Lo que las ONG acostumbradas a catástrofes pueden enseñar ante la crisis del coronavirus
La experiencia en epidemias en contextos difíciles con que cuentan las organizaciones humanitarias puede ser fundamental a la hora de saber cómo reaccionar ante una crisis como la del coronavirus
La experiencia es un grado, y por ello muchos países de África ya están adoptando medidas tempranas como el cierre de fronteras. Algunos se enfrentan al azote de una o varias epidemias al mismo tiempo con frecuencia. Una experiencia que puede resultar de gran utilidad, ahora, en países con más recursos, pero con sistemas sanitarios a punto del colapso. Más allá de los modelos de respuesta de Corea del Sur o China, algunos empiezan a preguntarse qué aprendizajes pueden extraerse de ciertos contextos de África en la respuesta a emergencias como la Covid-19
"Algo que aprendimos en una epidemia mucho más mortal, como la del ébola, en Sierra Leona y en otros países —destaca Helea Sáiz, coordinadora de emergencias de Médicos del Mundo — fue la importancia de las medidas de protección y control de la infección, dentro y fuera de los centros sanitarios". En la respuesta ante la Covid-19, en España, por ejemplo, a Sáiz le llama la atención el altísimo nivel de contagio intrahospitalario y el escaso seguimiento de las personas que estuvieron en contacto con infectados. “El aislamiento hospitalario y comunitario deben ir alineados”. La experta señala la rapidez de respuesta de los países africanos que ya han cerrado fronteras en una fase muy anterior a la que se ha hecho en los países que son el foco actual de la pandemia.
Hasta hace muy poco, era impensable que en países como España o Italia hubiese hospitales forzados a plantearse el cribado de pacientes según el número de respiradores. O que el Ejército encontrase decenas de cadáveres en residencias de mayores que han muerto lejos de los suyos. Muy pocos habrían imaginado que se tuvieran que levantar hospitales de campaña.
Tampoco hay muchas organizaciones con más de 40 años de experiencia en ese tipo de contextos. Es el caso de las dos grandes ONG médico-humanitarias: Médicos del Mundo y Médicos Sin Fronteras (MSF) que está dando apoyo y asesoramiento a autoridades y centros sanitarios en los países donde trabajan. Para el presidente de MSF, David Noguera, “la gestión de la epidemia requiere una mentalidad de emergencia humanitaria para buscar soluciones fuera de lo habitual con el objetivo de aumentar la capacidad de manejo de casos, reducir la mortalidad y frenar el contagio”.
Eso implica ir más allá de los protocolos acostumbrados. En los países donde trabajan las organizaciones mencionadas, están asesorando y apoyando en la gestión e instalación de unidades hospitalarias adicionales (hospitales de campaña o estructuras para salas de espera y tránsito). También en algo esencial: la creación de circuitos diferenciados para el cribado de pacientes positivos de Covid-19 y el de otras enfermedades. La novedad es que dichas medidas se están empezando a aplicar en algunos lugares de otros países, como España o Italia.
Más allá de las enormes diferencias de recursos, los expertos humanitarios señalan que las primeras reacciones son comunes. Para Sáiz, “el miedo del personal y de la población ante la epidemia es común a cualquier lugar, sin importar su situación geográfica o económica. De esta epidemia lo que más me recuerda a la del ébola es la imposibilidad de hacer el proceso de duelo y del contacto físico de los familiares con sus seres queridos afectados o muertos”.
En el caso del ébola, hubo expertos congoleses que se movilizaron a Guinea, por ejemplo. Una solidaridad entre países que no se ha visto tanto entre los europeos
Para Francisco Bartolomé, que asesora en emergencias a MSF, y tiene experiencias en epidemias como el cólera o fiebre de Lassa, otro de los aspectos comunes en la población que se enfrenta a este tipo de crisis es “la propagación de bulos, ya sea a través de creencias ancestrales, o de noticias falsas en las redes sociales”. Y entre las autoridades, estas ONG suelen encontrarse con dificultades similares. “La descoordinación entre autoridades locales, regionales o nacionales suele entorpecer las primeras respuestas de una emergencia en cualquier país. Algo que ha sucedido incluso allí donde hay mejores sistemas sanitarios”, apunta Bartolomé.
Para Paula Farias, coordinadora de emergencias de MSF, que asesora en la instalación de hospitales de campaña en Leganés y Alcalá de Henares, “muchas veces no estamos ante una sola epidemia, sino varias que se dan a diferentes etapas, según las comunidades o incluso en zonas dentro de las mismas. Eso exige un mejor trasvase de recursos humanos y materiales entre territorios y entre la sanidad pública y privada. De ahí la necesidad de centralizar la toma de decisiones y que estas sean operativas”.
Las consecuencias de esta confusión en la coordinación de la respuesta ha producido, por ejemplo, que las residencias de personas mayores se hayan podido dejar a un lado, según señala David Noguera, como parte de la respuesta sanitaria integral. Sin formación, sin equipos de protección, tanto los residentes, como sus familiares y cuidadores han sido víctimas, sin poder garantizarse el derecho a morir con dignidad. “Las delimitaciones competenciales entre departamentos, como otras diferenciaciones administrativas, son útiles en una situación normal pero un obstáculo cuando hay que agilizar las medidas necesarias”, apunta Noguera.
Circuitos diferenciados. Automatizar medidas de protección
Los hospitales de campaña o unidades para pacientes leves sirven para descongestionar los hospitales convencionales y permitir que estos atiendan a los más graves de la Covid-19 o de otras patologías. Ello responde a escenarios donde la emergencia haya colapsado. Pero para Luis Encinas, experto en emergencias de MSF, lo más importante para aquellas zonas donde aún no se ha expandido la epidemia es tener ya preparado una guía clara de decisiones, acciones y recursos que se anticipe a las diferentes fases en que pueda escalar. “Hay que saber qué hacer en cada momento, hasta llegar al peor escenario posible. Preparar al personal sanitario en las medidas de protección, prever los recursos que necesitan y hasta las soluciones alternativas en caso de no disponer de ellos”. Para Encinas, no se trata de elaborar protocolos de muchas páginas sino de guías de acciones concretas que respondan a preguntas adaptadas para cada momento.
Los circuitos diferenciados (“limpios y sucios”) para el cribado de pacientes son fundamentales, de modo que se evite al máximo la transmisión intrahospitalaria, como destaca Sáiz. Su organización ha asesorado en la instalación de una estructura adicional para descongestionar la atención y cribado del hospital Gregorio Marañón, uno de los que se encuentra en situación más crítica, en Madrid.
Encinas, por su parte, destaca que uno de los beneficios de crear espacios exclusivos redunda también en la protección del personal sanitario y no sanitario: “Empieza a automatizar las medidas de protección propias y a estar más vigilante de la protección de los compañeros”.
Para ambas organizaciones, un aspecto central de la intervención corresponde a la prevención y atención de la población más vulnerable, como las personas sin hogar, o las personas mayores y personal de las residencias. Por ello, MSF, por ejemplo, está prestando su asesoramiento en residencias y ha habilitado una página web para ofrecer recursos y soluciones para el personal de estas instalaciones, así como para profesionales sanitarios y población en general.
Respuesta global. Solidaridad entre países
La mayoría de los países donde trabajan estas ONG humanitarias atraviesan por situaciones extremadamente frágiles. Para Médicos del Mundo la situación es “especialmente grave en pacientes con VIH y tuberculosis, así como para quienes sufren malnutrición, para los que la Covid-19 podría llegar a ser fatal”. Pero también se fijan en la situación en las fronteras entre Siria y Turquía y Grecia, donde se está aglomerando un gran número de población. “En los saturados campos de personas refugiadas de Lesbos se han detectado ya casos de infección, que pueden extenderse con rapidez”, señala la organización.
Actualmente, varios sistemas sanitarios están compitiendo al mismo tiempo por conseguir material básico, como mascarillas, equipos de protección individual (EPI) o respiradores. Se trata de países con suficientes recursos económicos, pero que no están siendo capaces de adquirirlos y distribuirlos. ¿Qué ocurrirá cuando la epidemia se expanda por aquellos que no pueden poner esa cantidad de dinero encima de la mesa? Las dos organizaciones están colaborando con las autoridades y organizaciones sanitarias en países en desarrollo donde será difícil conseguir el material básico de protección. Hay que prever hoy esta situación en países ya golpeados como República Democrática de Congo, o en otros que padecen una crisis prolongada, como Venezuela o Nicaragua, en el caso de América Latina.
Un aspecto aprendido en otras epidemias, según subraya Luis Encinas, es la necesidad de ayuda internacional de emergencia. “En el caso del ébola, hubo expertos congoleses que se movilizaron a Guinea, por ejemplo. Una solidaridad entre países que no se ha visto tanto entre los europeos, por ejemplo”.
Y cuando se frene la curva y se acabe la crisis, habrá una tarea muy ardua por delante, según lo aprendido en varios países: una de ellas, como anticipa Bartolomé, “será la población que quede descompensada por patologías graves anteriores, no atendidas debidamente durante la emergencia, lo que es posible que incida en la morbilidad y mortalidad del país en la fase posterior”.
Además de las consecuencias físicas, habrá otras profundas y prolongadas, como las que se deriven de la imposibilidad de haber hecho los duelos apropiadamente. Por eso, Luis Encinas enfatiza la atención especial que requerirán “las secuelas psicológicas, que serán muy serias, a nivel individual y social. Decenas de miles de personas que sobrevivieron a la epidemia, pero que perdieron seres queridos. Un personal sanitario y no sanitario que se enfrentó por primera vez a situaciones durísimas e imprevistas.” Y con respecto a esto último, coinciden los expertos, si algo positivo dejan estas emergencias, es el acuerdo en revalorizar y robustecer los sistemas sanitarios y prepararlos para la respuesta a emergencias. Algo que, pasado un tiempo, no debe caer en el habitual olvido.
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