Ideas para reinventar el mundo
Una extraordinaria exposición protagonizada por arquitectos, ingenieros, artistas y científicos en Lille, Capital del Diseño 2020, plantea interrogantes sobre las necesidades del planeta
Por medio de su personaje Cándido, Voltaire defendió la idea de que tras una vida de esfuerzos no había mejor opción que cultivar un jardín e inventar una pequeña sociedad conforme a necesidades básicas. Al hilo de esas enseñanzas, hoy, cuando la vulnerabilidad del ser humano es visible y todo es local y global al mismo tiempo, la ciudad de Lille, Capital Mundial del Diseño 2020, se ha preguntado por los usos del mundo a través de una extraordinaria exposición, Les usages du monde (clausurada el 8 de noviembre en la Gare Saint-Sauveur), comisariada por Francine Fort. Una muestra que ha explorado las aportaciones del diseño al servicio de los problemas de vivienda, movilidad, consumo, pobreza, urbanismo, medio ambiente, agricultura o conectividad a los que se enfrentan las sociedades actuales, y que ofrecía respuestas alternativas a la degradación de las formas de habitar la tierra, así como pistas para reinventar modos de vida en un contexto de crisis energética, climática y (ahora) también sanitaria. Cuarenta y seis artistas, diseñadores, arquitectos, paisajistas, ingenieros y científicos presentaron trabajos que amplían las posibilidades del diseño y abren perspectivas al concepto “habitar”.
“Los proyectos son señales prometedoras de la puesta en marcha de nuevas condiciones de vida, cada uno está pensado como una solución, son actos que tienen en común el compromiso de los diseñadores”, sostiene Front. En la muestra podían verse construcciones sostenibles del Atelier Gando, vinculado a Francis Kéré, en Burkina Faso, y el Ring de los hermanos Bouroullec, una plataforma circular de acero que flota sobre el suelo y permite sentarse alrededor de un árbol, un banco colectivo.
El arquitecto Mathieu Berteloot, colaborador de Front, explica con entusiasmo proyectos como L’île Derborence, del jardinero y entomólogo Gilles Clément y la paisajista Claude Courtecuisse, un jardín secreto en el parque Matisse de Lille, “un santuario metropolitano”, un bosque a siete metros de altura que únicamente se contempla, pero que ofrece a la flora y a la fauna del parque un espacio sin perjuicios. O como la Floating Farm (granja flotante) de Róterdam, de Peter y Minke van Wingerden, pionera en la crianza de vacas en plena ciudad con el objetivo de reducir el impacto medioambiental del transporte de los productos lecheros y constituir una primera etapa hacia la concienciación del ciudadano del impacto de su alimentación en el entorno.
Entre medias comentamos los cuatro verbos que según la filósofa Fabienne Brugère determinarán los usos del mundo en el futuro: reparar (no entendido como restaurar, sino como la posibilidad de pedir compensación respecto a lo que ha sido alterado); apoyar (concebido como demanda a las instituciones); desviar (en un mundo cuadriculado por la cantidad de normas, conviene ir por los márgenes), y crear (imaginar nuevas prácticas, suscitar un mundo nuevo).
Uno de los puntos fuertes fue el Ice Stupa Glacier, la pirámide de hielo que el ingeniero Sonam Wangchuk ha levantado en el norte de la India para asegurar el almacenaje de agua en la zona, y el conmovedor Cyclone Shelter en Bangladés, a cargo del arquitecto Kashef Chowdhury y la ONG Friendship, una espiral de hormigón armado que ejerce de búnker: un espacio de uso cotidiano que permite a los jóvenes familiarizarse con la idea de refugio en caso de cataclismo, y a los niños tener una escuela.
Sí, está claro que hay cándidos medios de actuar.
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