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La hora de los antihéroes

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Raúl Arévalo, Patrick Criado, Hovik Keuchkerian, Álex García y Roberto Álamo, los protagonistas de 'Antidisturbios'.Vídeo: Xevi Muntané. Irene Álvarez

Tipos duros para contar historias duras. Reunimos a los protagonistas de la nueva serie de Rodrigo Sorogoyen, que narra los avatares de un grupo de policías antidisturbios. Raúl Arévalo, Roberto Álamo, Hovik Keuchkerian, Álex García y Patrick Criado son estrellas para un tiempo nuevo.

Madrid, verano de 2020. Hovik Keuchkerian, beirutí de 47 años, irrumpe en la sala con andares osunos, vestido con una vieja camiseta del club motero de Alpedrete y sin cinturón, una mano balanceando una mochila que no sabe dónde dejar y la otra esgrimiendo un amenazador apretón de manos. Acaba conformándose con el codo. Boxeador, dos veces campeón de España de los pesos pesados, humorista —su eléctrico monólogo Cocretas marcó escuela—, poeta, con cuatro libros publicados, Keuch­kerian llegó a la interpretación hace 10 años en un viaje de vuelta de todo. Un guionista le dijo al productor de la serie Hispania, la leyenda: “El tío que estás buscando es mi profesor de boxeo”. Y era. Sus apariciones en macroproducciones a ambos lados del charco, desde la tercera temporada de La casa de papel hasta blockbusters hollywoodienses como Assassin’s Creed (2016), le han convertido en un rostro al alza en la industria.

El boxeador, poeta, cómico y actor Hovik Keuchkerian, con su camiseta del club motero de Alpedrete.
El boxeador, poeta, cómico y actor Hovik Keuchkerian, con su camiseta del club motero de Alpedrete.Xevi Muntané

Sin embargo, Keuchkerian es el prototipo de hombre común. “A mí mañana me tocan 100 millones de euros y voy a seguir viviendo en Alpedrete [Madrid], en mi casita de 20 metros cuadrados, voy a seguir conduciendo el ­Chevrolet viejo de mi madre y seguiré teniendo 50 prendas de ropa, incluyendo gayumbos”, afirma el actor, de origen libanés, padre armenio y madre navarra. Ahora asegura vivir con lo imprescindible. No tiene redes. No baja a la capital. “Me gusta tomarme un chato de vino con la peña en el pueblo, echarme unas risas, mi piti y ya”.

Este actor comparte la misma autenticidad con sus compañeros de furgón policial en Antidisturbios, la nueva miniserie del cineasta Rodrigo Sorogoyen, realizador de exitosas películas como El reino (2018) y Madre (2019). “Tú los ves y dices: ‘Esta gente es verdad’. Me los podría encontrar en Lavapiés realizando un desahucio de verdad”, apunta Domingo Corral, director de Producción Original de Movistar +. Antidisturbios se emitirá en esta plataforma y se presenta en septiembre en el Festival de Cine de San Sebastián. Narra precisamente una investigación en torno a la intervención de un grupo de policías durante un de­sahucio accidentado en el barrio madrileño de Lavapiés. Una inmersión ficcionada en una de las brigadas policiales más controvertidas, con afán de comprender más que de juzgar. “Nos dedicamos a contar historias, eso nos obliga a entender”, explica Sorogoyen, el director. “Estaríamos siendo poco honestos si contásemos que son todos malos”.

El estreno de lo nuevo de Sorogoyen coincide con los efectos de una pandemia que abre nuevas puertas a actores como Hovik Keuchkerian. Así lo afirma Jordi Balló, decano de Comunicación Audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra y autor de varios libros sobre el séptimo arte, como Imágenes del silencio: los motivos visuales en el cine o La semilla inmortal (ambos en Anagrama). Balló defiende que la universalidad de esta crisis —donde la culpa no es ajena, sino común— impide un relato de lucha contra un enemigo exterior, como el que protagonizó la ficción que surgió de los conflictos del siglo XX, como la guerra de Vietnam o la Guerra Fría. “Se requiere una percepción mucho más sutil para contar esta crisis y va a ser el momento de que otras voces cuenten lo que pasa. Es el momento de romper las reglas”. Balló apuesta por otras miradas con la dirección de mujeres y un nuevo heroísmo, protagonizado por actores más cercanos al hombre común: “Van a aparecer ficciones que narren el duelo entre lo viejo y lo nuevo, entre lo real y la ficción, y es posible que las encarnen personas que no son actores en el sentido profesional. Confío en que este periodo permita un movimiento de nuevos heroísmos que estén más cerca de lo cotidiano. El nuevo heroísmo ya no es mesiánico. Ha llegado el momento de la gente corriente”.

Precisamente esa es la imagen que proyecta el reparto principal de Antidisturbios. En el encuentro con ellos causa baja Raúl Prieto (Valencia, 44 años), ausente por un rodaje fuera de la Península. Desde un patio interior del estudio donde tiene lugar la sesión de fotos que ilustra estas páginas, donde los aparatos de aire acondicionado practican la gota china y los tendederos se disecan al bochorno del mediodía, aparece Roberto Álamo, madrileño de 50 años. Si, como pronostica Jordi Balló, el héroe de la nueva ficción es el hombre corriente, Álamo lleva años allanando el terreno para su llegada. “Me encanta derribar el mito del glamur del cine”, confiesa el intérprete. Debajo de las alfombras rojas, asegura, se barre una realidad menos vistosa a los focos: “Cuando eres actor, inmediatamente te colocan en un pedestal donde te conviertes en una persona deseada y rica. Y no. En España hay cuatro actores ricos. Esto no es Hollywood”.

De izquierda a derecha: Roberto Álamo, Raúl Arévalo y Hovik Keuchkerian.
De izquierda a derecha: Roberto Álamo, Raúl Arévalo y Hovik Keuchkerian.Xevi Muntané

No le gusta posar. Tampoco lo disimula. “¡Roberto, parece que te está dando algo!”, grita el fotógrafo mientras Álamo ensaya un escorzo. “Le está dando, no es tan buen actor”, replica su colega Keuchkerian. Pero sí bastante bueno. Álamo ha coronado cumbres de su profesión en España. Ha ganado dos Premios Goya —por Que Dios nos perdone (2016), actuando también como policía bajo la dirección de Sorogoyen, y La gran familia española (2013)— y un Premio Max por la obra de teatro Urtain, donde encarnó al boxeador vasco, pero también ha buceado en sus abismos. Actualmente lleva siete meses sin trabajar. “Sin ingresar nada”, asegura. Y no es la primera vez: “Cuando me dieron el primer Goya tuve otra racha de no currar. Pasaron uno, dos, tres…, siete meses sin trabajo. Hasta que un día dije ‘a tomar por culo’. Cogí el Goya, le puse un fondo de terciopelo rojo, le hice unas fotos y lo subí a Wallapop”. Acabó optando por no venderlo y pasó a echar currículos por los bares de su barrio, a ver si le cogían de camarero, cuando en el último minuto sonó el teléfono y Álamo volvió al set, con las prioridades claras: “Esto no es más que un curro. La cuestión es poder comer. Más, en esta situación que estamos viviendo, donde tanta gente lo está pasando mal. No tengo trabajo, pero como millones de personas. Si no me llega algo pronto tendré que volver a sacar los currículos. Y no pasa nada”.

Mientras espera a que suene el teléfono, Álamo practica el dibujo, la música, la fotografía y, sobre todo, la poesía. Próximamente publicará Amantes venía de amar, una compilación de poemas basados en reflexiones, recuerdos y encuentros como este: “El otro día salí de mi casa a tirar la basura. Iba por la calle cuando viene un coche, para a mi lado, baja la ventanilla y un chico muy bien vestido pregunta: ‘¿Belén?’. ‘No sé, no sé qué calle es Belén’, respondo. ‘No, ¿que dónde vive Belén?’. ‘No lo sé, no conozco a todo el mundo que vive aquí’. Entonces, del asiento del copiloto aparece una chica guapísima: ‘Nooo, que si sabe dónde vive Belén Esteban’. Yo digo que no, resoplan y se van. Y cuando entro en casa mi perro se está comiendo su mierda…”. Álamo levanta la mirada y saborea la pausa dramática. “Al día siguiente lo llevo al veterinario y me tranquiliza diciéndome que, a veces, los animales inmaduros se comen su propia mierda. Y que, cuando maduran, dejan de comerse la mierda. Llegué a casa y dije: ‘Esto es un poema”.

Al igual que Álamo, muchos creadores han vivido la pandemia con una sensación de “esto es una película”, explica Verónica Fernández, guionista y directora de Contenidos Originales en Netflix España. “A todos los creadores nos encanta vivir cosas extraordinarias porque, al final, uno escribe de lo que vive. Por eso, desde un punto de vista creativo, vivir algo tan tremendo como lo que estamos viviendo es un caldo de cultivo brutal. Todo lo que sea un revulsivo en la realidad nos viene muy bien a los creadores”. Fernández cree que se estimulará la ficción. Y a título personal, el género que más la inspira es la distopía, espoleada según ella durante la pandemia junto con el terror. “Cualquier viaje a un supermercado durante los primeros días de la pandemia tenía mucho que ver con el terror”.

El actor y director Raúl Arévalo.
El actor y director Raúl Arévalo.Xevi Muntané

Más confundido que inspirado por lo vivido en los últimos meses llega el tercer integrante del furgón de Antidisturbios. Raúl Arévalo, madrileño, 40 años, es quizá el rostro más conocido de los que aparecen en la serie. Tras casi 20 años actuando entre comedias como Gordos (2009), por la que ganó un Premio Goya, y thrillers como La isla mínima (2014), y algo menos dirigiendo —su debut, Tarde para la ira (2016), ganó el Premio Goya a la mejor dirección novel y a mejor película—, Arévalo cuenta con una amplia visión de la industria cinematográfica. Y lo que ve en ella es una tendencia similar a la de los animales inmaduros que describe su colega Roberto Álamo. “Cada vez se acota más el cine por el que se apuesta. Veo catálogos de algunas plataformas donde cada vez hay más, pero todo igual. Es una sobrecarga de mierda”, sentencia Arévalo.

“¿Esto funciona?”, se pregunta Sorogoyen, parodiando el papel de los productores. “Pues cámbiale el color, cámbiale el nombre y cópialo”. Es un problema cíclico, añade el cineasta: “Al público se lo educa. Si le pones todo el rato lo mismo cree que no hay otras opciones. Lo que hace falta es gente con el valor de crear algo diferente”. La cuestión, replica Arévalo, es que no se estimu­la ese valor: “Hoy en día los chicos que estudian cine quieren ser Fincher o Tarantino, no hay caldo de cultivo para que salga alguien diferente. Cuando aparecían directores como Buñuel, Berlanga o Saura era porque había un ambiente propicio que lo permitía”.

En cuanto a los temas al alza hoy en la ficción, prosigue Arévalo, el caldo de cultivo es prácticamente sangre. Todo es violencia, afirma: uno se mete en catálogos de algunas plataformas y todo son series de narcos, documentales sobre asesinos en serie basados en hechos reales, pelícu­las de terror y distopías de todos los géneros. Concepción Cascajosa, profesora de Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid, y autora de varios libros sobre televisión y series —el último, La cultura de las series (Laertes)—, también observa una saturación de ciertos géneros en detrimento de otros: “Últimamente la ficción española está priorizando series policiacas o de crímenes y ha desatendido lo que creo que ha sido uno de sus géneros más relevantes: la comedia”. No obstante, Cascajosa vaticina que la debacle actual generará una “revalorización del género de la comedia”. Y apuesta: “Las ficciones que hablarán de esta pandemia serán comedias. Culturalmente es más asumible cuestionar la actualidad desde el humor y no el drama, ya que la comedia te permite hacer comentarios más incisivos desde un marco más protegido, sin inmiscuirte en el conflicto político”. Eso sí, sin mascarilla. “Por miedo a quedarse obsoleta, no creo que aparezcan mascarillas en la ficción. Aunque eso implique que todo lo que ocurra en la España de 2020 y no incluya mascarillas se desarrolle en una realidad paralela. Hablamos de una crisis y en ese contexto va a hacer falta un contenido más edificante —series que nos hagan sentir bien—, que no un contenido revelador socialmente”.

Álex García: "La ficción puede ayudar. Si escribes una historia bonita la gente se lleva una sensación bonita".
Álex García: "La ficción puede ayudar. Si escribes una historia bonita la gente se lleva una sensación bonita".Xevi Muntané

El cuarto miembro del furgón de Antidisturbios, que interpreta a su exponente más canalla, un personaje envuelto en una espiral de corrupción, drogas y sexo, es precisamente el mayor defensor de una ficción más optimista. Álex García, tinerfeño de 38 años, se presenta con sonrisa de galán y tumbao canario. Conocido por producciones como La novia (2015), Amar en tiempos revueltos o Jauría, la obra de teatro sobre el caso de La Manada, García cree, por las conversaciones que ha tenido con actores y guionistas, que por ahí van los tiros: endulzar el caldo de cultivo del que habla Raúl Arévalo. Por una ficción más vitalista: “Ha sido tan oscuro lo que hemos vivido que muchos quieren escribir algo más positivo. Esta pandemia nos ha hecho replantearnos qué queremos contar. La gente se ha puesto a valorar más su día a día, somos conscientes del toque de atención que como sociedad nos ha dado el confinamiento y supongo que eso se verá reflejado en la ficción. Hemos estado demasiado tiempo haciéndole caso a la parte más oscura de lo que nos rodea. Hemos tenido muchísimas creaciones que ahondaban en las cualidades negativas de los protagonistas, que hablaban de violencia, de muerte, de guerra… Se echaba de menos algo de luz”.

Álex García llega cuando sus colegas ya se han atrincherado en los sofás y, desafiando al detector de incendios, cultivan en un improvisado smoking room ese vitalismo que al parecer tanto necesita su industria. Están despatarrados en los respaldos de los sillones; la botella de agua, negra de las colillas, y los mecheros rulando. “Pero chavales, ¿de qué vais disfrazados?”, saluda García. “Si nos viese Felipe…”, responde Keuchkerian, nombrando al veterano antidisturbios de la comisaría de Moratalaz que les enseñó el oficio para el rodaje de la serie de Sorogoyen y del que sospechan que no sentirá demasiado aprecio por el estilismo de la sesión de fotos. Keuchkerian sintetiza así el proceso de team building que todos llevaron a cabo en Antidisturbios: “Hicimos piña a los cinco minutos. Nos sentamos a tomar una birra y ya había furgón”.

Álex García, a la izquierda, y Patrick Criado.
Álex García, a la izquierda, y Patrick Criado.Xevi Muntané

Los integrantes de esta reunión han visto a compañeros como Antonio Banderas o Javier Bardem conquistar Hollywood mientras en España muchas puertas parecían cerradas. Pese a que las plataformas de contenidos digitales han abierto muchas posibilidades tanto para creadores como intérpretes, Concepción Cascajosa señala que sigue habiendo una generación de actores a la sombra de una serie de grandes nombres que acaparan todos los grandes papeles. “Uno de los problemas que tiene el sector audiovisual español es la extraordinaria endogamia”, sostiene la profesora universitaria. Y añade: “Hay una primacía de determinados rostros, de actores muy buenos como Luis Tosar o Antonio de la Torre, que luego ni en taquilla ni en audiencias son atractivos. Sin embargo, todavía existe una relación entre determinados representantes y productores que funciona casi en el ámbito de cartel e impide a una generación de actores progresar profesionalmente. El margen de la renovación en el audiovisual español ha tenido que ver siempre con los jóvenes”.

Patrick Criado, el miembro más joven del furgón de 'Antidisturbios'.
Patrick Criado, el miembro más joven del furgón de 'Antidisturbios'.Xevi Muntané

El quinto pasajero del furgón policial es precisamente un ejemplo de esa renovación. Patrick Criado, madrileño de 24 años, es uno de los rostros más reconocidos de su quinta de actores desde muy joven (empezó con 10 años), con apariciones en Águila Roja, 1898: Los últimos de Filipinas (2016) o La línea invisible (2020) y, próximamente, en La casa de papel, donde coincidirá con Hovik Keuchkerian. Criado forma parte de una generación que, gracias a las puertas que han abierto las plataformas digitales y a la repercusión de las redes sociales, ha sabido alcanzar audiencias globales en tiempo récord. Quizás demasiado rápido, apunta Criado, que ve mucha desinformación entre sus compañeros de promoción: “Puedes tener millones de seguidores en Instagram, pero no conocer este oficio. Por eso cuando hablo con actores de mi generación intento explicarles que no hay que aceptar todo, que hay que leerse los contratos, saber dónde te están vacilando, saber qué es lo que se tiene que esperar de un representante…”. Pese a ver con optimismo el boom de las series españolas de los últimos tiempos, el más joven de este reparto se muestra cauto: “Es importante que todo este cambio no solo venga de la mano de hacer nuevos proyectos, sino también de que nuestros derechos no se pisoteen. De esta ola nos tenemos que aprovechar todos”.

Créditos

Fotos individuales:

Fotos grupales:

Estilismo de Berta Álvarez.

Asistente digital: David García / Asistente de luces: Diego Gómez / Maquillaje: Aggostino / Peluquería: Gino / Asistente de moda: Aline Patiño / Producción: Lighthouse Agency.

El actor Hovik Keuchkerian lleva chaqueta y camiseta propias y pantalones vaqueros de Cortefiel.

Raúl Arévalo lleva camisa y pantalón de The Kooples, camiseta de Zadig & Voltaire y colgante de Zara.

Álex García lleva americana de Louis Vuitton, pantalón de Rochas, camisa de IKKS y camiseta de Abanderado.

Patrick Criado lleva pantalón de Alexander McQueen, camiseta de Abanderado y colgante de Zara.

En portada, de izquierda a derecha y de arriba abajo: Raúl Arévalo lleva traje de Dior Homme y camisa de Zara; Patrick Criado, chaqueta y camisa de Saint Laurent por Anthony Vaccarello y pantalón de Sandro; Hovik Keuchkerian, traje de García Madrid y camiseta de Uniqlo; Álex García, traje de Versace y jersey de Givenchy, y Roberto Álamo, traje de García Madrid y camisa de Zara.

Roberto Álamo (izquierda) viste camisa y pantalón de Walkers; Raúl, traje de Ermenegildo Zegna, camisa de The Kooples y camiseta de Zadig & Voltaire; y Hovik Keuchkerian (derecha), camisa de Asos, camiseta de Timberland y pantalón de Dolce & Gabbana.

Álex García (izquierda) lleva camisa de Hermès, camiseta de Abanderado y pantalón de Boss, y Patrick Criado, camisa de The Kooples, camiseta de Abanderado, pantalón de Acne Studios y colgante de Zara.

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