Todo son problemas
Choca ver a las ovejas pastando alrededor de los paneles solares, como si hubiera cierta incompatibilidad entre la tecnología punta y las actividades humanas ancestrales. Quizá la haya. La foto se obtuvo en Teruel, donde parece que les ha llegado la hora de decidir si deben mantener los antiguos oficios relacionados con la ganadería y la agricultura o permitir la instalación de parques eólicos y paneles solares. El señor de la foto, que pastorea a los animales del fondo y que se llama José Antonio Palomero, está a favor de que se cultiven voltios donde antes se cultivaban pastos, pero los hosteleros de la región, entre otros, alegan que se estropearía el paisaje.
Hay una tensión, en fin, reflejada perfectamente en As bestas, la película que triunfó en la última edición de los Premios Goya, una tensión con la que no contábamos cuando empezó todo. Creíamos que los molinos, por ejemplo, eran inocentes. Pero resulta que espantan a la fauna y a la flora (la flora también es espantable) hasta el punto de que en algunos lugares de Burgos que visité recientemente han hecho una campaña en contra de su instalación cuyo lema reza: “No son molinos, son gigantes”. El Quijote siempre viene a echarnos una mano. Si el problema, en la novela de Cervantes, consistía en confundir los molinos con gigantes, el problema ahora es el contrario: tomar a los gigantes por molinos. Se da además la circunstancia, seguramente injusta, de que la energía producida por los huertos solares y los monstruos eólicos se consume en lugares muy alejados de donde se instalan. Todo son problemas.
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