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Maneras de vivir
Columna
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Ojo al dato

Rosa Montero

Resulta que los asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas son la segunda causa de muerte por homicidio más grande en España.

VOX HA introducido un tono chillón de mentira trumpiana (esto es, a lo Trump) que está acabando de desquiciar nuestra vida política. La verdad es que siempre tengo mis dudas sobre si hay que contestar las burradas de Vox o es mejor ignorarlas. La estrategia de mentir de manera desfachatada es un estupendo truco de trileros. Si engañan y convencen a unos cuantos descerebrados, miel sobre hojuelas; y si son rebatidos, por lo menos se habla de ellos y se les da vidilla. Es lo mismo que hacen los trolls en las redes.

Pero, como el debate de la violencia de género se asienta en prejuicios sexistas milenarios, en este tema hay más gente dispuesta a creer cualquier tontería. Un usuario de las redes escribió, corroborando la cansina afirmación de que no existe la violencia de género: “Si las mujeres muertas son el 21%, entonces los hombres son el 79%”. Madre mía, es la misma capacidad lógica que un estropajo: ¿en qué contradice esto la existencia de la violencia de género? En primer lugar, las cifras están mal. Según el primer informe nacional de homicidios en España, un monumental estudio científico de tres años de duración encargado por el Ministerio de Interior, las víctimas masculinas son el 61%. Lo que quiere decir que además de las mujeres muertas por violencia de género hay muchas más por otras causas. Y lo que es más importante: los homicidas son esencialmente hombres: un 89%. Resumiendo: el 62% de los homicidios son de hombres a hombres; el 28%, de hombres a mujeres; el 7%, de mujeres a hombres, y el 3%, de mujeres a mujeres. Aunque las cifras femeninas están un poco dislocadas, explica el director del estudio, el psicólogo José Luis González, en una entrevista en El País con Manuel Ansede, porque en los homicidios cometidos por mujeres se incluyen los infanticidios de madres muy jóvenes que ocultan su embarazo y arrojan al recién nacido a un contenedor. Un espanto, sin duda, pero de todas formas un crimen muy distinto al del niño Gabriel en Almería: “Casos como ese son muy excepcionales”.

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Por fortuna disponemos de multitud de datos exactos sobre estos temas: en el CGPJ, en el Ministerio del Interior, en el Instituto Nacional de Estadística. Son datos públicos que todo el mundo puede consultar, así que la repetida proclamación conspiroparanoica de Vox de que se ocultan los casos de los hombres y los niños asesinados por mujeres es un embuste de un rigor comparable a decir que se nos ocultan los aterrizajes de naves alienígenas. Por otra parte, el hecho de tipificar determinados delitos bajo la etiqueta de violencia de género no quiere decir en absoluto, como es obvio (véanse los presos de las cárceles, los juicios, las condenas), que no se persigan los otros delitos con todo el rigor de la ley. En realidad la etiqueta de violencia de género es algo semejante a un agravante. Y seguro que los de Vox entienden que se aplique el agravante de ­reincidencia, por ejemplo.

A la derecha se le llena la boca diciendo que lo que quiere es atajar toda violencia. Pues para eso hay que saber en primer lugar con qué nos topamos. Resulta que los asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas son la segunda causa de muerte por homicidio más grande en España: un 22% mueren en peleas, un 21% por violencia de género y un 20% por violencia doméstica o familiar. Lo que quiere decir que es un problema nacional muy grave. Y también conviene saber lo que dice el neurocientífico David Eagleman en su libro Incógnito: “Si cree que los genes tienen poca importancia en cómo se comporta la gente, considere este hecho asombroso: si es portador de una serie concreta de genes, la probabilidad de que cometa un delito violento aumenta en un 882%”. Luego detalla las estadísticas anuales de Estados Unidos: agresión con daños físicos graves: portadores de esos genes, 3.419.000; no portadores, 455.000. Homicidio: portadores, 14.196; no portadores, 1.468. Agresión sexual: portadores, 442.000; no portadores, 10.000 (esta diferencia es la más abultada). Al cabo, Eagleman revela de qué genes está hablando: “Se resumen en el cromosoma Y. Si es usted portador, lo llamamos varón”. Varones que matan a mujeres y que se matan aún más entre ellos. Ojo al dato, Vox.

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