Los Bultó: motos, un espía, un ‘best seller’ y una aventura que acabó en tragedia
Rafael Tarradas, nieto del fundador de Montesa y Bultaco, triunfa con una novela de recuerdos familiares que empezó a escribir para regalar a los suyos
La masía San Antonio es un lugar y también es el espíritu de una familia de visionarios y aventureros que ahora vuelven a la actualidad de la mano de El heredero, la primera novela que ha publicado Rafael Tarradas Bultó, nieto de Paco Bultó, mítico fundador de las marcas de moto Bultaco y Montesa, sobrino del fallecido aventurero Álvaro Bultó y primo del expiloto de Moto GP Sete Gibernau.
Tarradas, 41 años, barcelonés afincado en Madrid desde hace 15 años, lo explica sentado en el restaurante que tiene con otros dos socios en Madrid, Grenner, cuando acaba el ir y venir de clientes de la comida. Él trabaja en la agencia de comunicación Montaz, invita y asiste por obligación profesional y devoción personal a multitud de eventos; forma parte de La Junta, un variopinto grupo de amigos entre los que se cuenta la diseñadora Carolina Adriana Herrera, la modelo Eugenia Silva o las actrices Macarena Gómez, Marta Hazas y Paula Echevarría; y ahora, sin premeditación ni alevosía, se ha convertido también en escritor de éxito.
La culpa la ha tenido indirectamente su familia, porque la novela empezó como un deseo de inmortalizar los recuerdos que le contaba su abuelo y acabó siendo un crisol de acontecimientos que retrata vidas que se cruzan en mitad de la Guerra Civil. También tuvo algo que ver tener que llenar el tiempo cuando anochecía en esa cabaña sin luz que se compró hace pocos años en la sierra de Gredos para huir de la ciudad y estar en contacto con la naturaleza. Una forma de rememorar sus fines de semana en esa masía de Cunit, a unos 30 kilómetros de Barcelona, en la que llegaban a reunirse hasta 50 personas, entre abuelos, tíos y primos.
“Cuando iba por la página 30 me di cuenta de que no era solo la historia de mi abuelo”, explica. “Se unió mi pasión por la Historia, con mayúscula, y me dejé llevar. Me enganché y pensé, 'bueno haré un librito y se lo regalaré a la familia”. Se vino arriba. El librito tiene más de 600 páginas, va por la segunda edición —la primera se agotó en cinco días—y ya ha provocado que la editorial que lo ha publicado, Espasa, espere la segunda obra de Tarradas, una historia a la que ya ha comenzado a poner cimientos.
Mientras escribía su ópera prima descubrió que uno de sus tíos, el que aparecía y desaparecía, fue espía para el SIFNE, un servicio de espionaje creado durante la Guerra Civil española en la zona sublevada, y entendió muchas cosas de los dos bandos. El presunto espía murió hace años y nada está confirmado, pero Tarradas fue atando cabos y le quedan pocas dudas sobre a qué se dedicaba. “El libro se fue creando sin presión ni intención. Yo hago bien lo que me divierte”, explica el autor novato.
En esto coincide con su numerosa y variopinta familia. Su abuelo materno, Paco Bultó, provenía de una estirpe de industriales textiles catalanes y su negocio importante era una fábrica de fundiciones de automoción, pero las motos le gustaban desde muy joven. Le faltó tiempo para usar sus conocimientos de ingeniero industrial para crear primero Montesa y después Bultaco, dos de las marcas míticas que reinaron en los circuitos y en el mercado durante los años sesenta, setenta y ochenta. Heredó San Antonio, la finca más pedregosa y no lo pensó dos veces: “No va a ser rentable, así que hagámosla divertida”. Y la llenó de circuitos de motocross, de saltos y de jolgorio para toda la familia. Allí también se celebraba cada año una comida con todos los pilotos de fórmula 1 que acudían al Gran Premio de España en Barcelona. De Emerson Fittipaldi a Fangio o Niki Lauda. “Mi abuelo murió cuando yo tenía 20 años pero era mi padrino y mi amigo, el 'jefe' de la familia y el que tenía más autoridad sobre mí, el que me enderezaba cuando me despistaba”, cuenta Tarradas que es un simpático conversador al que uno puede imaginar descargando anécdotas en su ordenador por la simple necesidad de comunicarse consigo mismo.
En aquella masía familiar todo era deporte por las mañanas y excursiones en moto por las tardes. “Estábamos bastante asilvestrados. Podíamos salir con las motos, caer la noche y quedarnos a acampar por ahí sin que nuestros padres se alarmaran”, recuerda. “Tengo un primo subcampeón del mundo de Moto GP —Sete Gibernau— tres que corrieron el Mundial, dos tíos del equipo nacional de esquí, un primo campeón de Europa de Enduro, cuatro tíos míos han hecho el Dakar...”.
Uno de ellos fue Álvaro Bultó, empresario, presentador, pero sobre todo aventurero que falleció en 2013 a los 51 años mientras practicaba wingfly en los Alpes suizos (tipo de paracaidismo que consiste en planear con un traje que incorpora membranas a modo de alas). “Fue un shock, su vida era una aventura continua, era simpático, ligón, fardábamos tanto de tío..., que el recuerdo que tenemos de él es siempre muy alegre”, explica su sobrino.
A pesar de tan importante bagaje, Tarradas considera que su héroe en la vida es su padre: "Porque sabe desconectar con una capacidad increíble y porque es el antiegoísta, ese que elige siempre la silla coja". Un hombre que encajó de miedo en la enorme familia porque las cinco hijas Bultó —que tenían otros cinco hermanos— se casaron con cinco íntimos amigos, entre los que estaba él. De su madre ha debido de heredar no tener vergüenza a hacer nada por miedo al ridículo. Ella comenzó a estudiar Nutrición cuando sus hijos eran ya unos crecidos adolescentes y en la actualidad es un referente en la materia, que trabaja entre otros con Nestlé y la Generalitat.
Rafael Tarradas es consciente de que todo esto suena a familia pija y acaudalada. “Hemos vivido bien, pero somos muchos y poco tolerantes con la vagancia. Mis primos y yo decimos que no es que nos cierren el grifo al terminar de estudiar, sino que nos arrancan la tubería”, afirma riéndose. Él se encuentra ahora en el mejor de los mundos: divirtiéndose inventado eventos sorprendentes desde su agencia de comunicación e imaginando historias para sus libros. Como asegura haber plantado muchos árboles, solo le falta tener un hijo. Se ve padre, pero respecto al matrimonio es también "muy Bultó. Para eso hemos demostrado tener poca prisa".
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