Cuando el movimiento #blacklivesmatter tomó las calles de Nueva York
El asesinato de George Floyd en Mineápolis por parte de la policía desató una ola de protestas en EE UU y consolidó el movimiento Black Lives Matter. Un libro recoge cómo se vivieron aquellos días de furia en plena pandemia en la Gran Manzana.
En julio de 2013, George Zimmerman fue absuelto por un tribunal estadounidense del cargo de asesinato en segundo grado, después de haber disparado fatalmente a un adolescente afroamericano de diecisiete años llamado Trayvon Martin. A pesar de que no se encontraron armas en la escena del crimen, el jurado popular consideró que el acusado había actuado en defensa propia. La sentencia provocó una enorme reacción en la comunidad afroamericana y el hashtag #blacklivesmatter se hizo popular en las redes sociales. Unos meses después, tras de la muerte de dos afroamericanos más en incidentes con la policía, en Nueva York y Ferguson, un pueblo cerca de St. Louis, en Missouri, esa frase mutó en un movimiento transversal de protesta ante la violencia policial ejercida contra la comunidad afroamericana. Con la muerte de George Floyd en la primavera de 2020, el movimiento eclosionó de forma global.
Ruvan Wijesooriya fue uno de los primeros fotógrafos en documentar este movimiento de protesta y ha sido el coordinador del libro New York rising: protests, rallies and pólice riots, 2020-2021 (Hat & Beard press), que relata un año de manifestaciones y protestas en la ciudad de los rascacielos. Hijo de inmigrantes de Sri Lanka, concienciado por sus padres sobre la importancia de la lucha por los derechos civiles que sus propios progenitores experimentaron en el país cuando llegaron, en 1972, Wijesooriya cogió su cámara para cubrir la primera protesta del BLM en la Gran manzana. “Llamé a una revista de alcance nacional y les convencí para que me encargaran cubrir las protestas. Lo que no me esperaba es que tantos departamentos de policía se hubieran organizado para crear una revuelta, obstruyendo los derechos constitucionales, quebrantando sus propias leyes, agrediendo a muchas personas y mintiendo después sobre ello. Arrestaron a tantos manifestantes como pudieron, los pusieron juntos (estábamos al principio de la pandemia y todo el mundo tenía miedo de contagiarse). La revista no quiso publicar las fotos, pero algunas de esas imágenes fueron usadas como pruebas de muchos de los casos contra diversos agentes de Nueva York por brutalidad policial”, relata el fotógrafo. “Creo que si el movimiento creció tan rápidamente se debió en gran parte a la violencia extrema que desplegó la policía para reprimir esas protestas. Para ser sincero, yo mantenía cierta fe a la policía antes de las primeras manifestaciones del BLM, pero después ya me fue imposible”, explica Wijesooriya.
Kiara Williams fundó Warriors In The Garden -un colectivo no violento de defensa de los derechos de los afroamericanos-, y es uno de los rostros más conocidos en el universo de organizaciones que se enmarcan dentro del Black Lives Matter. Así rememora su experiencia en aquellos primeros actos. “Recuerdo los asesinatos de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, y de verlo todo en las redes sociales, emitido para todo el mundo. Por eso acudí a la primera protesta. Había centenares de personas allí y el edificio estaba protegido por vallas metálicas y una cantidad enorme de policías. Alguien arrojó una botella de agua vacía y de repente la policía empezó a descargar sus sprays de pimienta y a cargar contra la multitud con una fuerza desproporcionada. Cuando llegué casa estaba rabiosa. Aquella brutalidad, me dio fuerza paraS volver a salir al día siguiente”.
Para Wijesooriya, el BLM ha trascendido las protestas. “Creo que el movimiento ha pasado del activismo callejero a algo más enfocado en la cultura. Ha pasado al mismo tiempo que las redes sociales han dado a la comunidad afroamericana una voz que el periodismo nunca les dio. Eso ha hecho que otros medios de comunicación contraten a más afroamericanos y les otorguen posiciones de poder, lo que nos conduce a un cambio cultural azuzado también por la agresividad de la derecha y los conservadores”.
Otros no son tan optimistas. El fotógrafo jamaicano residente en Nueva York, Gary Dean Clarke, que estuvo presente desde el principio y es otro de los cronistas del BLM en la ciudad, cree que a pesar de todo lo sucedido, las cosas no van a cambiar: “La naturaleza siempre marca que con el paso del tiempo la gente olvida y vuelve a sus viejos hábitos: al trabajo, a sus propias vidas. El BLM se ha convertido ahora en algo secundario… hasta que alguien más sea asesinado”.
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