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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
CUMBRE DEL CLIMA
Tribuna
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Sin las ciudades no habrá Pacto Verde

El peso de las urbes será crucial si se quiere que la nueva agenda climática de la Unión Europea no quede en papel mojado

El Vicepresidente Ejecutivo de la UE a cargo del Acuerdo Verde Europeo Frans Timmermans en la pasada COP25.
El Vicepresidente Ejecutivo de la UE a cargo del Acuerdo Verde Europeo Frans Timmermans en la pasada COP25.SERGIO PEREZ (REUTERS)
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La presencia más que notoria de las ciudades en la COP25 que se ha celebrado en Madrid da buena cuenta de su fuerte compromiso en la lucha contra el cambio climático. Un recorrido por el universo urbano pone en evidencia la capacidad que tienen las urbes para proponer soluciones cargadas de innovación y empeño. Por ello hay que tenerlas en cuenta para abordar una agenda climática ambiciosa como la que propone la Unión Europea a través del Pacto Verde. Avanzar en el plan de emisiones cero para 2050 sin contar las ciudades es poco realista. Pero para que su contribución sea la óptima y puedan desplegar todo su potencial, deben disponer de marcos institucionales y financieros adecuados. No facilitar dichos marcos implica poner obstáculos a uno de los activos más importantes con los que cuenta un proceso de transición altamente complejo.

Tal como señala ONU-Hábitat, las ciudades, que concentran el 70% del PIB y ocupan únicamente el 2% de la superficie del planeta, son responsables de más del 70% de las emisiones, del 66% del consumo de energía y generan el 70% de los residuos. Su población es, además, especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. En este contexto, las políticas públicas que impulsan y las soluciones que desarrollan son fundamentales para mitigar y revertir el fenómeno. En sus manos está reducir de forma efectiva las emisiones de CO2, fomentar un uso más sostenible de la energía, impulsar estrategias de resiliencia o contribuir a que ciudadanía, sociedad civil y empresas revisen sus patrones de consumo y producción.

Las ciudades europeas, al igual que sus pares a nivel global, están mostrando un fuerte dinamismo en la lucha en contra del cambio climático. Su ambición está siendo muy superior a la que muestran los gobiernos nacionales, como se ha puesto de manifiesto en las negociaciones del acuerdo final de la COP25. El 64% de las ciudades integradas en Eurocities se han comprometido a alcanzar la neutralidad climática para 2050; y el Compact of Mayors —la iniciativa lanzada en Europa en 2008 para impulsar planes locales de acción climática y energética— ya integra a cerca de 10.000 gobiernos locales de toda Europa que representan a más de 315 millones de habitantes.

Se sigue trabajando en clave nacional cuando se debería avanzar hacia un escenario de soberanías compartidas

El catálogo de soluciones e innovaciones urbanas que desarrollan las ciudades europeas es muy amplio. Intervienen en sectores muy diversos como la movilidad sostenible, la construcción eficiente, la planificación urbana, la generación de espacios verdes, la gestión de residuos, la eficiencia energética o el uso de energías alternativas, por poner algunos ejemplos. Todo ello se traduce en proyectos como la zona de bajas emisiones (ZBE) que impulsa Barcelona; iniciativas de pacificación urbana como Madrid Central (ahora cuestionada); estrategias de reducción de emisiones en el sector de la construcción como la impulsada por Estocolmo; o la renovación de la flota de autobuses urbanos que está implementando Rotterdam para que sea íntegramente eléctrica en 2029.

Pero las ciudades no pueden avanzar solas; son una pieza más de un engranaje amplio y complejo de alianzas entre todos los actores comprometidos en abordar la emergencia climática. Las diferentes esferas de gobierno —locales, regionales, nacionales y europeo—, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, las universidades y los centros de investigación, tienen que aportar recursos, conocimiento y soluciones para hacer viables estrategias más eficientes e inclusivas que comprometan y tengan en cuenta a todos los sectores de la sociedad, también a los más vulnerables.

Las ciudades son una pieza más de un engranaje amplio y complejo de alianzas entre todos los actores comprometidos en abordar la emergencia climática

El Pacto Verde europeo se expresa en esta lógica. Propone un proceso de transición ecológica justa y socialmente equitativa que permita avanzar, en un esfuerzo compartido entre todos los actores socioeconómicos, hacia un cambio a fondo de paradigma basado en la neutralidad climática. En este contexto, visibiliza, aunque de forma tímida, el papel que desempeñan las ciudades y la importancia de apoyarlas en sus esfuerzos. Apunta la necesidad de reforzar la dimensión urbana de la nueva política de cohesión y de redoblar la asistencia para que las ciudades sigan impulsando estrategias de desarrollo urbano sostenible. Subraya la importancia del Convenant of Mayors como mecanismo de transferencia de conocimiento y experiencias.

Sin embargo, en su formulación actual, la dimensión urbana del Pacto Verde está todavía poco perfilada. La hoja de ruta que ha diseñado la nueva Comisión Europea para desplegar dicho proceso de transición hacia una Europa climáticamente neutra no incluye medidas específicas para un desarrollo urbano sostenible. Se sigue trabajando en clave nacional cuando se debería avanzar hacia un escenario de soberanías compartidas. Está claro que las ciudades tendrán un cometido en varias de las políticas planteadas, pero no se las visibiliza. Y las ciudades europeas requieren de un apoyo claro y explícito. No todas tienen los recursos de las grandes capitales o de las situadas en los países más descentralizados, avanzados y comprometidos. La Europa urbana no es homogénea y las disparidades entre países, e incluso dentro de los propios países, es muy significativa.

Alcanzar el objetivo de las emisiones cero en 2050 no será posible sin las ciudades. Sin su compromiso, capacidad de innovar, articular alianzas e integrar a los más vulnerables, será muy difícil que Europa pueda avanzar en la ambiciosa hoja de ruta que se ha fijado. Las ciudades deben tener un papel visible en el Pacto Climático Europeo que se lanzará en marzo de 2020; deben participar en su diseño e implementación, así como en los nuevos mecanismos financieros y de inversión que se pongan en funcionamiento con el nuevo presupuesto comunitario. Resultará clave que dispongan de un acceso simplificado a dichos fondos. Las ciudades necesitan apoyo; como ha afirmado Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, ante el acuerdo de mínimos alcanzado en la Cumbre del Clima de Madrid, las ciudades no pueden solas. Tampoco las europeas.

Agustí Fernández de Losada es Director del Programa Ciudades Globales de CIDOB

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