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Buscar la herida, no la enfermedad: la estrategia de la OMS para vencer a las dolencias olvidadas de la piel

Hay 20 enfermedades desatendidas, la mitad con manifestación cutánea. Hasta ahora se luchaba contra cada una de ellas individualmente, pero un cambio de modelo aboga por hacerlo contra todas a la vez

lusmore dauda
Alejandra Agudo

Por separado, son enfermedades con nombres raros, difíciles de pronunciar y recordar. Afectan a los más pobres y olvidados del planeta, que no atraen la atención de la inversión sanitaria ni la ciencia. Pero juntas, las 20 dolencias conocidas como enfermedades tropicales desatendidas (ETDs), afectan a 1.000 millones de personas. La mitad de ellas, se manifiestan visiblemente en la piel. Por eso, la Organización Mundial de la Salud promueve que, en vez de luchar contra cada una de ellas de forma aislada, a través de campañas específicas de búsqueda, diagnóstico y tratamiento, se haga contra todas ellas a la vez. ¿Cómo? Formando al personal sanitario a identificar el amplio abanico de afectaciones cutáneas de estas enfermedades.

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"La piel de un paciente es la primera estructura del cuerpo y la más visible, que percibe todo profesional de salud en el curso de una exploración clínica. Para el paciente, la piel también es sumamente evidente (...). Por consiguiente, la piel es un punto de acceso importante tanto para el diagnóstico como para el tratamiento", explican los autores de la guía pedagógica Reconocimiento de las enfermedades tropicales desatendidas a partir de los cambios en la piel, de la OMS.

"Estas enfermedades de la piel a menudo afectan a los pobres, causan discapacidad, estigma y aislamiento social, y creemos que deberíamos poder tener una estrategia que las aborde a todas juntas en lugar de lidiar una a una con cada enfermedad", razona Kingsley Asiedu, responsable de dos enfermedades tropicales desatendidas, la úlcera de Buruli y el Pian, en el Departamento de Control de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS, y uno de los precursores de este nuevo enfoque. "Hasta hace tiempo se trabajaba en silos, con programas específicos para cada una de estas enfermedades, era un enfoque vertical. Pero es importante colocar en el centro el derecho humano a la salud y el fortalecimiento del sistema sanitario", agrega Gabriel Díez, especialista de Anesvad, organización enfocada en el combate de algunas de estas dolencias desatendidas en África.

La diferencia en la práctica de esta nueva estrategia frente a la anterior es que no se necesitaría un grupo de expertos, normalmente, de ONG, que se desplace a las comunidades de zonas endémicas para desplegar una campaña temporal de búsqueda de casos. Algo así como buscar una aguja en un pajar. Según la propuesta de la OMS, sanitarios formados del sistema público, incluso los llamados promotores de salud comunitarios con conocimientos básicos, sabrían detectar las distintas afecciones en la piel que causan las enfermedades tropicales desatendidas cuando los pacientes acuden a ellos con trastornos cutáneos como úlceras o tumoraciones. De tal modo que sabrían diagnosticar y tratar la dolencia en cuestión, así como iniciar un seguimiento epidemiológico en la comunidad en caso de tratarse de una enfermedad transmisible, como por ejemplo la lepra.

En países endémicos, incluso en las ciudades, la gente tampoco sabe qué son estas enfermedades. Pero dejar de buscar no significa que desaparezcan Gabriel Díaz, Anesvad

"En países endémicos, incluso en las ciudades, la gente tampoco sabe qué son estas enfermedades. Pero dejar de buscar no significa que desaparezcan", reflexiona Díez. En África, y otras zonas en desarrollo del mundo, existe la figura de los promotores de salud comunitarios, líderes reconocidos a los que acuden en busca de consejo los vecinos cuando tienen un problema de salud, como un primer nivel de atención en aldeas y barrios, y enlace con los centros de salud formales.  Ellos, o más bien ellas, porque son mayoritariamente mujeres, son un recurso fundamental para la lucha contra diversas enfermedades. "Lo ideal es que les formen en distintas manifestaciones cutáneas para la detección activa de casos", opina el especialista de Anesvad. "Invertir, en definitiva, en el sistema público de salud para que no pasen desapercibidas".

Con este nuevo enfoque de agrupar las enfermedades desatendidas en una sola estrategia de lucha, se conseguirá además, "tener una voz más fuerte" para atraer recursos y atención hacia ellas, anota Asiedu en una charla por teléfono. "Hay muchas con nombres difíciles de pronunciar. Uniéndolas, serán reconocidas como las enfermedades desatendidas de la piel por la gente y los formuladores de políticas. Los detalles de cuál se trata se dejan al personal médico para que resuelva", agrega. "Por lo tanto, desde el punto de vista de la promoción y las políticas, al tratar con los ministerios de salud, es importante que los alentemos a reunir todas las enfermedades de la piel bajo un solo paraguas para que puedan usar los mismos recursos en la lucha contra todas ellas".

Una medida que, según Díez, requerirá en las economías más débiles del apoyo financiero y técnico de las ONG en particular y la comunidad internacional en general. "Pero hay que huir de visiones asistencialistas y coloniales; el enfoque tiene que ser garantizar el derecho a la salud y que la sanidad sea pública. Una cooperación responsable es evitar las dependencias y que haya una cultura de incidencia política en su sociedad", insiste.

Otro riesgo es que también dentro de las enfermedades desatendidas, las hay más atractivas para los donantes —las que se pueden tratar con la distribución masiva de medicamentos— y otras más olvidadas —las que requieren un manejo intensivo de casos. Así se desprende, anota el experto de Anesvad, de la Declaración de Londres, suscrita por una veintena de organizaciones no lucrativas, entre ellas la Fundación Bill y Melinda Gates, y farmacéuticas. "Se decidió centrarse en las que se pueden prevenir o curar con medicamentos. Las demás quedaron, si cabe, más desatendidas", lamenta Díez.

La Hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas 2021-2030 de la OMS establece erradicar dos de ellas para esa fecha

"Creo que el mensaje clave de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de la hoja de ruta para combatir las ETDs es que hay que garantizar una cobertura sanitaria universal y no dejar a nadie atrás", afirma Asiedu. "Y esa es también una razón para apostar por la integración y por la que la nueva estrategia de la OMS para 2021-2030 se debe alejar de la lógica de división entre las enfermedades tratables masivamente con medicamentos y las que no", continúa.

Con el nuevo enfoque, cree el experto de la OMS, será más probable combatir las enfermedades tropicales de la piel. En algunos casos para controlarlas; en otros, eliminarlas (reducir el número de casos hasta límites muy bajos) y, con las que sea posible, erradicarlas (hacerlas desaparecer). Hasta la fecha se han realizado algunos avances, pero hay que innovar en el modo de luchar contra ellas para conseguir mejores resultados.

Desde 2010, se han realizado avances significativos. "Hoy, 500 millones de personas ya no requieren intervenciones contra varias ETDs y 40 países, territorios y áreas han eliminado al menos una enfermedad", se lee en la Hoja de ruta para las enfermedades tropicales desatendidas 2021-2030, recién lanzada por la OMS. La dracunculosis, una parasitosis invalidante conocida como enfermedad del gusano de Guinea, está al borde de la erradicación, con 54 casos reportados en cuatro países en 2019. Otro ejemplo es la oncocercosis. Esta dolencia, conocida como ceguera de los ríos, está causada por un parásito (un gusano) que provoca afecciones cutáneas desfigurantes y discapacidad visual, incluso total y permanente. "Más del 99% de las personas infectadas vive en 31 países del África subsahariana", anota la OMS, pues "ha sido eliminada en cuatro países en la región de las Américas". Un último ejemplo se encuentra en la (más conocida) lepra, cuyo número de nuevos casos notificados a nivel mundial continuó disminuyendo un promedio de un 1% desde 2010 y la mayoría de los países endémicos alcanzaron la eliminación como problema de salud pública, definido como menos de un caso en tratamiento por 10.000 habitantes.

Pero todavía hay desafíos, subraya a renglón seguido el documento de la OMS. "La mayoría de los países tienen retos en cuanto a la implementación de programas de detección temprana y tratamiento para evitar una mayor progresión de la enfermedad y la consecuente discapacidad", apunta Asiedu. "Se necesitan mayores inversiones en investigación para desarrollar nuevas herramientas, como pruebas de diagnóstico, tratamientos, formas de prevenir la enfermedad e incluso comprender el modo exótico de transmisión", sigue. "De la úlcera de Buruli todavía se desconoce como se transmite", apostilla Díez. 

Para avanzar más, "es preciso establecer metas ambiciosas, orientadas a lograr un gran impacto", se lee en la estrategia. Entre ellas, reducir un 90% el número de personas que requieren intervenciones contra enfermedades tropicales desatendidas, que 100 países eliminen al menos una de ellas, que 40 países adopten y apliquen estrategias integradas contra las ETDs dermatológicas, y que la humanidad logre erradicar dos —la dracunculosis y el pian— para esa fecha. Algo que solo se ha conseguido con una enfermedad en la historia: la viruela.

Para Asiedu, una táctica conjunta para luchar contra la mitad de las ETDs, las que se manifiestan en la piel es una innovación necesaria para alcanzar esas metas. Supone, además de las mencionadas ventajas, "una oportunidad" para contribuir en la lucha contra otras dolencias pues los sistemas de salud serían, según el modelo propuesto, más fuertes y estarían mejor preparados. Además, otras intervenciones en la lucha contra las enfermedades tropicales con manifestación cutánea, como mejorar el acceso agua potable y saneamiento, imprescindible para evitar algunas transmisiones que se dan por el medio acuático o que las lesiones empeoren por una higiene deficiente, también contribuyen a combatir otros problemas de salud. Como las diarreas.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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