La escritora que cree que el capitalismo es el peor enemigo del orgasmo femenino
Kristen Ghodsee argumenta en un libro que el bloque del Este propuso políticas más favorables para las mujeres que el libre mercado. También cree que les dio una vida sexual mejor.
Kristen Ghodsee escogió un buen verano para su primera visita a Europa del Este. La futura antropóloga tenía 19 años, es decir, era todavía casi adolescente cuando aterrizó en una región que también vivía ese año la más hormonal de todas las adolescencias. “Recuerdo perfectamente que llegué en tren a Budapest y había gente practicando sexo allí mismo, en la estación”, cuenta ahora esta profesora universitaria, que terminó especializándose en Rusia y el antiguo bloque oriental.
Era el verano de 1990, acababa de caer el muro y el sexo estaba por todas partes. “Era un momento de euforia. Había lencería hasta en los quioscos, porque antes no había estado disponible, y revistas porno”, rememora la autora del libro Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo (Capitán Swing). En ese mismo año se hizo una encuesta que está, en parte, en el origen del libro, y que demostró que las alemanas de la RDA tenían el doble de orgasmos que las occidentales. Pocos años después de la unificación, se repitió el estudio y la satisfacción sexual de las alemanas se había igualado… a la baja. Todas tenían ya mal sexo capitalista.
En realidad, el libro no habla tanto de sexo y sí de desigualdad, feminismo y Estado del bienestar. Con rigor pero con un estilo poco académico, la antropóloga va hilando datos y referentes históricos con anécdotas, como la de su amiga Lisa, una mujer universitaria que dejó de trabajar para cuidar a sus hijas y dependía económicamente de su marido. Él solo le daba efectivo para sus gastos. Y en una ocasión en que no le llegaba para pagar una cena, Lisa le dijo a la autora: “Esta noche me lo follo y mañana te lo devuelvo”.
Ghodsee no mitifica las condiciones de las mujeres en el antiguo bloque soviético, donde prevaleció una cultura machista, pero sí quiere argumentar que “cuando se lleva a cabo de forma adecuada, el socialismo fomenta la independencia económica y mejora las condiciones laborales, la conciliación laboral y familiar, y sí, incluso las relaciones sexuales”.
En su propia experiencia, viviendo varias temporadas en el Este de Europa —Ghodsee está casada con un búlgaro— pudo comprobar cómo se perciben aún los residuos de una educación sexual mucho más abierta. “Los anticonceptivos eran gratuitos. Muchas chicas en la Unión Soviética iban a abortar acompañadas de sus abuelas. En Polonia fue la democracia quien ilegalizó el aborto”. Con la unificación alemana, sucedió que los hombres heterosexuales occidentales empezaron a fetichizar a las nuevas compatriotas del Este. Otra cosa que pasó es que las antiguas ciudadanas de la RDA que emigraron al Oeste se escandalizaron por la falta de buenas condiciones públicas para la crianza y empezaron a exigirlas.
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