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Construyendo Palestina cerveza a cerveza

La familia Khoury abrió la primera cervecera en los territorios ocupados hace 25 años. Ahora sus bebidas llegan a 15 países, incluido Israel. Uno de sus eslóganes reza: “Bebe palestino. Saborea la revolución”

Una botella de Taybeh IPA, una de las siete variedades que elaboran en la cervecera, en Taybeh, Ramala, Cisjordania.
Una botella de Taybeh IPA, una de las siete variedades que elaboran en la cervecera, en Taybeh, Ramala, Cisjordania. Natalia Otero
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En la pequeña nave en la que se elabora la cerveza Taybeh, situada en la localidad homónima, en Cisjordania, la resistencia a la ocupación israelí sabe a lúpulo y a malta. No en vano, uno de sus eslóganes es “Bebe palestino. Saborea la revolución”. Esta empresa familiar lleva 25 años contribuyendo, cerveza a cerveza, a la creación del Estado palestino, a la economía local y a cambiar la imagen de la comunidad marcada por el conflicto. Sus bebidas llegan ya a 15 países. Incluido Israel.

A la sede y sala de máquinas de la Taybeh Brewing Company se llega por una carretera serpenteante, empinada y estrecha. A su alrededor hay algunas casas y colinas de color arena manchadas por el verde oscuro de unos cuantos olivos. Madees Khoury, de 34 años, está al frente. Ella es la directora y la hija, nieta y sobrina de los fundadores. Y también es, hasta donde ella sabe, la primera maestra cervecera de Palestina.

Aunque en la sala se respira normalidad, poco hay de ordinario en la labor de estos cerveceros. Los desafíos a los que se enfrentan van desde una situación política volátil al control israelí del agua y del movimiento de mercancías, pasando por la inestabilidad económica de la zona. A veces, que esta bebida llegue a sus destinos parece un milagro.

La anfitriona se precipita hacia la nevera que hay detrás de la barra para ofrecer una pequeña cata a los visitantes. Mientras una pareja de suizos prueba su variedad Gold, ella cuenta la historia de la “mejor cerveza de Oriente Medio”, según se lee en su etiqueta.

Tras los Acuerdos de Oslo en 1993, los hermanos Nadim y David Khoury, padre y tío de Madees, decidieron dejar Estados Unidos, donde llevaban más de 20 años, y volver a Palestina inspirados por su padre, Canaan David. “Mi padre solía hacer cerveza en su casa mientras era estudiante y pensaban abrir el negocio en EEUU”, dice Khoury. Pero el patriarca los animó a que lo hiciesen en la tierra de la que venían. “Consideraban que los acuerdos abrían un nuevo futuro para Palestina”, añade.

El acceso al agua per cápita de los palestinos en Cisjordania es un cuarto del de los israelíes

Por aquel entonces, los bancos no apostaban por una empresa cuyo objetivo era producir alcohol en un territorio inestable y mayoritariamente musulmán, por lo que el negocio comenzó con el dinero que la familia consiguió reunir. En 1994 se embotelló la primera cerveza Taybeh, que en árabe significa "delicioso".

A medida que avanzaba la década de los noventa, el optimismo nacido de los acuerdos para la paz comenzó a evaporarse. En 1996, tras varios atentados suicidas en los que murieron 60 personas, Israel aisló más de 400 localidades en Cisjordania. Los camiones con cerveza no podían llegar ni siquiera a la cercana Ramala, según contó aquel año Nadim Khoury, ahora retirado, a un medio estadounidense. El camino de sentido único hacia la paz que se trazó en Noruega se iba desdibujando y el nuevo milenio llegó sin la resolución del conflicto.

Con la segunda intifada, desde finales del año 2000 a 2005, se endurecieron las restricciones de movimientos, los controles, el bloqueo… Y la empresa atravesó momentos difíciles. Llegaron a transportar sus productos en burro para atravesar un control. “Hemos tenido nuestros altibajos”, resume la joven Khoury. Pero la familia no se rindió.

Ahora la situación no es tan convulsa como durante la segunda rebelión, pero igualmente han de hacer frente a dificultades e impedimentos enquistados y casi normalizados en la vida palestina. Como el acceso al agua. Se necesita para hacer cerveza y el suministro está bajo control israelí. Con el Acuerdo Provisional palestino-israelí sobre Cisjordania y la Franja de Gaza, conocido como Oslo II y firmado en 1995, Israel obtuvo el control de los recursos hídricos. La distribución en Cisjordania se fijó en un 80% para los israelíes y un 20% para los palestinos. Este pacto tenía una validez de cinco años, hasta que se conviniese uno permanente con el final de la contienda. Algo que nunca sucedió.

Un empleado revisa cajas tras la máquina encargada de poner las chapas a las botellas, en Taybeh, Ramala, Cisjordania, el pasado 17 de septiembre de 2019.
Un empleado revisa cajas tras la máquina encargada de poner las chapas a las botellas, en Taybeh, Ramala, Cisjordania, el pasado 17 de septiembre de 2019.Natalia otero

En la actualidad, la situación ha empeorado y ese 20% se ha visto reducido hasta un 13% en algunos casos. Según un informe de del Banco Mundial de 2009, el acceso al agua per cápita de los palestinos en Cisjordania es un cuarto del de los israelíes. Es lo que algunos residentes llaman el apartheid del agua: mientras los palestinos sufren cortes y escasez, los colonos, a escasos metros, gozan de un flujo continuo. “Hacer negocios en este país es diferente a cualquier otro”, dice Khoury con los brazos cruzados y la vista puesta en la puerta. “Desde aquí al puerto de Haifa hay una hora y media en coche, pero las cervezas tardan hasta tres días en llegar”, cuenta.

Para alcanzar sus diferentes destinos, esta cerveza tiene que obtener diversos permisos, pasar por puntos de control comercial israelíes, por retenciones y cambios de camiones a un lado y otro del muro que los separa. “Cuesta el doble llevar la cerveza de aquí al puerto de Haifa, que de ahí a Italia”, sentencia la cervecera.

Pero a pesar de todo, en Taybeh Brewing Company, no cejan en su empeño de ser el sabor dorado de Palestina y contribuir a su desarrollo. En la actualidad producen siete tipos: Golden, Dark, Amber, IPA y White, además de una variedad sin alcohol y otra light.

Su mayor importador es Estados Unidos, pero llegan también a Dinamarca, Alemania, Bélgica, España y Noruega, entre otros países. También es posible beber una Taybeh en Israel. “Se puede encontrar en Tel Aviv, en Jerusalén… En algunos lugares es bienvenida y en otros no”, asiente diplomáticamente Khoury.

La mayor parte de la población de Taybeh es cristiana, pero esa no es la norma en los territorios palestinos, donde la mayoría profesa el Islam. Khoury asegura que no les fue difícil comenzar a fabricar y comercializar alcohol en un lugar predominantemente musulmán: “Palestina es el país más abierto de Oriente Medio”, afirma convencida.

Gracias a la posición de la familia en el mercado, ayudan a la promoción y venta de otros productos elaborados por mujeres de la localidad

Poco a poco han ido conquistando otros terrenos como el vinícola y tienen su propio caldo hecho con una variedad de uva palestina y llamado Nadim, como uno de los fundadores, y que significa “la persona con la que bebes”. Recientemente han abierto un hotel en la localidad y se han lanzado a la producción de alcohol más fuerte. Su primera añada de whisky ya reposa en barricas.

Para los responsables de la cervecera es importante la comunidad y la contribución a la economía palestina, por lo que aportan su granito de arena al éxito y desarrollo empresarial de sus vecinos. Gracias a su posición reconocida en el mercado, dan visibilidad y ayudan a la promoción y venta de otros productos como el aceite de oliva o el jabón elaborado por mujeres de la localidad. Además, ofrecen el sobrante vegetal de su producción a los ganaderos de la zona para sus animales.

Tras hablar con Madees Khoury se entiende que Taybeh Brewing Company es algo más que cerveza. Con cada botella, la familia lleva el nombre de Palestina a diferentes rincones del mundo y se esmeran por mostrar una imagen de excelencia más allá del discurso bélico que a menudo se asocia al territorio. La cerveza ya la tienen, solo falta la paz definitiva por la que brindar.

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