Mencía leonesa

El patrimonio vitivinícola español oculta una riqueza impresionante, tras décadas de olvido. Y no precisamente por dejadez de los viticultores, sino por falta de rentabilidad económica de un cultivo poco exigente con la naturaleza pero necesitado de atenciones, y cuya mayor gratificación es su metamorfosis en un vino bien considerado. No resulta extraño que en tierras de graneles y uvas mal pagadas las viejas viñas tengan poco espacio para la supervivencia. Por eso su salvación viene generalmente de fuera, en este caso de la mano de un matrimonio de científicos, María José Galera y Miguel Ángel Alonso. Con la firme convicción de que el viñedo debe ser un fijador de población en territorios sin futuro, han recuperado viñas centenarias y prefiloxéricas en las históricas tierras leonesas del Jamuz, donde se encuentra una de las minas de oro romanas mayores de Europa.

Con el tratamiento ecológico de las cepas, la fermentación por separado de las microparcelas y una medida crianza en roble por parte de la enóloga Marta Ramas, logran un tinto de fuerte personalidad, donde la mencía expresa una frescura frutal silvestre adornada con el arabesco de flores, patinados de tostados y especias, en contraste con su paladar musculoso y vivificante.