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“En 10 años podríamos incorporar 7.000 investigadores. Esto puede cambiar un país”

Andreu Mas-Colell es profesor, economista y político. Ha sido consejero de Universidades y de Economía de la Generalitat.Vídeo: Joan Tomás
Ana Pantaleoni

Talento, investigación y universidad. Son los tres pilares que este destacado economista plantea para afrontar la adversidad y construir un futuro sólido para España. Para lograrlo será esencial, según él, promover de manera decidida el retorno de profesionales que desarrollan su labor en el extranjero. ¿Cómo? Ofreciéndoles unas condiciones dignas.

Detrás de una mascarilla de tela negra hay una persona que pertenece a un grupo de riesgo. Lo dice asomando la nariz y escondiendo una media sonrisa. Tras la mascarilla negra asoma un sabio que agita con energía la pócima de la reconstrucción con tres ingredientes: talento, investigación y universidad. Andreu Mas-Colell (Barcelona, 1944) es un hombre afable que pide una cocacola en una mañana de septiembre en la plaza de Kennedy de Barcelona. Si de pequeño realizó un trabajo en el colegio fascinado por el Barrio Gótico de Barcelona, de mayor logró que su libro Microeconomic Theory, junto a Michael Whinston y Jerry Green, se convirtiera en el manual de referencia. Padre de tres hijos (todos viven en Estados Unidos), decidió volver a Barcelona en 1995 tras una exitosa carrera. El catedrático, cofundador de la Pompeu Fabra, profesor de Harvard y de Berkeley, dejó la academia y volvió a la Administración para lidiar con la peor crisis financiera por la que ha atravesado la Generalitat. Ante la nueva crisis, respira y responde: “Tenemos que encontrar una normalidad interina que permita que la economía funcione con normalidad y que la vida educativa funcione con plena normalidad”.

Hay una palabra que se repite en los títulos de sus artículos en prensa: oportunidad. ¿Cuál es la oportunidad ahora para España?

No quiero dar una impresión equivocada. Hemos tenido golpes muy fuertes y esos golpes siempre son negativos. Hay oportunidades dentro de un contexto que hubiésemos deseado mejor. A diferencia de la crisis de 2008, esta vez Europa ha adoptado una actitud más proactiva, expansiva, keynesiana y más solidaria, y nos va a proporcionar recursos para una política de gasto. Principalmente para reparar el daño: pagar los ERTE, emitir deuda pública para cubrir el déficit, contratar a médicos y profesores… Hemos descubierto también que no teníamos algunas capacidades públicas suficientemente preparadas. Por ejemplo, los retrasos administrativos en la percepción de los ERTE demuestran que el sistema no está a la altura. Se necesitará gasto adicional permanente para solucionarlo. Debemos evitar movimientos poco responsables. Y, por tanto, pasado el momento inicial deberá haber un aumento de la presión fiscal. La oportunidad es que Europa nos ha dicho que este gasto adicional no debe ser todo corriente, sino que una parte debe ser de futuro, de inversión. También nos pide que contribuyamos con nuestro gasto a la financiación de los planes de inversión paneuropeos en digitalización y economía verde. Son planes importantes y que compartimos. Debemos hacerles caso.

Habla de una Europa solidaria, que ha firmado el cheque. Sin embargo, España es el país en el que más crece la pandemia del coronavirus. ¿Qué se está haciendo mal?

No quiero entrar en si se ha gestionado bien o mal. Era un reto. Seguramente España estaba más expuesta por las razones que sean. Habrá que hacer un análisis frío. En Estados Unidos saben hacer muy bien estas cosas. Cuando pasa algo gordo, nombran una comisión de alto nivel que se toma un año para elaborar un informe completísimo sobre lo que ha funcionado y lo que no, sin obsesión por señalar culpables. Esto es lo que necesitaríamos. Nadie puede decir que lo hubiera hecho mejor. Por tanto, procuremos todos hacerlo mejor.

Lo que está claro es que no ha funcionado ni mejor ni peor la centralización y posterior descentralización de la gestión de la crisis. Todos han fallado de una forma u otra cuando han tenido el mando.

Sánchez se inventó una palabra útil que era cogobernanza, que puede llenarse de contenido, no es un mal término. Cogobernanza sugiere practicar de manera rutinaria formas de hacer que se parecen a las de Alemania, donde hay mucha interacción, consulta y cooperación entre el Gobierno federal y los Länder. Al Gobierno federal no se le pasa por la cabeza tirar adelante un proyecto sin un proceso de construcción de una opinión colectiva y los Länder saben que hay cosas que solo pueden llevarse a cabo desde estructuras cooperativas. No estoy diciendo “desde Madrid”, sino desde estructuras cooperativas. Con la pandemia hemos descubierto que la cooperación a distancia es muy posible y la tenemos que explotar.

El sistema sanitario ha demostrado su nivel de ­excelencia en términos curativos e igualitarios, pero ¿nos hemos dormido en los laureles con la prevención?

En esta gestión hemos aprendido muchas cosas. Una de ellas es que los que estaban realmente preparados eran los que habían pasado por un fenómeno similar, como Taiwán, Singapur y China. Deberíamos haber aprendido de ellos y haber prevenido antes. También hemos descubierto que necesitamos más musculatura en nuestro sistema sanitario, y eso se traduciría en llevar nuestro gasto sanitario a la media europea.

Si mañana estuviera al frente del programa de reconstrucción de España, ¿por dónde empezaría?

Dadas las presiones muy justificadas que vamos a tener para el gasto corriente, para evitar sufrimientos, yo acotaría y anunciaría una cantidad determinada de los 140.000 millones para inversión a largo plazo, transformadora y dedicada al incremento de la productividad.

¿De cuánto estamos hablando?

No le pondré una cifra. No va a ser la mayoría. Menos del 40%. Si esto no se hace, la cantidad que uno puede esperar para esta inversión irá bajando porque las urgencias del corto plazo se van a ir imponiendo.

Joan Tomás

¿Quién tiene que ejecutar estos planes que marcarán el desarrollo de España?

Europa ha establecido que el plan lo presentará el Gobierno central con una metodología para la distribución de fondos. Hay una etapa en la que toca definir programas y que consiste básicamente en tener una lista de etiquetas y una cifra de dinero. Esto no lo puede hacer nadie más que el Gobierno central. Y no creo que estos fondos se puedan canalizar exclusivamente a través de una distribución regional. Algunos de los programas serán transversales y otros sectoriales.

¿Puede poner un ejemplo de programa transversal?

Uno evidente es para la atracción, retención y recuperación de talento. Es barato. España tiene hoy un pool de talento, no colocado o colocado en el exterior, muy grande y a la vez están a punto de jubilarse una gran cantidad de investigadores y profesores. Hay la oportunidad de dar un salto en nuestra estructura de investigación y de universidades. No hay que pensar que los que están fuera lo están para siempre.

Pero este tipo de programas ya existe en España.

El programa Ramón y Cajal incorpora cada año 200 investigadores a nuestro sistema. Con suerte y si hacemos las cosas bien desde el ministerio y las autonomías, se quedan en él. Ikerbasque incorpora 20; la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA), 20; Emergia en Andalucía, 40… No llegan a 300. Si creásemos un programa extraordinario que incorporase otros 400 más, tendríamos cada año unos 700. Si esto lo mantuviéramos 9 o 10 años, podríamos incorporar 7.000 investigadores muy bien formados, y esto puede cambiar un país. Una de las mejores universidades de Suiza y del mundo es la Escuela Politécnica Federal de Lausana, que tiene menos de 50 años. Lo es porque se lo propusieron y pusieron recursos. Nosotros podríamos hacer más de lo que hacemos. Respecto a Suiza, tenemos una pequeña ventaja comparativa. Suiza tiene muchos investigadores no suizos: sus salarios son muy altos. Pero nosotros tenemos muchos investigadores nuestros que están por esos mundos y que son proclives a regresar si les ofrecemos condiciones mínimamente dignas.

Algún nombre podrá dar.

Por ejemplo, está a punto de incorporarse con un ICREA Xavier Ros-Oton, matemático, ahora en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.

¿Cuánto dinero se necesita para hacer eso?

Mil millones. Estos programas deben ser de inversión y temporales porque es dinero extraordinario que no va a mantenerse. Por eso he centrado el programa de talento en contratos de cinco años durante diez años.

¿Otro plan para que lo ponga en marcha La Moncloa?

Capital riesgo. Ya hay mucho, pero hay áreas en las cuales convienen fondos públicos: uno son los proyectos de inversión a muy largo plazo y con riesgo de que no funcionen. Por ejemplo, en Francia se está desarrollando un preprototipo de energía por fusión. El otro está en el otro extremo, en el capital semilla y presemilla. El capital riesgo público debe estar dispuesto a esperar que va a perder dinero y, si no lo pierde, fantástico.

¿España puede asumir la senda que marca la UE?

Economía verde y digitalización son las dos prioridades que nos impone Europa y que podemos aceptar sin dificultad, pero debemos mantener un punto de vista: no tenemos que encararlas solo desde la perspectiva de los consumidores, sino también desde los productores. Es decir, debemos tener la ambición de que nuestros coches en las ciudades sean eléctricos, pero debemos ser los productores, diseñadores y desarrolladores de esos coches.

¿Cómo va a aplicar este programa con un Gobierno tan tensionado?

Los proyectos los va a firmar La Moncloa, pero cometería un error monumental si asignara estos fondos a proyectos simplemente a dedo. La asignación debe ser por la vía de convocatorias y con un proceso de evaluación que dé una señal de transparencia. Europa nos estará vigilando y la credibilidad del proceso es extraordinariamente importante. El Gobierno podría montar una estructura ligera para esta asignación. Esto permitiría aminorar las tensiones. Si hay comisiones asesoras, deben ser por méritos personales, pero es muy importante ser cuidadoso en su balance. Hoy en día se es muy cuidadoso en composición de género y está muy bien, pero no se es en la composición territorial. No todo el mundo vive en Madrid, ni el 20% de la población de este país. Chirría un poco cuando en este mundo de hoy, donde las reuniones son virtuales y hay expertos en todo el territorio, uno se encuentra con comisiones donde una mayoría larga de sus miembros son residentes en Madrid.

La caída de la financiación en las universidades en los últimos años es escandalosa.

Las universidades necesitan más recursos de forma permanente. Hay que exhortar a todas las comunidades a que inviertan más dinero y también hay que predicar hacia el Gobierno central que es un escándalo que el gasto público en investigación haya descendido en estos últimos años considerablemente y esté por debajo de la UE. Debe haber un programa para llegar a este famoso 2% del gasto en investigación.

Joan Tomás

¿Una universidad con un profesorado cada vez menos funcionario?

En Cataluña iniciamos esta etapa hace 15 años abriendo la vía contractual, aunque no suficientemente, ya que la LOU mantiene el requerimiento de que el rector ha de ser funcionario, lo cual es significativo a nivel simbólico. En Cataluña se ha utilizado considerablemente, aunque menos de lo que a mí me gustaría, y creo que ha sido un éxito y se refleja en los rankings universitarios. Yo diría: copien que no pasa nada. Y una clarificación, porque a veces se habla con mucha ligereza: la contratación laboral que se practica es indefinida, aquí no estamos hablando de precariedad laboral. No debemos llegar al punto de pensar que todo lo que el último término es gasto público lo deben ejecutar funcionarios; lo pueden hacer trabajadores con contratos indefinidos normales y corrientes. El contrato te lo hace la universidad, no eres poseedor de una cátedra, de una plaza en un lugar abstracto donde en último término te ha contratado el Estado. Te contrata tu universidad y tú le debes tu entrega y tu trabajo para que ese centro ofrezca el mejor servicio.

¿Por qué dejó EE UU? ¿Se ha arrepentido?

Solo se vive una vez y, si la familia y las circunstancias lo permiten, no hay razón para restringirse a una sola experiencia. La de Estados Unidos fue extraordinaria. Y también ha sido muy recompensadora la de aquí. Tanto en el aspecto estrictamente académico (mi artículo más citado lo escribí entre Barcelona y Jerusalén ya en la Pompeu Fabra) como en el de gestión y servicio público. Más que “dejar Estados Unidos” fue regresar a casa. Tengo muchos vínculos allá. No, no nos hemos —y aquí incluyo a mi esposa— arrepentido nunca.

¿El Gobierno debería asumir responsabilidades por su gestión educativa, por cómo ha llevado la información del cierre de colegios y la vuelta?

Lo que sí le puedo decir es que los niños han de ir a la escuela. La presencialidad y la sociabilidad son absolutamente esenciales para los niños y el imperativo de la igualdad lo requiere. En Estados Unidos está habiendo un problema muy grave porque, como la formación en casa está permitida, los que tienen recursos están montando pequeñas escuelas en casa y contratando profesores. Eso provoca que la escuela pública esté teniendo dificultades para encontrar profesores porque se van con buenos contratos para formar a un grupo de seis u ocho hijos de familias con recursos. Como ciudadano se lo pido a los maestros y profesores: son primera línea, como los profesionales sanitarios. Han de tomarse todas las medidas de precaución, pero es un servicio esencial y es un combate donde nos jugamos muchísimo. Los niños deben ir a la escuela cada día de la semana.

¿La fusión CaixaBank-Bankia es una buena o mala noticia?

El número de bancos en Europa va a disminuir y el gran tema que todos esperamos en algún momento es cuándo va a empezar el proceso de consolidación bancaria entre diferentes países de forma significativa. No ha habido todavía una gran fusión entre dos bancos europeos, esto sucederá. Vamos a ver una primera etapa de movimientos preparatorios. Cuando todo este proceso culmine, creo que no habrá descendido la competencia bancaria porque este mundo está muy regulado y no vamos a llegar al extremo de que queden dos o tres bancos en Europa. Recuerdo un artículo de economía que decía: uno es monopolio, dos es duopolio, tres es oligopolio y cuatro es competencia. La segunda razón es que el papel de la banca va a descender en Europa. Y eso es bueno porque de ahí también van a salir instituciones de proximidad.

¿Ve una tragedia en la fusión?

No, tengo mis esperanzas y mis dudas. Creo que no tiene que haber interferencia política de ningún tipo en el desarrollo de este banco. Cuanto antes se vaya el Gobierno del accionariado, mejor. Y que no haya ni consciente ni inconscientemente acción política o de cultura atávica para llevarse servicios centrales a Madrid. En la época del teletrabajo no hay razón para que todos los departamentos de servicios centrales hayan de estar concentrados en el centro de la península Ibérica, alguno puede estar en el Mediterráneo y más de uno también.

Usted ha afirmado que no verá la independencia de Cataluña. ¿Llegará?

Ya está, ya lo he dicho: la independencia no está a la vuelta de la esquina. Ya he dicho que el Gobierno español monárquico republicano no va a estar inclinado y Europa no va a validar esta opción. Pienso que las fuerzas soberanistas catalanas tienen que hacer política en Cataluña, en Madrid, y tienen que actuar como es: la vida no es que la independencia vale mil y todo lo demás vale cero. Hay cosas que para el futuro de Cataluña son muy importantes y deben ser valoradas. Creo que hay sesgos centralistas enormes y creo que se ha de actuar con políticas de alianzas, de acción en el día a día.

¿Cataluña ha dejado de ser indispensable para ­España?

¿Es Andalucía indispensable para España? ¿Es el País Vasco indispensable para España? ¿Es Madrid indispensable para España? España tendría una opinión muy idiota si pensara que Cataluña es prescindible. La señora Ayuso peca de arrogancia y de falta de poner los pies en el suelo si piensa que Madrid es más indispensable que Cataluña. Por descontado, si España se termina en la Puerta del Sol, por definición la Puerta del Sol es indispensable para España. En Cataluña también hay muchos que piensan que se puede prescindir de Madrid. Más valdría que todos fuéramos indispensables.

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Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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