Marlene Engelhorn: la heredera rica que promete entregar el 90% de su fortuna al Estado
Empeñada en que los ricos paguen más impuestos, Marlene Engelhorn es familia del creador de la multinacional BASF
Considera una injusticia la riqueza y quiere que los ricos tributen más. La postura de Marlene Engelhorn, austroalemana nacida en Viena hace 30 años, no sorprendería si no fuera porque ella misma es multimillonaria. Heredará una parte de los 4.040 millones de euros que constituyen, según la revista Forbes, la fortuna de su abuela Traudl Engelhorn, fallecida recientemente. Dinero no sujeto al impuesto de sucesiones, suprimido en Austria en 2008. Marlene Engelhorn ha vivido siempre en la abundancia, como corresponde a descendiente de Friedrich Engelhorn, fundador en 1865 de la hoy multinacional química BASF.
Pero su paso por la universidad pública despertó en ella una inquietud nueva. Comenzó a trabajar en pro de los derechos de los homosexuales y a ocuparse de las desigualdades sociales. Después contactó con movimientos de ricos estadounidenses que piden tributar más, como Patriotic Millionaires o Resource Generation. Y el año pasado contribuyó a crear Tax Me Now, “una iniciativa de gente rica empeñada en lograr justicia fiscal en Alemania, Austria y Suiza”, explica su web. Recaban firmas para conseguir una profunda reforma tributaria.
Engelhorn va más lejos: se ha comprometido a entregar el 90% de su herencia al Estado, dejando claro que “un gobierno que no aplique impuestos sobre la riqueza no recibirá ese regalo”. En declaraciones a The New York Times, Marlene —que rechazó hablar con EL PAÍS— indica que no se necesitan más fundaciones, sino “un cambio estructural”. Basta ya de filantropía, con la que los miembros de su clase ejercen una poderosa influencia social, como ha comprobado en su familia, llena de mecenas.
Su tío abuelo Curt Engelhorn se llevó al extranjero la sede legal de la farmacéutica familiar Boehringer Mannheim. Cuando en 1997 la vendió a Roche por 11.000 millones de dólares, la Hacienda alemana no cobró nada. Su sobrina nieta parece interesada en reparar esa conducta con una iniciativa que parte de la prensa ha recibido con sarcasmo. De momento la suscriben 61 millonarios, pero solo 28 dan sus nombres, y comparten con ella, hay que suponer, la certeza de ser “el producto de una sociedad desigual”, como dijo en agosto en una cumbre organizada en Ámsterdam por Millonarios por la Humanidad, una iniciativa de la ONG danesa Human Act.
A Antón Costas, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona y presidente del Consejo Económico y Social, el gesto le parece puro “romanticismo”. “Lo veo como un ejemplo de altruismo y de buena filantropía”, señala en conversación telefónica. Pero considera que el alcance es limitado porque tanto ella como los que le acompañan son outsiders dentro de su clase social.
Gonzalo Rodés, abogado y empresario impulsor del foro Barcelona Global, hijo menor del desaparecido empresario y mecenas Leopoldo Rodés, conocido como el Rockefeller catalán, coincide con Engelhorn en defender el impuesto de sucesiones, “esencial para lograr que el ascensor social funcione”, dice por teléfono. Y vería con gran respeto la oferta de la heredera “si después de entregar al fisco el 90% de su fortuna se ve obligada a dejar su mansión para vivir en un pisito”. Rodés se pregunta también “qué le lleva a suponer que un gobierno va a gestionar su dinero mejor que ella misma”. Solo hay que pensar en los muchos aeropuertos construidos en España, algunos de los cuales están en desuso.
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