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Cómo recuperar la atención que hemos perdido con las pantallas

Somos propensos a distraernos. Para recuperar la capacidad de concentración, ayuda apartarse de las distracciones y optar por actividades como el deporte y la lectura

Screens Attention
The habit of reading short messages or scrolling through videos quickly accustoms our minds to focus on the superficial and not to delve any deeper.LAURA WÄCHTER

Nos resulta difícil resistir la tentación de no echar un vistazo al móvil, aunque estemos con amigos y no esperemos nada urgente. O concentrarnos en una tarea sin distraernos con nada. Una de las causas de lo que nos ocurre hay que buscarla en una habilidad innata y silenciosa: la atención sostenida, que parece estar en caída libre. Según Johann Hari, autor de El valor de la atención (Planeta, 2023), esta discreta habilidad se está debilitando debido al exceso de información en el que vivimos, en especial, desde la llegada de los dispositivos móviles. Desde 1986 a 2007, la información a la que estábamos expuestos a través de cualquier soporte se multiplicó por más de cuatro veces, según un artícu­lo publicado en Science. Es de suponer que en la actualidad dicha cifra se haya incrementado considerablemente por las redes sociales. Pues bien, vivir rodeados de tanta información tan volátil, que caduca tan rápido, nos conduce a un mundo de constantes distracciones que termina debilitando nuestra atención, defiende Hari. Y, todo ello, tiene consecuencias poco deseadas, aunque no las veamos a simple vista.

El hábito de leer mensajes breves o pasar vídeos rápidamente acostumbra a nuestra mente a quedarse en lo superficial y a no profundizar. Puede que leamos más, pero no necesariamente comprendemos más. El juego está pensado para seguir consumiendo contenidos, no para que reflexionemos sobre ellos; lo que daña el pensamiento crítico, la creatividad y nos hace caer en soluciones simplistas. Reflexionar requiere tiempo, un cierto esfuerzo y alejarnos de las distracciones. De hecho, estar expuestos a interrupciones perjudica nuestras respuestas a los problemas. Como se demostró en un estudio realizado en Hewlett Packard hace unos años, la distracción tecnológica, como recibir llamadas o correos electrónicos, reduce el cociente intelectual con el que trabajamos en 10 puntos. Los estudiantes que hacen una prueba y están expuestos a recibir mensajes en el móvil tienen un 30% de peores notas que aquellos que se concentraban en la tarea. Además, hemos de tener en cuenta que somos realmente propensos a distraernos. Nos cuesta mucho concentrarnos y no cambiar de actividad alegremente. De hecho, se estima que un profesional en la oficina es capaz de estar focalizado en una misma actividad un máximo de tres minutos, según la Universidad de California en Irvine, o un estudiante cambia de tarea cada 65 segundos.

Si nuestra mente está llena de distracciones, somos más torpes. Y no solo eso, afecta también a nuestras relaciones personales y a nuestra propia satisfacción vital. Es difícil darle el valor que se merecen nuestros seres queridos si estamos atrapados por el móvil. O es complicado disfrutar profundamente de algo —o entrar en el estado de flujo, como diría el psicólogo Mihaly ­Csikszentmihalyi— si nos interrumpen con cualquier cosa.

Pero no está todo perdido, ni mucho menos. Tenemos la capacidad de entrenar nuestra atención sostenida. La responsabilidad de nuestra falta de concentración no está solo en los dispositivos móviles. De hecho, Nir Eyal, autor de Indistractable (BenBella Books, 2019), sugiere lidiar con los factores internos que nos hacen más sensibles a las distracciones, como el aburrimiento, huir de situaciones incómodas o de lo que nos duele (si no, recordemos cómo consumíamos contenido por internet durante la pandemia para olvidar lo que estaba sucediendo). Por todo ello, el primer paso para recuperar nuestra atención sostenida consiste en hacer un análisis introspectivo: realizar una autocrítica sincera sobre el uso de los dispositivos en nuestra vida, sobre qué emociones intenta aliviar y el precio que pagamos. Necesitamos tomar conciencia de cómo nos afecta la pérdida de atención a lo que hacemos, a las relaciones personales y a nuestra satisfacción vital.

Una vez realizada dicha reflexión y autocrítica, hemos de pasar a la acción. Por un lado, necesitamos reducir nuestras distracciones al máximo. Como es de imaginar, la principal causa suele provenir de los dispositivos y necesitamos tomar decisiones. Algunos compromisos son fáciles de intuir, pero difíciles de conseguir si no nos lo tomamos en serio: comprometernos a consultar redes o correos solo a determinadas horas, pasear sin el móvil, desconectarnos de internet si no lo necesitamos cuando estamos haciendo algún trabajo en el ordenador…, es decir, buscar estrategias que nos ayuden a reducir lo que secuestra realmente nuestra atención. En la medida que lo vayamos practicando diariamente, iremos ganando nosotros el control sobre los dispositivos y no viceversa.

En paralelo, recuperar la atención no solo pasa por reducir las distracciones, sino también por sustituirlas por algo. Si habitualmente dedicamos mucho tiempo a redes sociales, necesitamos cambiarlo por algo que nos aporte más, ya sea deporte, descanso sin hacer nada, disfrutar del placer de la conversación, una afición o leer. Es decir, invertir el tiempo en aquello que nos hace más felices y realizados. Todo ello requiere un compromiso serio para recuperar nuestra atención y disfrutar del placer de estar presentes.

Pilar Jericó es autora del blog Laboratorio de felicidad


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