Oriol Mitjà, la cuenta atrás de una enfermedad olvidada
Este investigador catalán se ha propuesto erradicar el pian, una enfermedad tropical que aqueja sobre todo a niños. Y todo apunta a que conseguirá su objetivo antes de 2020.
Como los superhéroes, Oriol Mitjà tiene una vida que son dos. Y cada dos meses, aproximadamente, cruza de la una a la otra sin secuelas aparentes. La primera transcurre en Lihir, una isla remota de Papúa Nueva Guinea, donde trabaja en un pequeño hospital como infectólogo. La segunda tiene lugar sobre todo en Badalona, pero también en Ginebra o en Seattle, e implica negociar con ejecutivos de corporaciones farmacéuticas, liderar proyectos en la OMS, investigar y publicar en revistas como The Lancet. En 2020, antes de cumplir los 40, Mitjà podría convertirse en uno de los pocos médicos del mundo que pueden decir que han erradicado una dolencia de la faz de la Tierra. En su caso, el pian, una de las llamadas “enfermedades de la pobreza”, que causa úlceras en la piel similares a las de la lepra y afecta hasta a la mitad de los niños en algunas regiones de África.
Hijo y nieto de médicos, Mitjà, de 37 años, se dio cuenta en el verano de su primer curso de carrera de que lo suyo no sería arreglar los problemas del primer mundo. “Me fui a India a trabajar en una leprosería y fue una revelación. Vi mucho sufrimiento y pensé que la medicina que me gustaba era esa, la que cura a la gente más necesitada. Desde ese momento me orienté hacia las enfermedades tropicales”, dice el investigador de ISGlobal (instituto impulsado por La Caixa). La Fundación Bancaria financia parte de su trabajo en África y puso los fondos para rodar el documental Donde acaban los caminos, que cuenta su historia desde que llegara a Lihir en 2010 y se encontrara con una epidemia de la que apenas le habían hablado mientras estudiaba en Londres y Barcelona. Hasta entonces, el pian se trataba con penicilina, a través de inyecciones dolorosas y difíciles de administrar en los poblados remotos. Mitjà tuvo su momento eureka al descubrir que la azitromicina, un antibiótico muy barato que en Occidente se utiliza para la otitis, daba resultados óptimos. “Con una única toma de tres pastillas se ve el cambio en pocos días. La bacteria deja de actuar y vuelve la inmunidad”.
La estrategia de la OMS para erradicar la enfermedad en los 13 países en los que está presente pasa por tratar a poblados enteros, incluyendo a los adultos no afectados, para evitar que se reproduzca. En Islas Salomón, Vanuatu, Indonesia o Ghana el programa ya está muy avanzado y el objetivo de acabar con el pian para 2020 es realista siempre que los implicados, entre ellos las farmacéuticas comprometidas con las donaciones masivas de antibióticos, cumplan su parte del trato.
¿Y después? ¿Qué hace a los 40 un investigador que ya ha logrado el gran objetivo de su vida? A Mitjà le tienta aprovechar sus conocimientos con una “prima hermana” del pian, la sífilis, que está repuntando en el primer mundo por un relajamiento en el uso del preservativo.
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