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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

El ayni como principio esencial de vida ante la covid-19

Una práctica ancestral andina supone una oportunidad de revalorar la solidaridad comunitaria en tiempos de crisis

El apthapi es una celebración colectiva aymara​ en la que se comparten alimentos y saberes
El apthapi es una celebración colectiva aymara​ en la que se comparten alimentos y saberes Fundacion Colectivo Cabildeo

El ayni es el principio esencial de reciprocidad presente en la cultura andina. Es la base de las relaciones comunitarias que incentiva el “devolver lo que se ha recibido” y “recibir como devolución lo que se ha dado”. Los antiguos pobladores de los Andes construyeron una “cultura del cuidado” (Khuyapayaq Aylluchakuy, en quechua), del cuidado mutuo, desde la premisa de que somos seres humanos comunitarios (Ayllu runa) y en la medida en que cuidamos de las y los demás, a la vez nos integramos cuando cuidan de nosotras y nosotros.

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El actual contexto de crisis global nos muestra las principales fortalezas y debilidades de los sistemas de vida más importantes (salud, educación, economía, protección) y nos enseña que los problemas que afectaban a otras personas ahora también tocan las puertas de nuestras casas. Así que estamos ante una oportunidad para repensar las sociedades que estamos construyendo y reconocer si nuestra forma de vivir es sostenible con la vida misma. Por esa razón, el ayni cobra especial importancia como principio esencial para salir juntas y juntos de esta crisis global.

En Bolivia, la crisis de la covid-19 ha llegado tras meses de mucha convulsión social y política después de las últimas elecciones generales de octubre del 2019 y ha generado una coyuntura doblemente compleja. Con ello, se están haciendo más visibles los problemas fundamentales de la población, evidenciando dónde son más profundas las brechas sociales y cuáles son los rostros de la vulnerabilidad y la exclusión social.

Ante este panorama, el ayni está presente en la respuesta de las comunidades que trabajan en solidaridad por el bien común. Es lo que reflejan las imágenes de los camiones cargados de naranjas, piñas, mandarinas, yucas, carambolas y limones que llegaban desde la región tropical de Palos Blancos a La Paz. Un acto de solidaridad horizontal entre comunidades que se ha repetido en diversos lugares de este país andino. Un gesto de quien tiene algo que ofrecer hacia su comunidad y de quien sabe recibirlas convencida de que, algún día, devolverá ese cuidado reforzando el bien común y el cuidado mutuo.

(En Bolivia) el ayni está presente en la respuesta de las comunidades que trabajan en solidaridad por el bien común.

Pero no solo debemos verlo como un gesto, también debemos sentir la lógica profundamente transformadora del pensamiento que está presente en esta idea: cuando alguien de mi comunidad está careciendo de algo, yo voy y le entrego lo que puedo. Esto implica trascender de preguntarse “¿cuándo voy a salir de esta situación?” a interiorizar el pensamiento de “en esta situación ¿qué puedo ofrecer a los demás?” Es más que solidaridad, es comunidad.

También, el ayni está presente en iniciativas comerciales que trascienden los límites del mercado capitalista actual. Por ejemplo, en las ferias de trueque de alimentos, el dinero no es la moneda de intercambio. Dado que muchas familias no cuentan con dinero para adquirir productos de primera necesidad (frutas, harina, azúcar, aceite, arroz, sal, etc.) se practica el trueque basado en acuerdos de intercambio solidario de productos. Nuevamente, es el sentido de comunidad el que está presente: deja de ser relevante quién tiene o no dinero para pagar y se centra en quién tiene algo que ofrecer y algo que recibir, es decir, el cuidado mutuo.

Son muchos los impactos de la covid-19, pero todas y todos tenemos algo que ofrecer. En esta etapa de acción y reflexión es importante trabajar con todos los actores y organizaciones sociales sobre cómo y qué tipo de respuesta se requiere ante pandemias como el hambre, las desigualdades sociales, las guerras, las violencias o el machismo.

El compromiso de organizaciones como InteRed con la educación lleva a priorizarla en la respuesta y convertirla en un espacio de transformación fundamental para profundizar y consolidar los aprendizajes que como sociedades deberemos afrontar: nuestros patrones de consumo, nuestra relación con la naturaleza, nuestro sentido de comunidad.

Nuestra esperanza es que salgamos de esta situación con el convencimiento de que es indispensable fortalecer nuestros lazos de solidaridad global. Pero sobre todo, tenemos el deseo de que el ayni logre hacerse más viral que esta pandemia.

Paula Robledo Granados es coordinadora InteRed Bolivia.

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