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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

¿Se atreverá Biden a apostar por una alimentación sin tanta carne?

La directora de ProVeg España espera que en el Congreso Climático de esta semana Estados Unidos se convierta en "un gran ejemplo" e incida en la necesidad de priorizar una dieta basada en proteinas vegetales para paliar el calentamiento global

Sobran argumentos científicos para insistir en la necesidad de un cambio hacia dietas más basadas en plantas
Sobran argumentos científicos para insistir en la necesidad de un cambio hacia dietas más basadas en plantas(c) Markus Spiske vía Unsplash

En cuanto llegó a la Casa Blanca Joe Biden quiso mostrar que la emergencia climática estaría presente en su mandato. Estados Unidos volvió al Acuerdo de París y sus planes de recuperación incluyen la necesidad de apostar por fuentes de energía limpia. Para demostrar su compromiso mundial, el Presidente ha organizado un Congreso Climático que tendrá lugar el 22 (Día de la Tierra) y 23 de abril. A este acto, que se celebra online debido a las restricciones por la pandemia, están invitados 40 mandatarios de todo el globo, entre ellos, Pedro Sánchez.

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Hasta ahí todo bien. Vemos un nuevo presidente que parece mostrar interés por el mayor problema al que nos enfrentamos como humanidad, el de la crisis climática y la supervivencia del planeta que habitamos. Pese a esta aparente preocupación, las iniciativas presentadas hasta ahora por Biden ignoran una de las principales causas del cambio climático: nuestro sistema alimentario actual. Sin embargo, un borrador obtenido por el portal POLITICO sobre el plan climático que se presentará en la cumbre, refleja que todos los sectores de la industria se verán implicados en la lucha contra el cambio climático, incluida la agricultura. La duda ahora es, ¿reflejará este ambicioso plan la necesidad de una transformación alimentaria hacia dietas más basadas en plantas? ¿Incluirá acciones concretas para facilitar, o se quedará solo en la superficie del problema?

El impacto negativo que tiene en el medio ambiente la manera en la que nos alimentamos, con dietas que incluyen grandes cantidades de productos animales, es incuestionable. La ganadería es una de las principales causas de la crisis climática y, según la FAO, es responsable de al menos el 14,5 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Falta valentía para implementar las directrices alimentarias y evitar la catástrofe a la que nos enfrentamos

Sabemos que el cambio a una dieta basada en plantas no solo ayudaría a reducir el CO2, sino que también conduciría a una menor deforestación, un mejor uso del agua, una mejor gestión de la tierra y sus recursos y una mayor seguridad alimentaria. No hay más que fijarse en algunos datos disponibles para Estados Unidos para comprender el impacto tan positivo que puede representar una transición proteica que priorice la proteína vegetal frente a la animal.

Según un estudio de 2018, un cambio alimentario en Estados Unidos tiene el potencial de reducir las emisiones relacionadas con los alimentos hasta un 73%. Otro informe más reciente afirma que sustituyendo la carne, los estadounidenses pueden reducir entre un 35 y un 50% las tierras de cultivo, el uso de fertilizantes nitrogenados y las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, el aumento de dietas basadas en plantas podrían contribuir a alimentar al doble de la población estadounidense de 2010 sin ampliar las zonas agrícolas.

La omisión del sistema alimentario en la agenda climática de Biden sería aún más sangrante cuando nos fijamos en la opinión pública estadounidense. Porque, aunque la mayoría de ciudadanos piensa que la producción de carne contribuye al menos "un poco" al calentamiento global, muchos no establecen la conexión entre alimentación y el calentamiento global. Por eso, Biden no puede centrar su plan climático solo en una transición energética. El Presidente debe incluir también la alimentaria y liderar el cambio hacia dietas más basadas en plantas. No es suficiente con pedir al público que tome decisiones responsables; el Ejecutivo estadounidense tiene que favorecer un entorno en el que su población pueda tomar decisiones sostenibles.

La decisión de Biden de dejar de lado la alimentación en la verdadera conversación sobre el clima resultaría aún más sorprendente teniendo en cuenta el posicionamiento de Kamala Harris, la Vicepresidenta de EE. UU. Harris, cuando en 2019 le preguntaron sobre si apoyaría un cambio en las directrices dietéticas para reducir el consumo de carne roja, afirmó que debían "crear incentivos para comer de forma saludable, fomentar la moderación y entender el efecto de nuestros hábitos alimenticios en nuestro entorno". La entonces candidata añadía: "Tenemos que hacer un trabajo mucho mejor con eso". Al parecer, ella misma ha decidido apostar por una alimentación más vegetal y solo come carne a partir de las 6 de la tarde.

Harris no es la única política estadounidense que apuesta por una alimentación más vegetal. La congresista Alexandra Ocasio-Cortez, ferviente defensora del Green Deal, adoptó una alimentación vegetariana durante la Cuaresma en honor a Tommy Raskin, el hijo fallecido del congresista Jamie Raskin. Tommy era un apasionado de los derechos humanos y animales y llevaba una alimentación 100% vegetal. Otros colegas demócratas de Ocasio-Cortez, como el senador Cory Booker, el alcalde de Jackson (Missisipi), Chokwe Antar Lumumba, el senador Eric Adams o el congresista Adam Schiff también defienden y llevan una alimentación vegetal.

Entonces, ¿se atreverá Biden a enfrentarse a la necesidad de un cambio de políticas alimentarias? ¿O se dejará embaucar por el poder del lobby cárnico y lácteo en Estados Unidos? ¿Podrían influir los 200 millones de dólares que, desde el año 2000, se han gastado los más de seis grupos de presión de la industria de la carne y los lácteos para frenar leyes medioambientales? Y, lo que también es importante, ¿está preparada la ciudadanía para afrontar que un cambio de alimentación es necesario para proteger el planeta?

Si la Administración estadounidense recoge al fin objetivos concretos para la transición alimentaria, sería un gran ejemplo para el resto del mundo. Actualmente ninguna de las Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs por sus siglas en inglés) de los países firmantes del Acuerdo de París incluye objetivos alimentarios concretos para la reducción del consumo de animales y la apuesta por dietas más vegetales. España incluida, pese a la aparente importancia que el gobierno de coalición pretende darle a la Agenda 2030. Quienes hemos elegido como responsables para garantizar una transición ecológica o bien no son conscientes de la necesidad de una transformación alimentaria, o deciden obviarla deliberadamente. En cualquiera de los casos, el resultado es aterrador. Su falta de liderazgo nos llevará a la extinción.

Sobran argumentos científicos para insistir en la necesidad de un cambio. Lo que falta es valentía para implementar las directrices alimentarias necesarias para evitar la catástrofe a la que nos enfrentamos si no decidimos ser disruptivos y apostar por una transición proteica. Por eso, la organización alimentaria ProVeg, junto con otras entidades y empresas, ha creado una petición para solicitar a Joe Biden que incluya la alimentación en su Congreso Climático. Porque es el momento de un cambio de dieta, no de un cambio climático. ¿Será Biden lo suficientemente audaz para liderar este necesario cambio?

Cristina Rodrigo es directora de ProVeg España

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