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CARTA BLANCA
Columna
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Mago, acróbata y faquir

Seguiré echando de menos una llamada para quedar a cenar, para ir juntos al Prado, para volver a sentarnos frente a la chimenea

EPS 2323 CONFIDENCIAS CARTA BLANCA MIGUEL MUNÁRRIZ
EPS

Querido Eduardo: Habría preferido no tener que escribirte esta carta, aunque en el fondo puede que me haga bien. ¿Recuerdas cómo nos conocimos?, no fue en aquel cine de barrio; te llamé por teléfono en 1986 para invitarte a un encuentro sobre poesía con Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Andrés Aberasturi y Ángel González, que participaba por teléfono desde México. Te gustó que te pidiese intervenir como poeta, pero, “por si acaso”, llevaste tu guitarra, “suelen pedirme que cante”, dijiste, y así ocurrió al final de aquella tarde memorable.

El verano pasado tú me devolviste aquella llamada a través de tu hijo Miguel para que aceptara el encargo que me haría Marcos Almendros, editor de Ya lo dijo Casimiro Parker, para participar en Auténtico Aute, un libro que es también una manera de abrazarte y el homenaje a uno de los más grandes nombres que nos ha dado la cultura en este país, y perdona que me ponga tan bravo, ya sé que a ti los fastos terrenales te traían sin cuidado, pero qué quieres, sigo teniendo presente el ideario ético que siempre has defendido como bandera (a ti, que no te gustaban nada las banderas): “Reivindico el espejismo / de intentar ser uno mismo / ese viaje hacia la nada / que consiste en la certeza / de encontrar en tu mirada / la belleza”.

Te recuerdo en tu estudio de pintura, en ese espacio cálido que a ti más te gustaba, el lugar en el que te sentías más seguro y más protegido: “Después de pintar un cuadro, duermo más tranquilo”, ¿te acuerdas?, porque luego, al escribir, te invadía la inquietud del que ve, del que advierte las cosas antes de que ocurran. Lo cantaste en “Atenas en llamas”, en “la guerra que vendrá será la más hortera de todas las guerras que ha ­habido y habrá”, o cuando vaticinaste que todos estamos “al albur de la intemperie”. A pesar de todo, la ironía te salvaba, en tus canciones y en los poemigas, auténticos malabarismos de crítica a lo establecido, breves ensayos de propuestas existenciales, filosóficas, juegos de palabras envueltos en un juego de arte mayor que disfrutabas recitando con la complicidad de las sonrisas del público. Ahora vamos a poder seguir celebrándote gracias a este bello libro, hecho con admiración, que es una antología poética y una retrospectiva gráfica que te habría gustado tanto, en el que siento que estás muy a gusto entre tus versos, tu pintura y tus dibujos.

Creo que he hecho bien escribiéndote esta carta, pero seguiré echando de menos una llamada para quedar a cenar, para ir juntos al Prado, para volver a sentarnos frente a la chimenea, que en este 4 de abril, este frío Domingo de Resurrección, estará encendida para ti.

Querido Eduardo, hace un año no pudimos despedirnos, nosotros fuimos más de encuentros que de despedidas, pero lo haré ahora con la sencillez de un instante: siempre te espero a las cuatro y diez.

Miguel Munárriz es socio fundador de Dos Passos y antólogo de los poemas de Auténtico Aute (Ya lo dijo Casimiro Parker).

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