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El nuevo reto de Bultaco

La marca barcelonesa renace en el incierto mercado de las motos eléctricas

Dani Cordero
Juan Manuel Vinós, Gerald Pöllman y Paco Bultó, fundadores de la nueva Bultaco, en abril pasado.
Juan Manuel Vinós, Gerald Pöllman y Paco Bultó, fundadores de la nueva Bultaco, en abril pasado. Claudio Álvarez

La escasa industria de las dos ruedas que queda en España está expectante con el nuevo pulso que Bultaco le ha echado a un sector en horas bajas. La mítica marca creada en 1959 por Paco Bultó vuelve a desafiar al mercado 31 años después de su desaparición. Quiere fabricar donde apenas ya no se fabrica —5.010 motocicletas y 8.815 ciclomotores el año pasado— y además lo quiere hacer con motocicletas eléctricas, un nicho atractivo pero que todavía tiene limitaciones tecnológicas básicas.

“El problema sigue siendo el de las baterías, que ni rinden lo suficiente ni se pueden producir a un precio competitivo”, explica José María Riaño, secretario general de la patronal Anesdor. Otras fuentes consultadas consideran que se trata de “un proyecto osado”, aunque postergan el juicio hasta “que saque las motos al mercado”. En eso está Bultaco desde que el pasado mayo hiciera su puesta de largo con la presentación de la marca y un prototipo atractivo de supermotard que permitirá velocidades de 145 kilómetros por hora y una autonomía de hasta 200 kilómetros. Ese modelo, la Rapitan, debía abanderar el regreso al mercado a mediados del próximo año, pero la agencia Efe desveló esta semana que presentarán el mes que viene un modelo más modesto como avanzadilla: una máquina de 35 kilos que compatibilizará batería y pedales y que recuperará el nombre de la antigua todocaminos Brinco. Un guiño para un público más joven y con menos poder adquisitivo.

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Los fundadores de la nueva Bultaco, que cuenta con una pequeña participación de la familia Bultó, están convencidos de que su proyecto saldrá adelante. Prevén fabricar 1.500 unidades en su primer año completo de producción y equilibrar las cuentas en tres años. Luego, previsiblemente, habrá una nueva ronda de financiación. “Nos podríamos haber planteado fabricar réplicas de la antigua Bultaco, pero el nuestro no es un proyecto comercial, sino de ingeniería, con tecnologías y diseños propios”, defiende Juan Manuel Vinós, consejero delegado y cofundador de la nueva compañía, que surge de la spin-off LGN, larvada en la Universidad Carlos III de Madrid, donde seguirá el centro de innovación. La producción se ubicará en Montmeló (Barcelona) para aprovechar el parque de proveedores existente en Cataluña. Parte del equipo de producción estuvo en Derbi, que Piaggio cerró el año pasado.

Su desembarco en el mercado eléctrico coincide con los recientes estrenos de BMW y Harley Davidson en la propulsión eléctrica. Pero el modelo de negocio de Bultaco, pese a que esté desarrollando un motor híbrido —de combustión más apoyo eléctrico—, coincide más con compañías de nuevo cuño como Brammo, Zero o Energica, fabricantes que tienen la esperanza de hacerse un hueco en el mercado con apenas un par de modelos de supermotos eléctricas. La ventaja de la española es que es una marca con pasado y reconocimiento internacional.

Bultaco será una excepción en España, donde apenas existen modestos fabricantes de motos enchufables —Scutum y Torrot— y ha desaparecido la producción de motocicletas de gran potencia. Las marcas que han resistido el cierre generalizado de fábricas (Yamaha, Honda y Derbi), como Rieju, Gas Gas y Ossa, se centran en modelos de trial y motocross. El desafío de Bultaco está servido.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 

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