura a mano
María Dueñas: Recuerdos sobre el papel
Desde que era estudiante escribe a mano. “Lo hago con rotulador negro, busco por todas partes los de punta 0.7. Y a veces lo hago al lápiz, con la punta bien afilada”, afirma María Dueñas (Puertollano, 1964). La autora de El tiempo entre costuras (Ed. Temas de Hoy) no oculta su visión romántica de escritora que ama escribir a mano, “notas, apuntes, mensajes, listas, recordatorios, frases que oigo, ideas que surgen… nunca textos completos”, confiesa. Tampoco es algo que suela mostrar a nadie, “son cosas sueltas, intrascendentes y personales, escribo en cuadernos, en los márgenes de un periódico, en el envés del vale de la compra o de un billete de avión”. Pero sí muestra una sonrisa al recordar sus viejas agendas “llenas de anotaciones a mano: cubren años enteros de mi vida”. Los recuerdos también pasan por el papel.
Ion Fiz: Alta costura en lápiz
No es un gran secreto, pero los que le conocen lo saben: Ion Fiz (Eibar, Guipúzcoa, 1979) no solo es un creador de moda, también es artista. Al diseñador le gusta pintar, y en sus cuadernos se esconden muchas de sus creaciones. “Yo escribo y diseño a mano, incluso los patrones y el corte de la colección de alta costura. Para mí constituye algo mágico, íntimo, poético, muy personal y relajante”, afirma.
Su interés por todo lo artesanal y el dibujo le ha llevado incluso a contar con el ilustrador español Gabriel Moreno para crear unos estampados que se verán en la próxima temporada primavera-verano. Un interés por el trazo hecho a mano que él tiene su momento del día para desarrollar. “Tomando el primer café de la mañana y por las noches, además, tengo letra y trazo de doctor”. Y así se refleja en sus desfiles, con el detalle de lo artesanal y la pureza aséptica de sus ideas.
Laura Ponte: Escribir es slow
“Me gusta que la gente se tome su tiempo en escribir, que lleve así una vida más slow; ahora todo es tan rápido que debemos buscar tiempo para escribir y pintar a mano, es como estar como uno mismo”. La modelo y diseñadora de joyas Laura Ponte (Vigo, 1973) es más de sensaciones cuando coge un lápiz, que utiliza sobre todo para crear. “Viene a ser como meditar, es tiempo que te tomas. Y es bueno para la cabeza. Me gusta, además, la grafología diferente de cada persona al escribir, nos define”, añade.
Enrique Murillo: Escribir como Garamond
“Para mí es algo puramente nervioso: cuando no tengo un teclado a mano, escribo en libretitas, en hojas A4, lo que sea, sabiendo que eso tiene una lamentable provisionalidad y que algún día lo pasaré al teclado”. Enrique Murillo (Barcelona, 1944) es uno de los editores independientes más valorados en España, siempre pegado a las letras y al papel, a través de su sello Los Libros del Lince.
Sabe que hay magia en plasmar ideas a mano, aunque cada vez lo haga menos. “No escribo demasiado, pero sí lo hago constantemente. Tengo montones de libretillas llenas de anotaciones, datos, frases sueltas…. No las tiro por alguna clase de superstición, pero quizá debería hacerlo”, confiesa. Él se decanta por los teclados: “Mi letra es una Garamond, pero como soy malo para la informática, no he cambiado la letra estándar de los correos electrónicos, y ahora me sale una Calibri que detesto; no es ‘mi letra’ y parece como si otra persona escribiera mi correspondencia”.
Pilar Jurado: Partituras de sueños
Ya se lo decía su madre, desde los ocho meses con un bolígrafo en la mano. La soprano y compositora Pilar Jurado (Madrid, 1968) escribe a mano sin pausa, incluso durante esta entrevista. “Cuando pasaba a limpio una partitura, parecía que ya era real; todavía sigo haciendo esbozos a mano de muchas partituras sobre papel, es algo que no quiero perder”, asegura. Y sus grandes trabajos así han comenzado. Incluso la primera ópera que escribió para el Teatro Real, La página en blanco, llegando a ser la primera mujer en hacerlo en este coliseo. “Es algo que te conecta con tu interior, escribir a mano siempre ha estado unido a mis grandes proyectos, todos los he empezado así”.
Aitor Saraiba: Caligrafía que es arte
A veces, la tipografía que uno crea se convierte en arte. Y esto le pasa a Aitor Saraiba (Talavera de la Reina, Toledo, 1983), el dibujante y escritor cuyas novelas gráficas están repletas de escritura a mano. “La mayoría de mis dibujos van acompañados de textos que complementan la historia que se cuenta. Me gusta escribir a mano, para mí es lo mismo que dibujar”, asegura. Su obra artística estaba basada en eso precisamente: en bocetos de dibujos o en libros autobiográficos, donde los borrones y el ‘puño y letra’ de Saraiba crean una pieza de arte en sí misma. “Suelo escribir donde lo necesite, en el metro, en mi casa, en la cola del supermercado… Creo que la magia tiene mucho que ver con escribir a mano, y podría llegar a ser un acto poético, dependiendo de lo que se escriba, o al contrario”. Es el valor de tener una bonita caligrafía y unos buenos pensamientos.
Juanjo Artero: Apuntes románticos
Es de los pocos que afirman que prefieren escribir a mano que con ordenador: “Me gusta porque, si no, tardo mucho. Con el ordenador, al final, me cuesta más”, asegura. El actor Juanjo Artero (Madrid, 1965), que ahora interpreta al protagonista en la versión teatral de El hijo de la novia, asegura que le gusta sobre todo “escribir poesía y anotar mis pensamientos en una libreta que siempre llevo conmigo”. Un trabajo de reflexión propio de un intérprete que completa “observando a la gente y tomando apuntes. Me gusta inventarme la vida de la gente que encuentras, si tiene hijos o no, a qué se dedicarán… y lo hago sobre todo en los viajes en tren, en la playa o en las excursiones al río”. Es lo romántico de la escritura a mano, “que resulta antigua y poética”, añade. Por eso todavía recuerda un apunte personal a mano que hizo de adolescente, “una poesía de amor de juventud”.
Carla Fuentes: La ilustración mnemotécnica
Confiesa guardar con celo los diarios que dibujó y escribió con 21 años. Carla Fuentes, Littleisdrawing (Valencia, 1986) es una ilustradora a la que le gusta “escribir aquellos textos que leo y que me apetece retener más tiempo o que no se me olviden”. Es decir, aquello realmente importante lo escribe casi como técnica mnemotécnica, para memorizar y recordar por más tiempo lo que uno quiere. “La escritura a mano está en peligro de extinción, pero tiene connotaciones románticas. A veces cojo alguna cita de alguna autobiografía, la escribo, la dibujo y la comparto”. Sus redes sociales son claro ejemplo de ello.
Papu Sebastián: Canciones a mano
Recuerda con cariño uno de sus apuntes escritos a mano más importante: “La letra de la canción Hockney, de nuestro disco Rising Up, la escribí a mano en su totalidad”. Papu Sebastián (Valencia, 1986), el vocalista de la banda Polock, es un convencido de la importancia de escribir a mano, incluso para un músico. “Para mí representa algo íntimo, porque suele funcionar cuando estás solo; es poético en el momento en el que vas encontrando las palabras adecuadas para contar algo; y es mágico cuando las frases van tomando sentido y se enlazan los versos, un proceso que puede durar meses”. Quizá por eso sus temas en inglés convencen al exigente público japonés, al que han conquistado.
Carlos Be: Teatro desde el Lexington
Un autor de teatro lleva el bolígrafo casi atado a su muñeca. Correcciones y correcciones para crear un montaje y adecuar el lenguaje a la interpretación. En estas lides se mueve Carlos Be (Vilanova i la Geltrú, 1974), director teatral y dramaturgo, ahora en cartel con Locuras cotidianas, aunque él se considera beletrista, “un apelativo usado por los portugueses y eslovacos para referirse a los amantes de las Bellas Artes”, aclara. Él escribe mucho a mano: “Me concede más libertad, en el papel el caos rige la inspiración”. Y de aquí, y de su escritorio tipo Lexington, surgen sus genialidades de nuevo dramaturgo.
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