Miquel Barceló: “El virus tiene una mirada global, nosotros no la hemos tenido”
El artista, confinado en Mallorca, trabaja en una obra que regalará a los hospitales públicos y organiza con el epidemiólogo Pedro Alonso una subasta de arte solidaria
Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) lleva dos enclaustramientos seguidos. Es como si se hubiera salido de un monasterio del císter y se hubiera metido de seguido en otro, esta vez con brochas y telas en vez de con crucifijos y letanías. Él es un poco ermitaño, así que tampoco ha sido un trauma. Primero estuvo aislado en el sur de Tailandia tratando de pintar. Después, le dio tiempo a llegar por los pelos a Mallorca y se encerró en su casa de Artà. Lleva dos meses trabajando. Ahora está inmerso -en colaboración con el epidemiólogo Pedro Alonso- en la organización de una subasta de pinturas y esculturas donadas por diversos artistas, cuyos fondos irán a parar a obras de investigación científica. Además, ultima una obra original con el grafista barcelonés Salvador Saura que, bajo el lema Ayuda a los enfermos, soporte a los sanitarios y protección de la población, convertirá en un cartel que regalará “a los hospitales públicos que lo quieran tener”. Y de vez en cuando, cena con los amigos... a través de la pantalla del ordenador, entiéndase. La entrevista es como la mayoría en días así. Uno está en Mallorca, el otro en Madrid.
¿Todo en orden? Perdón por la pregunta recurrente…Bien, porque la verdad es que esta vida del confinamiento es la vida del pintor por definición. Estoy en Mallorca, en el campo, tengo animales, tengo monte, y eso es… vaya, que no se nota tanto. Pero todo es muy preocupante. El día a día de mi vida no ha cambiado tanto pero claro, alrededor sí.
El ‘yo’ artístico es el mismo, y seguramente el ‘yo’ social ya no…Seguro. Cada día me he ido enterando de que tenía un amigo en el hospital, o en urgencias,… y además esta enfermedad tan insidiosa, con eso de que alguien entra y al cabo de unos días se pone fatal es…todo muy desagradable. Y sigo lo que pasa en Francia, y en Italia, y en Estados Unidos… y en todas partes están igual de jodidos. Pero da la impresión de que es un problema por parcelas.
¿Qué quiere decir?Pues que deberíamos tener una mirada global sobre este tema y no la hemos tenido. El virus sí tiene esa mirada global, nosotros no. Los virus son más listos y más antiguos que nosotros… y más demócratas.
Las pestes tienen milenios, algo saben.Sí, pero nosotros seguimos contando por pequeñas aldeas. Estamos mal preparados, y cada uno aplica su cuento.
¿Cómo se las ingenia para sobrellevar el encierro, aparte de trabajando?Cenamos juntos varios amigos delante del ordenador y nos contamos cosas, brindamos… eso está bien. La verdad es que yo era muy escéptico con todas esas cosas y mira, muy bien. El otro día un amigo mío pianista estuvo tocando el clavicémbalo, había como un aire de fiesta, la verdad es que durante el encierro todo el mundo se las ha ingeniado para hacer cosas y eso es muy bueno.
Y a nivel creativo, este enclaustramiento ¿a usted le ha inspirado, le ha espoleado, o al contrario?Es curioso, porque yo llevaba un mes encerrado en un lugar en el sur de Tailandia absolutamente vacío, a donde había ido para trabajar en un proyecto sobre La Ilíada. Y estuve dudando si me quedaba allí o me venía para España, era cuestión de días, y si no me decidía rápido me tenía que quedar allí bastante tiempo, y estar en un sitio tan perdido me parecía un poco extremo. Así que llegué dos o tres días antes de que se cerraran los aeropuertos… así que en fin, es como si llevara un mes más de mili. Pero la verdad es que eso de estar encerrado para mí es el pan de cada día. Es lo que yo hago de normal. La putada es ver lo mal que se lo pasa la gente. Yo al fin y al cabo estaba entrenado, como los curas, que esto tampoco les pilla de sorpresa.
¿Cree que a la gente se le va a quedar instalado en la cabeza este cabreo, este hastío, este miedo… o todo se va a recolocar?No, algunas cosas tienen que cambiar por fuerza, es inevitable. Y espero que lleguen algunas cosas buenas. El cabreo es inmediato, pero es un cabreo ante lo inevitable, ante algo que tampoco acabamos de entender del todo. Es frustración, y es común en todas partes. Si ves lo que dice la gente en Francia, o en Italia, o en España o en Estados Unidos, es lo mismo. Y esto de usar las mascarillas es una costumbre muy asiática, aquí no hay costumbre. En Tailandia, en febrero, el 100% de la gente que vi llevaba mascarilla. Aquí, nadie. Bueno, es que en esos países asiáticos la gente las lleva casi siempre, aunque sea por la polución.
¿Y usted?¡Yo tengo mascarillas porque las uso para pintar! Para protegerme del gas y del barniz y cosas así. Pero en general, en casa nadie tenía, claro. Pero volviendo a lo de antes, yo creo que tendría que haber una reflexión general, a ver qué hemos hecho mal y qué y cómo se puede hacer mejor. Pero una reflexión de tipo global de entender que algo así no se soluciona por pequeñas comunas.
Quizá la máxima expresión de ese ir por libre y de esa desunión ha sido la incapacidad de la Unión Europea para actuar como una sola voz…Desde luego. Ha sido muy decepcionante, y ha habido además mucha mala uva. Pero incluso la Unión Europea se queda pequeña en esto, pienso que tenemos que ser más ambiciosos, y más solidarios. Porque si resulta que esto lo arreglamos en Europa pero dejamos que siga igual en África, en América y en otros sitio, eso nos vuelve al cabo de tres días. Y de forma peor. Viendo los medios españoles, al principio parecía que esto era una enfermedad de Madrid. Somos muy cegatos, pero seguramente de esto algo aprenderemos.
¿Es optimista en eso?La verdad es que no, no soy muy optimista en cuanto a la capacidad de aprender de la gente. Una cosa, la gripe española fue en el 19 [del siglo pasado], ¿no?
Entre el 18 y el 19…O sea, después de la Primera Guerra Mundial. ¿Y la ley seca?
Eeeh… creo que funcionó básicamente en los años 20.¿Y la abolición? Es que en Estados Unidos entró mucho dinero con la abolición de la ley seca. Es que estoy pensando que es muy posible que sea ahora el momento de que los grandes Estados decidan legalizar las drogas. Así entraría dinero en las arcas públicas.
¿Habla de legalizar las drogas para que sean los Estados y no los traficantes los que manejen el negocio?Claro. Para que entre pasta. Que hará mucha falta. Algo así tendría que pasar. No sé… hay un libro cojonudo que va de todo eso y del que nadie habla, de una escritora americana que se llama Laura Kasischke, y que se titula In a perfect world (En un mundo perfecto). Trata de una pandemia americana y es una especie de apocalipsis a cámara lenta. Después de un tiempo deja de funcionar el teléfono, luego también se para Internet… es un libro buenísimo, como una historia de miedo. También me he acordado mucho de Jean Giono y su libro El húsar en el tejado, buenísimo, que habla de cómo la gente pasa un confinamiento en los tejados…
Hablando de historias de confinamiento: un buen libro de los 80 que ha envejecido muy bien, El cuarto de baño, de Jean-Philippe Toussaint.¡Es que Toussaint es uno de los grandes escritores europeos! Un belga, por cierto. A mí, de lengua francesa, Toussaint me gusta más que Houellebecq y todos esos…
Hablando de arte, de libros, etcétera… es curiosa la paradoja: por un lado la gente ha echado mano de todas las formas de cultura posibles -libros, música, películas, series, arte virtual en distintas plataformas…- para pasar mejor el confinamiento. Y por otro, el mundo de la cultura está atemorizado con la que les viene encima a los teatros, a los museos, a las salas de cine, con aforos obligatoriamente reducidos… y eso cuando puedan abrir.Sí, y tanto en España como en Francia como en otros países, a los Estados y a los Gobiernos no parece que les importe mucho. Justo cuando es más necesaria, más se ignora la cultura. Pero vaya, da igual, la cultura existe por encima de los… de esos que…
¿Por encima de quiénes deciden si existe o no?Claro, claro. Menos mal. No sé. Mucha gente está diciendo que de todo esto saldrá algo bueno. Yo no sé. De un cadáver salen sobre todo cosas malísimas.
¿Cómo cree que va a impactar concretamente esta crisis en su mundo? Los artistas, el mercado del arte, las galerías, los coleccionistas, los museos…A todo lo que es mercado le va a afectar muchísimo y por lo tanto al mercado del arte, también. Todo ese movimiento de dinero constante… aunque cuidado, lo que pasa es que eso en el mercado del arte llama más la atención, pero si lo comparas con otros mundos, ese movimiento de dinero es poco. El del arte choca más, pero nadie habla del mercado de la farmacia, por ejemplo. Bueno, yo, lo que espero es que de aquí salga algo bueno sobre todo en el terreno espiritual, que cambien cosas a nivel de la exigencia humana. Pero bueno, lo vamos a pasar fatal. Y no hablo ni de España ni de Europa. Hablo del mundo en general. Porque nosotros nos creemos que estamos como un poco al final de esto -que si desconfinamiento, que si desescalada, por cierto, palabras feísimas, yo no sé quién las escoge, deberían pedir a alguien como Pere Gimferrer que escoja los términos importantes- , pero en sitios como Asia o África aún no se ha visto ni lo que puede llegar a pasar. Yo creo que no estamos al final de nada, sino al principio de algo que puede ser muy largo. Claro, es que no somos capaces de ver esto como algo global. Por otra parte, es un poco normal. La gente está hasta los huevos y quiere salir, y vivir la vida de antes… que no estará.
Desde luego, no en el corto plazo.¿Sabes qué creo que va a pasar un poco? Como cuando aquí en Mallorca hay una tormenta y de repente estas tres horas sin luz. Entonces tienes que buscar las velas y las cerillas y tal, pero al cabo de un rato se está muy agradable. Y cuando vuelve la luz es muy decepcionante. Es como un desencanto. Y yo creo que va a pasar esto.
También cabe la posibilidad de que todo se recoloque rápidamente. Incluido lo malo, claro. Quizá sobre todo lo malo.A ver, es que si hay una cosa clara es que, después de la crisis, los malos no se van a volver buenos.
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